2 jul 2009

ANDRÉS CORREA :NO TAN GRANDES, SI TAN BUENOS...

9 May 2009

En una jornada de acordes elaborados, con la carga de la urbe repleta de historias de desamor, vientos de incertidumbre e ideales líricos cómplices de auditorio, la noche de mayo 7 recogió tres experiencias sonoras con un punto de vista común: La buena música hecha desde el corazón, con un desinterés jovial por la fama de la industria.

Dos bogotanos y un español, en el Astor Plaza brindaron casi tres horas de intensa trova urbana, cada uno con sus matices, sus particularidades, sus visiones y la franca entrega al público a través de sus composiciones.


VIENTOS MELODICOS DEL SUESTE

El turno de apertura corresponde al discreto Oscar Mora, quien se apropia del apelativo del Sueste, viento caribeño y melancólico del Caribe que convierte porros, fandangos y cumbias en un trip de caminos desérticos, rutas infinitas y sabor a costa triste pero seductora.

Su contacto con el teclado es de entrega sin concesiones, con la cadencia de los ritmos del norte colombiano que empuja lenta y reposada, a veces intensa, a veces intimista. Es su voz la patrocinadora de este viaje de teclas, que aterriza el avión de lo raizal a lo citadino, modernidad para la tradición.

Y los ingredientes adicionales, esenciales para una conjunción compacta, las percusiones programadas de Gualdrón y los aires de experimentación que agregan estas sonoridades, además de los sensuales registros vocales de las dos coristas, agudos y graves que se entrelazan para llamar al sabor de la melancolía cálida que vienen aderezados con la rítmica de las maracas y los granos melódicos, compañeros costeros de paso.

Una intervención corta pero efectiva con pasajes solemnes como el viaje solitario de "Silencio", una pieza introspectiva que bien no tiene nada que envidiarle a algún existencialismo electrónico de Tom Yorke; otros de corte más despierto y frenético como el drum and jazz de "Pollito", de aromas de urbe contundentes junto a una guitarra de corte sofisticado pero veloz y dinámica; y entretanto el Hit de la casa Sueste, "Nube", aquella evocación al amor perdido, con la tristeza del jolgorio que termina en el alba, esta vez, en el Astor. La prueba de apertura pasa con honores, una gran presentación del viento melódico del Sueste.

GUITARRA Y HOMBRE, EN RECONSTRUCCION.

En el "sandwich", como bien lo dijo, ha quedado la zona de la reflexión a través de hermosos acordes y entonaciones sentidas, el español Xoel Lopez, dedicado por estos días al seductor camino del músico errante que compone, descompone, corteja y se marcha país tras país para dejar testimonio fiel de huella sonora.

En la noche sobria del auditorio llega un carisma de desenfado, sencillo, efectivo, sin más pretensiones que mostrar a Guitarra y Hombre, encuentro cercano que recrea vivencia y música.

Aunque el recurso adicional de este solitario compositor gallego se trae entre ritmos de pandereta de piso (sujeta a su pie derecho) y una armónica desgarrada, heredera de algunos pasajes dylanianos, elementos que dan un aire más global a su trova giratoria de capitales y ciudades sin nombre, donde sus acordes marcan paso.

En cuanto a su repertorio se anota la sobresaliente mención de vivencia de cantautor, envuelto en el desamor hastiado de "Es verdad", su tema de apertura; temas nuevos que en Colombia pueden ser clásicos de un pasado desconocido o hits de un futuro impredecible, composiciones en su itinerante paso por fronteras que hablan sobre la mujer que puede ser y no será, los aires de Buenos Aires o los de "El cielo de Madrid", o la búsqueda peligrosa y marina de algún "Rostro de actriz", además de evocar al "Nowhere man" en alguno de sus temas, y ser fatalista y frío con su "Quemas".


Finalmente en un rockanrolero cierre, llega su interacción con el público donde le recuerda en coros compartidos que "Algo está pasando" y que si ha de pasar algo nuevo, será por nuestra causa y por la de su guitarra marinera, poción seductora de melodía foránea que enamora almas y las deja condenadas al vil recuerdo de una cena de estribillos que solo se repetirá hasta la próxima visita de un Xoel que agrada con su delgado carisma y su entrega a la trova urbana que flirtea con el rock y el pop todo el tiempo. Un hombre que se reconstruye de forma continua a través de la canción.



NO TAN GRANDE, SI TAN BUENO.

Y con los juguetes completos llegó el tan esperado artista de cierre, que, aprovechando el desorden y la algarabía de un triple toque, hizo gala del lanzamiento de su compilatorio No Tan Grandes Éxitos que comprende sus temas más destacados desde su primer trabajo Utopico de Cancer hasta sus proyectos alternos con los Water Resist, aquel Andrés Correa que desfila entre distintos géneros y se potencializa cada vez más como uno de los compositores con más huella en la escena local.

Y como las composiciones clásicas, tuvo varios "movimientos" dentro de su muestra musical de la noche. Comenzó con un allegro rockanrolero, con instrumentos a full carga donde desfilaron 3 temas en seguidilla y mostró su lado más vitalista, acompañado por un lujo de anónimos virtuosos, que hicieron dote elaborada de bajo, guitarra y teclado bien alimentados, con toda la disposición para repuntar su sonido en el recinto. "Prueba y error", y "Círculo vicioso" hiceron parte de este medley lleno de fuerza y el lado eléctrico de Andrés.

Pasamos al andante, las tonadas melancólicas y solitarias de la guitarra como única compañía, y los desaires líricos de historias tristes, que mostraron la faceta más íntima del artista, incluso, en un momento solo acompañado por el chasquido de los dedos y su voz lastimera. La bonita intervención deja plasmados los cortes de "Monstruo" o "Esta vez", y la presentación especial de la siempre pequeña en tamaño pero gigante en voz Ilona, cómplice femenina en la presentación del tema "Cielo"compuesto por Pala, quien regaló su rostro y voz en testimonio de videobeam, donde los tres lograron darle un aire particular a la mitad del show.

Y para la parte final regresan la guitarra virtuosa de Camilo Granados, eslabón entre el jazz y el rock, el bajo poderoso de ecléctica salida de Daniel Montoya y los teclados de David Burbano, que en sus solos recuerdan los momentos más intensos de algún woodstock lejano o las catarsis de cualquier virtuoso de música de cámara. Todos ellos, integrantes de una tropa lista para retumbar y brindar felicidad musical a los asistentes que vieron a un siempre modesto cantautor de figura menuda y sincera, que en sus últimos temas dio a destacar la versión bluesera de "Estúpido", y la intervención a dúo con Xoel López de "Ventana Indiscreta" y el tema del español "Reconstrucción".

Un plato musical de exquisitez en español, de franqueza pura, salpicado por condimentos de dureza lírica en algunos minutos, y en otros suavizado por el idealismo romántico de algunas ideas convertidas en letras.

Y el irrefutable hecho de saber que no todo lo que se emite en radio es la última palabra, y que, exponentes como estos 3 protagonistas de la noche demuestran que a pesar de No Tan Grandes (como lo plasmaría un listado de éxitos), pueden ser Si Tan Buenos (como lo plasma el idioma universal de la música).

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