En pleno apogeo de los videoclips en Mtv, los looks extravagantes y una declaración abierta del new wave para darle paso a la libertad de colores, palabras y curvas musicales, era visible la labor del dúo británico Eurythmics, que rompió con listados y modas apenas fueron reconocidos por su clásico "Sweet Dreams (are made of this)" y lograron aparecer en la escena como claros exponentes de la nueva onda en sonidos de los ochenta.
Después de semejante éxito, de un single que aún se escucha en cualquier discoteca, pasarían a finales de 1983 a publicar uno de sus trabajos más compactos y versátiles, donde pudieron compilar sonoridades provenientes del post punk, el new wave y obviamente, su desarrollado synth pop del cual fueron principales expositores. Este fue Touch, la marca madura de Annie Lennox y Dave Stewart donde se mantenía aquella postura andrógina que los hizo famosos, con un claro objetivo de exponer el tormento y la felicidad que causa cualquier relación amorosa, muy visible en las líricas y en una portada que sugiere la dominancia femenina y todo el peso del remordimiento, la zozobra y la esperanza en la mujer, inspirado a través de una relación sentimental que hacía un tiempo sostenía el dúo antes de llegar a la fama, y que para su época en la cúspide, se limitaba al campo profesional.
El listado de canciones consiste en nueve temas con distintas posturas, en una consecuente navegación de melodías tristes y otras tantas más eufóricas, sin perder aquel aire misterioso que siempre imprime Stewart al trabajo en los synths. En el apoyo de arreglos de cuerdas estuvo el prolífico compositor Michael Kamen, quien sería reconocido más adelante por bandas sonoras como Arma Mortal o Brazil, y como siempre, su aporte fue el necesario para dar riqueza al ritmo de Touch.
El recorrido inicia con el lluvioso clamor sintetizado de "Here comes the rain again", con el solemne tratamiento en los cantos de la escocesa quien busca a un amante que comparta sus pasos a través de las mojadas calles de la música; unos violines inteligentes y reposados que acompañan este clima ceremonioso del tema (obra y gracia de Kamen); y la melancolía elegante que despide un aliento a paisajes urbanos desolados que buscan abrigo en el amor de dos transeúntes anónimos. Indiscutible clásico de este trabajo, tal vez el segundo en el orden después de "Sweet Dreams".
Continúa la onda new wave con un poco de luz en los sintetizadores, más caprichosos y casi percutores en "Regrets", un tema que expone el jugueteo de los coros con sonidos de sirenas ambulantes casi infantiles junto a la voz, esta vez muy andrógina de Lennox, quien declara una venganza lenta y busca con la lírica torturar a su pareja hasta la saciedad, en tono de dominatrix imperante mientras los metales del final abogan por una posición del new wave que castiga de forma divertida.
El tema más apegado al new wave es el sencillo "Right by your side", casi un calypso con un xilófono afinado al mejor estilo de las kalimbas de Earth, Wind and Fire, en un tema que podría ser digno de un soundtrack de La Isla de la Fantasía o Buscando a Nemo, con una voz más relajada y alegre de la vocalista, mucho juego de trompetas y otros metales y la constante presencia caribeña durante todo el track, en el que siempre se busca el mantener a un compañero leal, que logre crear armonía amorosa entre saxos y pianos de felicidad.
Y aquí viene la curva de Eurythmics donde muestran un álbum abierto a distintas sensaciones con la pista "Cool Blue", un desahogo rebelde y fuerte, casi rockero, con ciertas inclinaciones al EBM, y más cercano a los primeros tiempos de Depeche Mode o algunos experimentos de Devo, que rompe con un coro que despierta narcolépticos y detiene su inicio efectista y repleto de sustancias synth, además del ingrediente de unas voces auxiliares prefabricadas que recuerdan algunos samples de grupos de hip hop divertidos de finales de los 80s.
Otra pieza magistral que guarda este trabajo es el inolvidable sencillo "Who's that girl", que por su composición y el manejo de atmósferas parece ser una secuela del superéxito "Sweet Dreams", y que propone, esta vez de forma menos bailable, un manejo impecable en los arreglos de Dave Stewart con cambios y texturas muy ricas que dan fe de una música muy elaborada, y un pasaje impetuoso, castigador, que quiere descubrir cuál es la chica por la que le han reemplazado, la eterna pregunta del ex. Uno de los grandes momentos del álbum.
Regresa el new wave en todo su esplendor con mayor presencia de guitarras y unos gritos prefabricados que bien podrían aderezar una clase de body combat en "The first cut", la pieza en la que las cuerdas toman el mando por momentos y tienen casi la misma importancia que los teclados, los reyes del ritmo Eurythmics. Esta vez hay un parecido subliminal con algunos elementos de la gente de Devo, mientras la letra de la canción pone en el reflector el tema de los prejuicios y consolida la androginia como parte del arte del dúo, que propone libertad ante todo en el primer lustro de los 80s.
Una petición por tranquilidad, una búsqueda constante del paraíso del sosiego es la solicitud que pone en su letra Annie Lennox en la canción "Aqua", acompañada de un repetitivo pa pa pa de voces femeninas que acosa de forma incesante el clamor de libertad mientras la pista se desenvuelve en un híbrido de tonos acuáticos un poco caribeños, un poco anglo, un poco bizarros, un poco Eurythmics, una vez mas fiel exposición de sonido abierto; en el new wave cabe cualquier cosa, incluso un "Don't touch me" masculino que suena en algunos fragmentos del tema, y que nos podría traer a la memoria el "Oh yeah" de Yello.
Lo que sigue es contundente, cual composición de juez que da veredicto, un corte que va creciendo mientras se desarrolla a través de los famosos gemidos de Annie y se va tornando casi industrial, frío pero voraz, "No fear No hate No pain (no broken hearts)", una clara declaración en contra del miedo y el dolor, una aplanadora que quiere deshacerse de la decepción amorosa, una vez más un reflejo casi condicionado del término de la relación sentimental entre la escocesa y el inglés. También enriquecido con algunos violines orquestales, esta es tal vez la pista que se acerca a los sonidos industriales que tomarían partido más adelante en el segundo lapso de la década. Y el juego de falsetes en los coros con la voz de Lennox le da un aire muy particular, que ubica la canción fuera de la posibilidad de ser alegre, parece un vestigio excavado de las profundidades del post punk.
El trabajo termina con una exposición de teclados muy orgánicos, al mejor estilo Kraftwerk, que contrastan con los coros femeninos y una voz neutra de Lennox que quiere contarnos un secreto en su letra, pero jamás lo va a revelar,"Paint a Rumour", un extraño tema que no tiene clasificación, pues mientras los teclados indagan la experimentación, la voz se queda en un solo sitio de suspense, los coros van muy arriba y hay algunos slaps de bajo que quieren imprimirle algo de funk al asunto, y unas trompetas que nos recuerdan que estamos en el sonido de los ochentas, bastante abierto el tema en un popurrí que no es fácil de digerir, pero que le da carta abierta al dúo para experimentar.
En ese recorrido se puede apreciar la amplia gama de Dave Stewart para componer y transportarse por distintas atmósferas sin perder su sonido esencial, y la mística que siempre le imprime la voz de Annie Lennox en las piezas donde a veces te puede hablar de una forma muy masculina y en otras no tanto, a veces insensible, a veces sublime. Catalogado por muchos como uno de los trabajos más importantes de los 80s es, ciertamente, un gran legado que impulsó el desarrollo del synth pop y sacó provecho de la explosión new wave, pero que, fuera de toda catalogación comercial, es un trabajo que muestra todo lo que puede hacer un sintetizador bajo un buen pilotaje.
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