29 dic 2014

CINEMA COLOMBIA 2014


La fuerza que necesita el cine nacional parece tomar impulso a través de un elemento financiero que logra sacar el barco a flote cuando de fondos se trata, la coproducción. Es cada vez más común escuchar esta palabra cuando hay referencias sobre cine colombiano (y se podría decir que latino), donde la unión hace la fuerza y cada vez se busca fortalecer más el aparato audiovisual de gran pantalla hecho en Colombia. Productores que colaboran en el exterior, directores extranjeros que vienen a locación colombiana, actores nacionales que se entremezclan en créditos de películas foráneas, la globalización también se ha tomado el cine de este lado del continente.


DAGO Y TROMPETERO 2014

Como es costumbre, el calendario fílmico local inició con un nuevo título de la imparable máquina taquillera de Dago García Producciones, efectivo para convocar público, no tanto para contar historias memorables. El Paseo 3 es el final de la trilogía que comenzó el papá Antonio Sanint, continuó John Leguízamo y terminó Alberto Barrero con una desgastada trama donde la familia tradicional que vivió sus vacaciones se dispone a regresar a casa, mientras vive situaciones poco creíbles, poco risibles y cada vez más alejada de su primera parte, donde lo único rescatable que prevalece es el sentido de la unión familiar. De las tres entregas, la final fue la menos esperada y por lo tanto la que menos recaudó en taquilla, y aunque no tuvo malos números demostró que la fórmula repetida deja de ser un recurso para convencer.


Lo curioso es que El Paseo 3 no fue dirigido por el copiloto de Dago, Harold Trompetero. Tal vez fue porque él también tenía su título para estrenar, Todas para Uno, una comedia romántica que lo devuelve a las temáticas de Diástole y Sístole (1999), pero sin el mismo impacto y picardía de su debut como director. La historia de un DonJuan criollo (Santiago Alarcón) que vive inconforme con su situación sentimental y busca el verdadero amor, mientras su asistente (Jessica Cediel debutando en gran pantalla) es su paño de lágrimas y quien lo ama en secreto. Con el leitmotiv musical de Esteman y los chistes flojos de Alejandro Riaño, el romanticismo jocoso de Trompetero es un refresco ligero para las historias violentas que son costumbre en cartelera nacional.


DELIRIO POR LOS BALONES

2014 fue un año de balones sin duda alguna. La clasificación de Colombia al Mundial de Futbol de Brasil fue el catalizador para la salida de nuevos títulos que abrazados por el éxito de la Tricolor buscaron empatía con el público en las grandes salas. En marzo se estrenó el primer ejemplar de estas películas hechas con la pelota, Bolaetrapo, dirigida por el mexicano Guillermo Iván, un retrato colorido de un torneo internacional de fútbol popular que se juega con un balón rudimentario y que tiene como protagonistas a un barranquillero y un mexicano quienes no solo se disputan el trofeo de campeón sino el amor de una porrista. Provista de un buen número de clichés costeños y enmarcada en lo pintoresco al contar con gringos, gauchos y manitos en la tierra de la butifarra cuenta con una fotografía de buena factura por parte de Mauricio Vidal pero se va aflojando al contar muchas historias que se desvían de un objetivo real y poco a poco van despedazando la bola de trapo que se ganará el amor de la protagonista.



En abril las salas de cine se inundaron de salsa. La prometedora Ciudad Delirio que abrió el Festival de Cine de Cartagena hizo su estreno para el público y como era de esperarse tuvo una alta recepción en Cali, ciudad salsera por excelencia. Sin embargo el film de la española Chus Gutierrez presentó una coreografía visual sin mayor virtuosismo, especialmente en la trama. Mientras se muestra una Cali costumbrista a medio hacer, esta comedia romántica que narra el idilio entre un español que quiere salir del limbo rutinario europeo y la directora de una academia de baile que aspira a presentarse en la gran compañía Delirio, termina siendo blanda y predecible. Logra ser reforzada con dignidad por el vestuario y el soundtrack y se destaca por la naturalidad del antagonista John Alex Castillo y algunos planos de la Sucursal del Cielo y de las coreografías. Queriendo ser una descarga brutal con la elegancia del son montuno, Ciudad Delirio es una Salsa Rosada tibia, a la que le faltó pasión en el relato.

Uno de los directores que emprende camino a sacar a la luz un título anual en las salas es Fernando Ayllón, que ya lleva en su haber los títulos de ¿Porqué Dejaron a Nacho? (2012) y Secretos (2013). En su tercera entrega nos muestra otro filme nacido del fenómeno Brasil 2014, Nos Vamos Pal
Mundial, comedia blanca que narra las peripecias de dos amigos taxistas que van recaudando fondos de diversos modos para poder viajar al país de Pelé para apoyar a la selección. Al mejor estilo de Sábados Felices, la película recluta a varios personajes de la comedia televisiva para actuar básicamente en un solo sketch conceptual con chistes predecibles que son efectivos ante un público familiar sin mayor pretensión que de comer crispetas y reírse un domingo. Del elenco se rescata la curiosa aparición de Maru Yamayusa (Dejémonos de Vainas) y su jerga futbolística. Ayllón va encaminado junto a la gente de Take One Film Productions  a competirle al monstruo industrial de Dago García. Todavía le falta mucho en recaudación de taquilla, pero en cuanto a guiones y actuaciones, van en franca lid.


La última entrega de aquellas películas con "Fiebre Amarilla" del fútbol fue De Rolling 2: Por el Sueño Mundialista estrenada en mayo, con un resultado menos afortunado que su antecesora, tanto en taquilla como en historia. Una vez más el comediante Andrés Lopez hace un homenaje a la sobreexposición y al gag desgastado en una  múltiple aparición con 9 personajes distintos, donde el objetivo es narrar el Mundial del Futbol Suiza 1954 desde una cabina de radio, una vez más desde la imaginación del locutor Chucho. Sosa, floja, monótona y nada creíble, esta reciente entrega de Harold Trompetero deja mucho que desear y provoca un hastío inevitable de la imagen de Lopez. Lo único que puede rescatar Trompetero de este filme es llegar a ser el director colombiano con más largometrajes en su carrera, once para ser exactos, superando al veterano Gustavo Nieto Roa, que en 2014 llegó a diez títulos con Estrella Quiero Ser.


LOS INDEPENDIENTES, A MITAD DE AÑO

En junio salió a luz pública la ópera prima de Andrés Cuevas, Souvenir, apuesta por un cine de carácter romántico sin llegar a ser risible ni lacrimoso, una especie de walk movie -o en términos criollos, una película de caminata-  en la que el protagonista (Alejandro Estrada) es un vendedor que regalando un souvenir intenta descifrar la cita romántica perfecta de su vida. A través del montaje paralelo y muchos diálogos se van explorando zonas humanas que se refieren a las relaciones interpersonales con puntos de vista variados, discutibles pero válidos. A pesar de las dificultades con el sonido directo y un score poco afín con la trama, Cuevas tiene el mérito de proyectarnos un guión distinto, lúcido en frases y apostando por la universalidad, donde el amor siempre será tema de discusión y de interés. Sin llegar a ser la transformación del cine o la reflexión absoluta, Souvenir fue una cuota de refresco dentro de la cartelera local, que le apunta a lo humano antes que a lo divino sin mayores pretensiones.


 
La reivindicación del talentoso Rubén Mendoza con el público vino en julio con Tierra en la Lengua, una hermosa y cruel poesía audiovisual enmarcada en los Llanos Orientales. Luego de su controversial e incomprendida La Sociedad del Semáforo (2010), Mendoza regresa para contarnos una historia patriarcal, que va despedazando el machismo gradualmente y que nos muestra un anciano que quiere terminar sus días en el río asesinado por sus propios nietos. Un portentoso papel del abuelo (Jairo Salcedo), una tremenda fotografía rebelde y caprichosa de Juan Carlos Gil y un vértigo psicotrópico con olor a llanura es una amalgama audiovisual llena de magia salvaje, una película poderosa y sangrienta, cruel e indomable como la visión cinematográfica de Rubén Mendoza, que a pesar de contar con muchos adversarios ante sus posturas, se consolida como uno de los grandes nuevos talentos en el panorama fílmico colombiano.


LA VIEJA GUARDIA, LA NUEVA GUARDIA

En agosto dos directores de la vieja guardia volvieron a hacer presencia en la cartelera. Desde Juana tenía el Pelo de Oro (2007) Pacho Botía no daba señales de vida hasta este año, en el que reaparece con El Faro, una Santa Marta del olvido donde un viejo guardafaros debe cumplir una promesa y un par de forasteros deben ayudarlo a realizarla. Con el cumplimiento del deber como valor a resaltar, este filme pasivo mas no lento es una nueva muestra de aquel cine de carácter etnográfico al estilo de Los Viajes del Viento o Chocó, esta vez anclado en un paraje olvidado de la costa caribe colombiana. No contó con fortuna en la taquilla (3.926 asistentes) como tampoco lo hizo la más reciente película de Gustavo Nieto Roa Estrella Quiero Ser. El célebre director de Esposos en Vacaciones y El Taxista Millonario esta vez sufrió uno de los grandes descalabros de su carrera al apenas convocar 4.354 personas a las salas con una historia muy débil que reencaucha los novelones mexicanos de la niña pobre que quiere ser rica y famosa en la TV y es utilizada por un afamado director de novelas. Con un guión poco atractivo y de baja credibilidad, actuaciones flojas y problemas con el diseño sonoro, esta película pasaría a engrosar cualquier lista de culebrones que no llegan a trascender. Tal como le pasó a Trompetero este 2014, cantidad no es sinónimo de calidad, sin embargo Nieto Roa puede ostentar en su prontuario diez largometrajes en su haber.

El primer ejemplo de terror teenager en Colombia se vivió gracias un director teenager, que contó con mucha suerte en las taquillas, aunque no tanta con la crítica. David Bohórquez es un jovencito inquieto que, con un bajo presupuesto y la ayuda en un cameo del Youtuber Nicolás Arrieta logró convocar 37.500 personas y ser una de las escasas cintas colombianas en mantenerse más de una semana en cartelera, Demental. Un fenómeno inédito que logró hacerse realidad gracias al marketing digital, un acertado manejo en redes sociales y apuntarle al público que necesitaba: el teenager. La leyenda de 14 estudiantes asesinados por un psicópata despierta la inquietud de una joven escritora quien comienza a investigar sobre este misterio y termina sumergida en su propia historia de terror, es el resumen de una película joven que mezcla estilos e influencias de películas como Snatch o El Club de la Pelea en una versión más precaria, llena de planos sucios y fuera de foco, sugiriendo mas no exhibiendo la sangre y con actores juveniles que no prometen grandes carreras, que sin embargo logró captar atención por la buena promoción en Internet. Un fenómeno que poco a poco se irá desarrollando a este lado del hemisferio, donde solo es suficiente una idea, una cámara y un buen influenciador de alguna red social que atrape a un incauto virtual.


TRAMAS DE JÓVENES. TRAMAS DE "CUCHOS"

A finales de agosto se estrenó Mateo, de María Gamboa Jaramillo. Postulada a la preclasificación para el Oscar a película extranjera, es un retrato de la adolescencia en la provincia, llena de dudas, búsquedas, anhelos y sed de poder. Con el uso de actores naturales, el protagonista vive un dilema entre el amor al dinero a través de la extorsión o el amor a las personas a través del arte. Con un sentido de responsabilidad social, Mateo es una cinta honesta sin mayores artificios, con un guión sencillo pero inteligente y con el río Magdalena como escenario de las búsquedas de este joven, que podría ser cualquier colombiano. Buscando retratar a la juventud pero desde otro escenario se estrenó la segunda cinta de Oscar Ruiz Navia, Los Hongos. Mas que una trama, es una pintura de la Cali suburbana, recorrida por dos jóvenes amigos que aman el graffiti y viven la ciudad a ritmo de Zalama Crew, La Llegada del Dios Rata o  Gan Gan y Gan Gon. Estos desahogos de aerosol en celuloide crean una película muy personal de Ruiz Navia, con ciertos tonos de izquierda, contemplaciones de muro pintado y la vida vestida de calle. Con una bonita actuación de la Ñaña (Atala Estrada), Los Hongos se desprende de los guiones que buscan un objetivo y simplemente lo que busca es mostrar una atmósfera, la caligrafía de una ciudad.

La Ñaña, una de las  grandes "Cuchas" del 2014.

La zona de estrenos documentales en salas comerciales durante el 2014 contó con el tema de la droga sin mayor prejuicio. El primero fue en octubre, Infierno o Paraíso de Germán Piffano. Un loable seguimiento del director durante 11 años a un adicto al bazuco, desde sus momentos más críticos en la Calle del Cartucho hasta su posterior rehabilitación y residencia en España; a través de un registro documental sin ninguna floritura estética logra hacernos captar el lado humano del bazuco y el lado inhumano de Europa, donde el infierno y el paraíso se confunden y no hay una visión certera de la felicidad. El otro documental, falso documental con elementos de road movie, proviene del siempre polémico Rubén Mendoza estrenando su segunda cinta del año. Memorias del Calavero es el regreso a la tierra natal de "El Cucho", mítico viejo extraído de La Sociedad del Semáforo para que vaya revelando detalles de su andar por el mundo y que vive la vida con una intensidad de muerte próxima. Maestro para engañar, febril expositor de la causa perdida, Mendoza una vez más crea un imaginario vertiginoso lleno de humo y alucinaciones en un documental sucio y agitado por los paisajes de Santander, que encuentra su redención y limpieza audiovisual cuando revela que no es un documental. El cine de Mendoza -junto a la música de Velandia- siempre será poético, simpático e irritante a la vez.


LOS NIÑOS DEL 2014

Cuando Dago García no cuenta entre sus filas con Harold Trompetero o Felipe Dothée para dirigir sus producciones encuentra siempre la colaboración de Juan Camilo Pinzón. No fue suficiente el relativo "fracaso" de El Paseo 3 (la película colombiana más taquillera del 2014) para publicar una nueva, Carta al Niño Dios. Para García se está convirtiendo en costumbre lanzar en paralelo a sus comedias sencillas, películas que promuevan los valores familiares con el propósito de captar audiencias de todas las edades y entrar a producir cosas políticamente correctas. Luego de títulos como El Carro, El Control y El Paseo hay una nueva entrega fílmica en la que un padre hará todo lo posible para regalarle a su hijo una bicicleta, petición del niño para Navidad. Con un humor muy blanco y Antonio Sanint como gancho de taquilla, una vez más la llave García/Pinzón entabla conversación con la industria y enriquece sus arcas con un guión sencillo y sin misterio, donde siempre prevalecerá la misma moraleja, mantener la unión familiar.

Durante el 2014 curiosamente no se había tocado el tema del conflicto armado y narcotráfico colombiano, uno de los más usados y vapuleados por la crítica y el público. Salvo algunos momentos de la coproducción Manos Sucias y la posterior salida de Plata o Plomo, hubo silencio alrededor de este tema. Curiosamente, una de las películas más aplaudidas del año encerró de nuevo esta temática pero desde una perspectiva infantil. Ya existía un bonito precedente con Pequeñas Voces (2010) y Los Colores de la Montaña (2011), pero esta vez la narración se traslada al departamento del Nariño con Jardín de Amapolas. Un padre y un hijo desplazados se introducen en el negocio del cultivo de amapola, el único lucrativo al sur del país, entretanto el hijo va cultivando una amistad con una niña vecina, quienes le hacen el quite al conflicto con sus juegos y travesuras. La amapola es belleza y fatalidad, lucro y maldición, fragancia y plomo, es la dualidad en la que siempre se ha encontrado Colombia, que queda expuesta en este sencillo pero bonito retrato de un país, un paisaje idílico de hermosura letal.

Inocencia fatal. Jardín de Amapolas, de Juan Carlos Melo.

A comienzos de diciembre se estrenó Petecuy La Película, de Oscar Hincapié, un conjunto de géneros que abarca el falso documental con el drama, la acción y con un propósito social, que es rescatar a un grupo de pandilleros de un barrio de Cali e intercambiarles armas por ideas para hacer su propia película. Su intención merece todos los aplausos, sin embargo el desarrollo de la historia se va perdiendo y mientras sus tonos reales adquieren matices de ficción sin mucha credibilidad, su responsabilidad social se va convirtiendo en pura propaganda de la misma película, lo que opaca el centro del relato. Con César Mora al mando actoral y mucho rap de Cali se va exhibiendo este filme con éxito en varias muestras activistas y de derechos humanos, pero como muchas películas colombianas independientes, con muy poco público en la única sala comercial de Bogotá donde la pusieron en cartelera.


TRABAJANDO EN EQUIPO

El cine colombiano cada vez va más de la mano con la coproducción. Los productores tienen menos miedo y se arriesgan a hacer apuestas mixtas donde otros países participan y contribuyen a la realización de nuevos productos. En enero estuvo Anina, largometraje uruguayo animado con la producción de Jhonny Hendrix que nos mostró una bella niña con nombres, apellidos y situaciones palíndromas; en mayo se estrenó Secreto de Confesión, del director venezolano Henry Rivero (En Coma), con una historia policíaca de ritmo vertiginoso donde un criminal va confesando sus pecados a un cura, con la participación de Marlon Moreno y Juan Pablo Raba; en junio se estrenó la taquillera historia de terror Encerrada, que de Bogotá se traslada a una zona rural para introducirse en un cuarto recóndito donde se esconde una niña misteriosa, y que contó con actuaciones de Carolina Guerra y Sebastián Martínez, quienes también dieron crédito a un atractivo balance de taquilla; en julio se estrenó la argentina Días de Vinilo, una divertida comedia en torno al rock clásico y un homenaje a The Beatles, bajo la producción de Rhayuela y Federico Durán, con un guión entretenido que refuerza el valor de la amistad y el amor por la música.




La mejor coproducción que presentó el 2014 vino de la mano del director americano Josef Kubota Wladyka y su ópera prima Manos Sucias, que aunque toca el tema del tráfico ilegal de armas y el conflicto armado, logra convencer por su ritmo, su dirección de actores naturales y su emotividad, además de mostrar una visión interesante del Pacífico desde su ojo foráneo; en octubre se estrenó la cinta americana Default del colombiano Simón Brand, impregnada de la atmósfera hollywoodense, con recursos estilísticos de cámara en mano y recreando la angustia de un secuestro dentro de un avión, sin pena ni gloria en la taquilla local; cuatro años después de presentarse en el festival de cine de Bogotá se estrenó en sala comercial Plata o Plomo del director paisa John Human, abordando el tema de los narcos pero esta vez desde la geografía de Miami, sumándose al arsenal de narcopelículas con origen en Colombia; en noviembre estuvo en cartelera Deshora desde Argentina con la producción de Jhonny Hendrix de nuevo y la actuación de Alejandro Buitrago, quien encarna a un joven en rehabilitación que llega a la casa campestre de una prima para perturbar su matrimonio; finalmente,  en diciembre la directora peruana Enrica Perez estrenó Climas, con la producción ejecutiva de Diana Bustamante y la historia de tres mujeres de sitios remotos que aman, viven y duelen a su manera, bajo la temperatura emocional del ser femenino.



Los números son gratos con el cine colombiano si se unen los esfuerzos entre producciones locales y coproducciones lanzadas durante el 2014, con un total de 26 títulos. Los números no son tan gratos con muchas de estas producciones al saber que las salas de exhibición comercial son reacias y la gran mayoría de estos filmes no duran más de una semana en cartelera. A pesar de bajar ostensiblemente la cifra de convocatoria con la cinta acostumbrada del 25 de diciembre, el título local más taquillero del año fue El Paseo 3 con más de 825.000 espectadores, y los títulos que salvaron el año con asistencias aceptables fueron Encerrada por su terror hollywoodense (395.000) y Ciudad Delirio por la expectativa caleña (279.900). Con todo y la falta de apoyo por parte del público, el cine nacional sigue, se diversifica, se asombra por su capacidad de variar en historias luego de tener dominancia del narcocine y las películas de conflicto armado, contando apenas 3 de las 26 estrenadas. Cabe anotar que los mejores roles del año corrieron por cuenta de la tercera edad llenos de carácter y sabiduría a su modo, desde el machista abuelo Silvio de Tierra en la Lengua, pasando por la abuela Ñaña y el papá Gustavo de Los Hongos, la laboriosa Zoraida de Climas, hasta llegar al carismático Cucho de Memorias del Calavero. A pesar de la aún incipiente concurrencia del espectador común, nuestro cine sigue siendo una empresa romántica que los directores, productores, gente del gremio y cinéfilos esperan por verlo metido en el engranaje de una posible industria. Ya existen las coproducciones. Ya existen los festivales. Faltamos nosotros, la gran audiencia.





18 nov 2014

EL FENOMENAL TOD BROWNING


La productora MGM vivió momentos de desazón y repudio al patrocinar la ejecución de una película de esta categoría. Trabajar con King Vidor en The Champ, rodar Tarzán de los Monos o reunir a Greta Garbo, John Barrymore y Joan Crawford en Grand Hotel era la convención que les brindaba taquilla y buenos comentarios durante el año de 1932, pero se les atravesó una apuesta con visos de terror y un nombre con buenos pergaminos proveniente del cine mudo que recientemente había lanzado a la luz la versión primigenia en inglés de Drácula y que ostentaba cierta popularidad en el género de los gritos y la piel erizada. Llegaba a escandalizar al público el visionario Tod Browning con un título provocador, Freaks.

Tod Browning, la cabeza de lo impensable

FORMANDO LO DEFORME

Browning venía de trabajar durante un buen tiempo con el legendario actor Lon Chaney conocido como El Hombre de las Mil Caras y había lanzado al estrellato a Bela Lugosi interpretando al Conde Drácula. Contar con este precedente le brindó a Browning garantías para poder reflejar en la pantalla grande un homenaje a la vida circense que tanto apreciaba y que mostraría una nueva faceta de la deformidad. El resultado sería tan gráfico e impresionante que el público pacato de la época la consideró repulsiva y de ofensa para el ojo, que la relegó a una pésima recaudación en taquilla y a ser vilipendiada durante muchos años hasta ser rescatada por el festival de Cannes en los sesentas.

"El amor por la belleza es un sentimiento profundamente arraigado que se remonta al principio de la
civilización. La repulsión que nos causan los anormales es el resultado del largo condicionamiento de nuestros antepasados". Este es un aparte de la leyenda inicial del filme que nos introduce en un contexto que va a romper con el molde estético del cine de la época, y que va a confrontar sin prejuicio la realidad de los seres diferentes físicamente. Gran parte de la reacción despreciable por parte del público provenía del casting: A diferencia de Lon Chaney (un maestro en las artes del maquillaje), los protagonistas de la historia tenían peculiaridades de orden real, desde el más sencillo enano pasando por las hermanas siamesas y un ser hermafrodita hasta llegar a un hombre sin extremidades que se desenvolvía por la vida arrastrándose con su torso. Un circo de deformidad y seres únicos al servicio de una pantalla grande predispuesta al rechazo.

El entorno más adecuado no podía ser otro que una carpa de circo, hogar de una comunidad nacida para ser distinta. La trama, basada en el cuento Spurs de Tod Robbins, nos lleva al interés de Cleopatra, una trapecista con sus partes completas y belleza europea en casarse con el enano Hans, heredero de una cuantiosa fortuna y personalidad dócil, para luego envenenarlo y apoderarse del botín en complicidad con el hombre más fuerte del circo, Hércules. Estamos apreciando entonces una historia convencional de codicia y traición. La verdadera causa de conmoción llega por los personajes que rodean la trama y su difícil convivencia con los humanos 'normales'.

Cleopatra y Hércules, los 'normales', junto a Hans, el 'freak'.


EL GHETTO FREAK

Freaks nos expone la idea de un apartheid creado por la población civil hacia los del circo, donde no existe la inclusión, se promueve la burla y se sirve la repugnancia, tal como pudo haber sido en los tiempos de la esclavitud o la discriminación gay. Los humanos 'normales' son los seres antagónicos envueltos en soberbia, mezquindad y segregación, incapaces de compartir el mismo espacio en el mundo con quienes son marcados por la diferencia física. Es un involuntario discurso de denuncia que clama por el descuido de una sociedad excluyente, que le rinde culto a un ideal de belleza y que tiene su interior totalmente desprovisto de humanidad, donde se va aglutinando una deformidad más despiadada y horrible que la física, la avaricia y el poder. El freak más cercano al humano 'normal' es el enano Hans, quien en su afán de aceptación y reconocimiento poco a poco se deja viciar por las malsanas costumbres de la gente de estatura estándar y se vuelve soberbio, egoísta y desconfiado con su propio nicho. Se deja infectar de la mal llamada 'normalidad'.

La comunidad de Freaks encuentra su lado más humano desde la óptica de Browning. Una verdadera familia con un sentido de pertenencia donde se trabaja en equipo, donde uno cubre las falencias de otro y existe un aire de reciprocidad que sería causa de envidia en los sistemas políticos y económicos de cualquier lado del planeta, y que como cualquier ser común y silvestre ama, tiene hijos, establece sus rituales y celebra sus fiestas. Leal, comprometida y feliz, es una familia unida por la extrañeza de sus cuerpos y sacrificarán su vida de ser necesario por cualquiera de los miembros de su comunidad. Si obviamos las anomalías físicas, estamos enfrentados simplemente a un grupo de humanos que sólo quieren ser eso, humanos.

                   

En la mitad de estos dos sectores encontramos los personajes que logran conciliar los dos universos. El payaso Phroso, su novia Venus y Madame Tetrallini (que no cuentan con ninguna anomalía física) buscan ofrecer mayor comodidad emocional a aquellos personajes de naturaleza singular, que simplemente buscan afecto. Ellos son el puente de comunicación directa con el mundo conocido, y sus aires de consideración y naturalidad son uno de los primeros ejemplos de inclusión con la diferencia, que en aquella época era inconcebible. Sin tener una pretensión activista, la película logra dar las primeras puntadas de un mundo diferente basado en la tolerancia. Browning había creado un 'monstruo' de carácter social sin quererlo.


BUSCANDO SER FENOMENAL

Lo curioso del asunto es que los actos más cotidianos de la vida dentro del universo freak, son catalogados como terroríficos y absolutamente repugnantes. Una de las escenas que parece no tener mayor repercusión argumental en una trama es un parto natural y el dar a conocer a la luz pública el nuevo heredero. Sin embargo, generar un cuadro familiar donde la madre es la Mujer Barbuda y el padre el Hombre Esqueleto comienza a ser algo perturbador; agregue a la escena gente sin extremidades, con microcefalia o algún defecto congénito y tendrá un inmediato rechazo. En otro pasaje de la película podemos ver el romance simultáneo entre dos hermanas siamesas que cuentan con un prometido por aparte y que parece inaudito de consumar. Finalmente, podemos apreciar el banquete de boda entre la trapecista y el enano, que nos muestra un carnaval atípico de malformaciones, sonrisas amorfas y aplausos distorsionados y nos encontraremos con un espectáculo chocante y único.

El banquete Freak.

Si hablamos de lo visual, el director se sienta sobre las bases convencionales del género, sin ser tan creativo en la generación de sombras o contrastes, jugando al plano contraplano usual, concentrado en las posibilidades de asombro que pueden causar las particularidades físicas de su elenco. Su montaje es lineal y rústico donde todavía no se aplicaban transiciones en imágenes sino fundidos a negro y no encontramos un soporte sonoro que lo haga más vistoso. Aparte de ello, encontramos huecos narrativos voluntarios donde no logramos ver un desarrollo total del flirteo y el casamiento entre el enano y la trapecista, o la venganza absolutamente consumada de los freaks, donde el personaje de Hércules simplemente desaparece y la ambiciosa Cleopatra se muestra mucho después de su castigo final. Una posible causa de estos saltos de continuidad se deba a la presión de la productora a recortar el filme de 90 minutos y dejarlo en los 64 finales que hoy conocemos. Sin embargo, lo valioso es el registro que se pudo rescatar antes de sufrir el rigor de las llamas, donde se usó una dosis mínima de maquillaje y los personajes cumplieron su tarea de causar la respectiva emoción. El espectador decidirá cuál.

Si Browning quería causar terror, de alguna forma lo que logró fue espantar al público de las salas de cine. Si Browning quería causar reflexión sobre este tipo de población, no logró causar ni un murmullo sobre el tema. Si Browning quería recaudar taquilla, lo que logró fue colectar abucheos y el inicio del declive de su carrera. Triste balance si nos damos cuenta que en otra época estos tres objetivos se hubieran podido cumplir a cabalidad. Hoy en día los amantes de la serie B -y del cine en general- le han regalado status de película de culto, su reflexión sobre el ser incluyente puede ser motivo de numerosos foros y seguramente su temática hubiera logrado llenar un buen número de salas de cine. A Tod  Browning no lo acompañó la época, pero aquella experiencia desgraciada lo llevó lentamente a ser justificado por la historia como un adelantado a su tiempo. Un director fenomenal.




17 oct 2014

THE POLICE - SYNCHRONICITY


Entran a la estratósfera musical y renuncian a ella. La consolidación del grupo británico The Police entre las bandas más populares del universo se dio casi en simultánea con su declive como grupo y con las ganas de liberarse de una vez por todas del tira y afloje entre sus miembros, donde predominaba el ego en lugar del trabajo colectivo. Incluso, la creación de su última placa en estudio se hizo con sus tres miembros grabando desde distintos lugares y un único responsable presente en la consola, su productor Hugh Padgham. Es la instancia en la que The Police le concede la mano a la gloria y  luego decide dejarla plantada.

O My God by The Police on Grooveshark                                                                                                 

Si bien este power trio inglés declinó a la idea de volver a grabar un disco, su último referente es la más alta cuota de reconocimiento que tienen en todo el orbe. 1983 era un año de nuevas energías, con el punk en caída y el refrescante new wave en la cresta de la ola, con MTV imponiendo la nueva cultura del video y la moda haciendo alarde de colorido y extravagancia. Tiempos felices para una banda infeliz. Andy Summers, Sting y Stewart Copeland (especialmente estos dos últimos) llegaron al punto del hastío y el desgaste como comunidad y la tensión era tal que hasta en entrevistas públicas sostenían forcejeos físicos medio en broma medio en serio, que vislumbraban fisuras en la amistad y remiendos de prepotencia. Magníficos intérpretes de sus instrumentos, soberbios creadores de un estilo, enlodados en un charco putrefacto de egolatría. Pero en medio de aquel barro emocional surgió su última gran Epifanía por la que el mundo rindió reverencia. Era el anuncio de Synchronicity.


EL ÉXITO NO CASUAL

Casualidad o no, su quinto trabajo de estudio resultó ser una bomba de éxito. Ghost in the Machine (1981) había sido una antesala al cambio de estilo donde el reggae entraba al banquillo suplente y sus momentos más feroces emparentados con el punk sucumbían ante tonalidades elaboradas entre sintetizadores y compases que flirteaban más con el pop. Pero en esta etapa su sonido jamás fue hecho a la ligera y tuvo la casta virtuosa de sus manos y oídos para amasar un inminente cambio en su naturaleza musical y un remolino de celebridad que finalmente terminaría por ahogarlos entre tragos de narcisismo y millones de discos vendidos.

A Sting le gusta leer. Las referencias literarias, mitológicas y filosóficas se esparcen en un prontuario de frases oscuras que son involuntarias reflexiones de un mundo apagado, post-apocalíptico, inseguro, lleno de casualidades, de donde inspira el título del álbum y saca a relucir el libro de Arthur Koestler The Roots of Coincidence y las lecturas de Carl Gustav Jung. El rubio cantante buscaba en medio de aquella literatura de la simultaneidad casual algún tipo de explicación para su éxito y también para su inminente agonía como parte de una asociación, tanto con su grupo como con su relación sentimental, bastante deteriorada por aquella época.  Era la hora de la destrucción de la unidad.


CANTOS PARA EL FIN DEL MUNDO

Grammys a su haber, #1 a los dos lados del Atlántico y "Every Breath you Take", la canción más importante del año y para muchos, de la década.  Tanto éxito en un solo lugar fue un catalizador de halagos al espejo, que resquebrajó la poca afinidad en la charla entre sus miembros.  Pero aquella distancia en la amistad resultó en absoluta empatía musical, mostrando nuevas sonoridades en un prolijo haber de acordes que cambiaron su dirección melódica. Los teclados lograron apuntalarse entre las prioridades del grupo y fueron mayor objeto de explotación. Tal como lo muestra su pista de apertura "Synchronicity I", vértigo preciso y contundente tocado a 6/8 en una espiral incontenible de fortaleza, alejado totalmente de su discografía de antaño. Los instrumentos cuestionan la casualidad siendo totalmente premeditados bajo la ayuda lírica  del poeta W.B. Yeats y sus reflexiones apocalípticas mientras Sting busca explicaciones, 'A connecting principle/ Linked to the invisible'. No complacidos del todo, deben agregarle paranoia y angustia al tema con "Synchronicity II" donde la filosofía queda a un lado para desplazarse al realismo y contar la historia de un hombre fatigado por una vida laboral y familiar desbordada en tedio, 'Mother chants her litany of boredom and frustration/ But we know all her suicides are fake'. No será casual que más adelante su monstruo interior (una metáfora de la célebre criatura del lago Ness) llegue a su clímax y salga a acabar con todo, mientras el tercer single de este disco es dominado por la guitarra de Andy Summers y adopta un equilibrio entre el rock y el pop, anunciando el desastre inminente del mundo.

La paranoia sobre el fin del mundo y la afirmación de un mundo disfuncional, mal construido y expuesto a la extinción es clara en varios pasajes del álbum. Lo curioso del asunto es que mientras Sting vive cantando su pesadumbre existencial, la música se despliega en la brisa fresca del new wave y lleva a momentos de deleite. Uno de esos buenos contrastes es "O my God" de saxo fresco, líneas de bajo jóvenes y una cadencia de batería esperanzadora, que difiere de una lírica con falta de fé en Dios, 'Take the space between us/ And fill it up some way'. Otro nuevo contraste, "Miss Gradenko" compuesta por Copeland, con arpegios de guitarra y puro sabor new wave con una voz festiva de Sting que narra un posible romance en medio del sistema comunista después de la guerra destructora y que invoca a la extinción humana, 'Is anybody alive in here?/ Nobody but us'. El mundo se ha despedazado desde su origen y los humanos le seguimos la huella a los extintos dinosaurios. "Walking in your Footsteps" confirma aquel temor apocalíptico donde todo parece indicar que lo inevitable está por llegar, 'Hey there mighty brontosaurus/ Don't you have a message for us' va entonando el vocalista entre unos teclados que se debaten entre lo tribal y lo experimental, con unas guitarras onomatopéyicas que recuerdan por instantes a Robert Fripp y con una sensación de apertura del sonido de Police al catalogado world music de la época.

                                                     

La sinergia entre los sonidos elaborados de Occidente y las armonías de la música autóctona se acercan con notoriedad en la sublime "Tea in the Sahara". Atmosférica, evocadora, desértica, un exquisito paisaje de sonidos llevados con parsimonia en bajo y batería, y una guitarra quimérica que levanta la arena suavemente entretanto se va evocando a Paul Bowles y su novela El Cielo Protector, y un imaginario que nos traslada a un desierto que recibe a tres hermanos dispuestos a tomar el té en medio del amarillo infinito, con un final trágico. Si en aquella canción la guitarra de Summers es un oasis sugerente en perfecta armonía, "Mother" es su total antítesis. Un delirio compuesto y cantado por el mismo guitarrista, con acordes de matemática paranoica y la garganta de Andy espantando una esquizofrenia propia en la que sufre la macabra e incómoda presencia de su madre durante todos los episodios de su vida, 'The telephone is screaming/ Won't she leave me alone?' Terror experimental que rompe de forma maniática con el resto de las canciones, y que también indica neurosis y angustia, palabras que cobijan todo el LP.


DESENCANTOS EXITOSOS

Una de las razones que forjaron aquel lado oscuro de la lírica en Synchronicity fue el rompimiento sentimental entre Sting y su pareja Frances Tomelty. Entre el miedo al fin del mundo, el hastío de la guerra y el vacío existencial, también hay que agregarle el desencanto amoroso. Su  single #1 de todos los tiempos no es una canción de amor, sino de desespero. "Every Breath you take" es el hostigamiento del ex, la negación de la pérdida y la continua autoflagelación para recuperar los pasos perdidos, 'Every night you stay/ I'll be watching you'. Muchas parejas afloraron amoríos con este tema de guitarras discretas y bajos silenciosos que fue la canción del año en 1983, pero la verdad se esconde en el vacío patético de Sting. Para completar la pena e inyectarse heridas escritas viene  su cuarto single"King of Pain" (#3 USA, #17 UK), pop lacrimoso de intimidad afligida decorado con metáforas de la pérdida, un compositor que se deja llevar por una poesía alimentada de marchitez, 'There's a little black spot on the sun today/ That's my soul up there'.

Tres genios. Tres egos. The Police.
Tanta desilusión debía buscar refugio espiritual en alguna esquina de su música. Y lo intenta con su pretencioso segundo single "Wrapped Around your Finger", envuelto en referencias mitológicas y literarias con un Sting melancólico que cita al Fausto de Goethe y los monstruos marinos de Escila y Caribdis buscando iluminación espiritual y un momento de redención donde encuentre la ansiada paz emocional. Su video, dirigido por el dúo pop Godley & Creme, muestra a unos músicos saltarines que parecen enmascararse en un éxito corporal, pero están rodeados de velas dominantes que les demanda orden y les exige mayor atención a su espíritu. La canción, si bien suena a balada pop de carácter triste, porta un aliento nostálgico por arreglos dub, aquellos que fueron compañeros de otros álbumes. Sting, Copeland y Summers ya no pueden regresar atrás.

                                                     

El engañoso formato pop que aparentó The Police fue su fórmula rompedora para llegar al público de los dos hemisferios y conquistarlo con su relativa 'ligereza'. Sus canciones más baladísticas fueron la casualidad que detonó en regalías para el resto de su existencia, reconocimiento en listados y programación en emisoras aún vigente. Synchronicity no tiene la ingenuidad fiera y fresca de Outlandos D'amour ni la cadencia caribeña de Reggata de Blanc. Summers con 40 años a su espalda y Copeland y Sting con 30, sabían que querían desviar la línea alegre y jovial de otros instantes para pasar a un lado más serio, pero sin dejar de caber dentro del formato pop. Lo lograron, colmaron las listas de éxitos, vendieron millones de LPs y pasaron a la posteridad como uno de los grupos más importantes de los ochenta. Sin embargo, Synchronicity fue la crónica de una despedida prevista, su canto del cisne que los llevó en simultánea al prestigio y la separación. Cosas de la casualidad, cosas de la causalidad.



17 sept 2014

ROA, EL BOGOTAZO ANÓNIMO


En 1948 la historia política colombiana se partió en dos gracias a la figura mesiánica del caudillo liberal que parecía entregarles a sus compatriotas la Tierra Prometida. Jorge Eliécer Gaitán era la misma representación de la redención sociopolítica de un pueblo sediento de paz y bienestar que lo vislumbraba en un trono presidencial vestido de mecenas popular. Su asesinato el 9 de abril provocó uno de los hechos más estruendosos y brutales dentro del prontuario histórico colombiano, el Bogotazo, lleno de llamas, muertos, saqueos e histeria colectiva que abrió la brecha al río interminable de sangre que ha corrido por el país y que parece eternizado por la sorda ansiedad de poder de nuestro pueblo. Es aquel el escenario que inspiró la realidad ficticia de Roa, la tercera entrega fílmica del director colombiano Andrés Baiz.

Andrés Baiz y su punto de vista del Bogotazo.


CONSPIRANDO EL CRIMEN

Si esperamos ver al caudillo redentor, discursivo y grandilocuente, este no es el lugar para apreciarlo. La atención se debe centrar en Juan Roa Sierra, el presunto culpable del deceso del líder y de quien se esconden múltiples interpretaciones sobre sus intenciones asesinas, sus colaboradores y su imagen como cortina de humo para los verdaderos autores del magnicidio. Una especie de JFK a la colombiana. Inspirada en el libro El Crimen del Siglo de Miguel Torres, la historia aborda con sucesión de detalles los días previos al trágico evento donde logramos descubrir un personaje inseguro, supersticioso, soñador y fracasado, quien se complace en jactarse de mentiras, que espera ser una figura que cambie el mundo, que se cree la reencarnación de Francisco de Paula Santander y que se debate en un dicotómico sentimiento por el político liberal, que lo llevará a su funesto final como responsable de su asesinato.

Roa, el infortunado elegido.

El guión tuvo que ser sometido a diseccionar fragmentos y personajes del libro. El texto original de Miguel Torres es un compendio de detalles, descripciones y sucesos que logran recrear el universo de los cuarentas en la Bogotá de La Violencia. Hay personajes como el conductor Pote, el extranjero Tom o el tinterillo Urrutia que son descartados para la historia en celuloide, e incluso adaptan un empleo para Roa que no se relata en el libro, el de pegar carteles en la ciudad bajo la jefatura de un argentino (tal vez por términos de coproducción tuvieron que incluir este personaje). El libro tuvo que sufrir de peluquería obligada en el relato y, excepto algunos detalles de cierta conspiración extranjera contra el líder liberal que le hubiera brindado más tensión, el guión parece cumplir con la necesidad de contar con los elementos clave y las secuencias adecuadas para desarrollar la historia de Juan Roa Sierra.

LA BOGOTÁ DE BAIZ

Mientras vemos un protagonista de ojos expresivos condenado al fracaso (Mauricio Puentes), hay toda una magia de ciudad que sale desde su mirada. El mayor acierto de Roa no se traduce en su argumento sino en su entorno. Los autos, las calles, el ritmo de la Bogotá antigua creado por la directora de arte Diana Trujillo causa empatía y nos transporta a la época sin mayor dificultad. La Merced, Palermo, Teusaquillo y el Centro Histórico son los bellos disfraces de un mundo sin graffiti ni reggaetón, de un universo ataviado de sombreros y radios gigantescos y de un vestuario cuidadoso bajo la curaduría pertinente de Camila Olarte, quien vistió de gala antigua a aquella ciudad en cinta. Aquellos aportes al contexto de Roa brindan un mayor deleite al ojo del espectador y logran situarlo a la altura de las circunstancias.

El Transmilenio de la época: El tranvía.

La Bogotá de Baiz no se ve fría. El Distrito se colorea de tonos cálidos, un poco afrancesados si se quiere. La gente se ve culta, en el tranvía hay cultura ciudadana y hasta los lustrabotas y vendedores de lotería son gente respetable y de digna facha, una ciudad idílica en la que dan ganas de residir. Hasta los prostíbulos de San Victorino se enmarcan en un ámbito de pulcritud que cualquier casa de burlesque envidiaría. Tal vez tanta belleza sea dañina para crear aquel mundo de fantasía, sin embargo el entorno fotográfico es acogedor, cómodo, cuidadoso, que precisa en los detalles cuando se requiere, que en ningún momento se marea de vértigo y que compone con calma pulcra entre tonos terrosos que llaman a una nostalgia feliz. La foto de Roa no es atrevida, pero nunca requiere serlo. Sigilosamente se acerca al crimen, sin prisa pero sin pausa.

LOS ACTORES DEL CONFLICTO

Mientras los ojos protagónicos de Roa se van abriendo con el fatídico descubrimiento de su destino, los papeles que lo acompañan no se visten de virtuosismo. El Gaitán de Santiago Rodríguez es un rol sin veneno político, sin la enjundia de su oratoria y sin la sensibilidad social que le pintan algunos historiadores; desde la dirección le dieron un enfoque de funcionario común con más visos de popstar que de iluminado político, además del prontuario cómico que trae detrás el actor y que no le beneficia a la imagen que traen los libros del mítico líder; Catalina Sandino una vez más se interpreta a ella misma, sin mucho temperamento, sin un momento memorable; Rebeca Lopez interpreta a la madre de Juan Roa con digna paciencia y aunque no tiene un momento estelar en el filme, logra su cometido con callado juicio; el legendario Don Chinche (Héctor Ulloa) interpreta un fotógrafo de suicidas en el Salto del Tequendama, de quien se tiene una impresión bonita, pero que no pasa de ser meramente anecdótica; el más destacado en esta ficción histórica es el llamado Mandamás en el libro (Julio Pachón), el villano conspirador que acecha y motiva a Roa al delito y a quien le ayuda la facha y la voz para encarnar el Mal desde una oposición nebulosa. Mauricio Puentes, aquel Juan Roa Sierra paranoico y perdedor, se expresa con fuerza desde su gestualidad mas que desde su parlamento y logra moldear en su punto aquel anónimo que se hizo célebre después de muerto.

Al Gaitán de Santiago Rodríguez le falta sazón política. 

Durante toda la cinta existe aquel paralelo entre el líder y su histórico asesino. La brecha social es comparada a través de sus conductas, profesiones y roles familiares. Roa aprende a manejar taxi mientras Gaitán ostenta su auto de última gama; La Merced es un barrio que ofrece opulencia, el Ricaurte despide un olor popular de casas sencillas con fachadas de cal pintada; el político es un padre ejemplar que colabora con las tareas de su hija, el inoficioso es un padre que le roba los cuadernos a su hija y se gasta la plata del diario en matinés de cine; el universo del líder se expone entre despachos con poltronas de cuero y restaurantes lujosos, el cosmos del desempleado se viste de calle y ruido y sus manjares se reducen a pan o café. La aproximación de aquellos espacios sociales disímiles logran crear puntos de referencias clave dentro de la conducta de Roa en los encuentros entre los dos personajes: El primero en el Parque Nacional despierta la admiración y respeto, el segundo en el despacho de abogado llama al odio y desencanto, y el tercero y definitivo previo al asesinato afirma pavor e incertidumbre.


LA VERSIÓN DE UN BOGOTAZO

Algunos espectadores van a ver la película con el objetivo de resolver el crimen y saber quién fue realmente el autor del magnicidio. Tal como en el caso Kennedy, nadie lo supo. Y de hecho, ni la misma película nos ayuda a desenmarañar el enigma de los disparos. La versión de Baiz no se parcializa y opta por una interpretación abierta, donde solo nos deja en claro que Juan Roa fue un instrumento para desviar la atención de la verdad. Al no resolverse el caso, no queda otro remedio que seguirse planteando las preguntas.

Algunos espectadores van a ver la película con la intención de conocer la faceta ejemplar y poderosa de Gaitán. Aquí también saldrán disgustados con el resultado, puesto que esta no es una película sobre el político, sino sobre el criminal. Y van a ver un perfil lejano a la grandeza que ofrecen los libros sobre el caudillo, donde sale un Gaitán que remedia los predicamentos con berenjenas y sus frases más agudas salen desde una cancha de tejo tomando cerveza, y sus discursos carecen del incendio ideológico y locuaz de su verdadera personalidad. No queda más remedio que esperar un biopic del líder por parte de otro director.

         

Algunos espectadores van a ver la película con la intención de explorar la Bogotá de los cuarentas. Este es el público que va a salir más satisfecho porque se podrá sumergir en aquellas calles históricas, en el tranvía sin vendedores ambulantes, en los loteros con credibilidad, en la agitación soportable de un Centro más amable. Todos estos elementos son el bello decorado de un ser humano intranquilo que vive las carencias y frustraciones, que se mueve entre el rebusque del cristiano común y corriente, que tiene madre, esposa y una hija y que como todos nosotros, quisiera cambiar el mundo con algún acto magnífico de la vida. En su caso, logró hacerlo desde el momento aciago en que decidió participar en la muerte de un líder trascendente en la historia de un pueblo. Allí es cuando descubrimos el Bogotazo anónimo, el que generalmente no cuentan los libros de historia, porque ella siempre se va a encargar de narrar la epopeya de los vencedores.



22 ago 2014

BIG STAR - THIRD/SISTER LOVERS



Todas las bandas le apuntan al estrellato. De una u otra forma, a través de la estructura del mainstream o de la independencia que cultiva adeptos de modo alternativo, todos los grupos musicales están en pos de la atención del público. El nombre de esta banda es la paradoja de los setenta, pues solo mucho tiempo después lograron el brillo que merecía su estrella, que tuvo bastantes problemas en encenderse durante aquella época y que, a pesar de contar con el aplauso de la crítica, nunca tuvo el verdadero impulso comercial que ansiaban los integrantes de la banda. Especialmente su líder, Alex Chilton.

ESTRELLA INTERMITENTE

Luego de conocer la cúspide con su proyecto The Box Tops durante los sesentas, Chilton quiso apostarle a una propuesta más elaborada y ambiciosa. Desde el laboratorio de operaciones en Memphis fundó en 1971 Big Star junto a Jody Stephens, Chris Bell y Andy Hummel, y alcanzaron a publicar dos trabajos en LP, que contaron con buenos comentarios pero malas ventas. Las ideas musicales de Chilton fundamentaron lo que más adelante sería conocido como power pop, que no es otra cosa que construir melodías suaves combinadas con riffs rockeros y cierta influencia del blues, y que sería muy influyente en el futuro rock alternativo. #1 Record (1972) y Radio City (1974) fueron la gran construcción de un sonido, pero la progresiva destrucción de un bolsillo. Y de un estado de ánimo.

Alex Chilton, la estrella melancólica

Alex Chilton se entregó a los brazos de las depresiones y los excesos. La formación de su banda había sido fragmentada y sólo se encontraba con el soporte de su baterista Jody Stephens. La generación de su tercer álbum se produjo a regañadientes, con un componente de angustia y apatía por parte de Chilton, pero que fue material salvado gracias a la insistencia del productor Jim Dickinson y de la resolución de su pareja Lesa Aldridge para llevarlo a los estudios a grabar. Desde allí se originan dos nombres para el disco. El clásico es Third, siguiendo la consecución cronológica de su producción de placas; y el otro es Sister Lovers, debido a la coincidencia de que Chilton y Stephens salían con la pareja de hermanas Aldridge. El álbum se grabó en 1974, pero solo cuatro años después sería lanzado.



SIMPATÍA POR LA APATÍA

Alex hizo una sublime orquestación a la postración y la apatía. El fracaso en los almacenes y el aumento de alcohol y psicotrópicos en su sangre amasaron una especie nueva que se parió con música, creando sin querer una elegía al abatimiento. Sus letras se rodeaban de pasivo fatalismo, gradual desesperanza donde el mundo se iba despedazando con el paso de las canciones, y que solo era rescatado por algunas estrofas a su novia, quien en medio del charco emocional le servía de paliativo. Las guitarras acústicas se entremezclaban con slides eléctricos lastimeros y los arreglos de cuerdas de Carl Marsh sonaron sublimes y barrocos dando un aire de grandeza al desastre anímico. Se lanzaron varias ediciones del disco con algunos cortes que las diferenciaban, pero esta vez nos ocuparemos de el lanzamiento bajo el sello PVC en 1978. Entramos al edificio musical del abatimiento, bajo una fachada de arreglos que disimulan la melancolía.

Jody Stephens, el último sobreviviente de Big Star.
Chilton se despacha contra el mundo con la construcción de sus riffs guitarreros. "You can't Have me" es uno de los más grandes ejemplos de power pop con soplos de saxo anárquico, tambores rebeldes y guitarras desafiantes que recuerdan algunas épocas de The Who, mientras el vocalista sabotea su ansiado éxito con un poco de sangre caliente y un grito inconforme hacia la industria. La vitalidad instrumental se sostiene en "Thank you Friends" con una sobredosis de sarcasmo en la que repara sobre su vida caótica y solitaria, 'Thank you friends/ If wouldn't be here if it wasn't for you'. Simpático apático el señor Chilton. Hay más rimas amantes del aborrecimiento pero en tonos más reposados. "Nightime" se acerca al folk melancólico con slides de guitarra oníricos de calma traidora y nos describe una belleza fatal llena de cansancio por la vida, 'Get me out of here/ I hate it here'. Aquella depresión agraciada está cimentada en arreglos cuidadosos que se confrontan entre una confección perfecta y anarquía instrumental cuando los violines se enfrentan a la batería en "Take Care" donde el mundo no es como tal, 'Some people read idea books/ And some people have pretty looks/ But if your eyes are wide/ And all words aside/ Take care'.


 


AMOR Y ODIO MUSICAL

Lesa Aldridge es nombre clave en el aroma del álbum. Es la catalizadora emocional de Chilton, por quien siente fuertes impulsos de quererla, condenarla, pero especialmente, componer para ella. Los chelos y violines se derriten de exquisitez pop en "For you" con un cantante que clama hambre afectuosa, 'When I come home so cold at night/ You'll have the fireplace burning bright'. La dulzura serena se desbarata de amor nocturno con "Blue Moon" en suaves melodías donde el vocalista corresponde a su musa, 'If demons come while you're under/ I'll be a blue moon in the sky'. Pero para meterle el ingrediente instintivo al asunto, Big Star necesita expulsar su líbido con la rabia lujuriosa de "Kizza me", una tremenda pieza de pop rock con un destacado trabajo en el bajo y un piano lleno de frescura desbordante, donde por un momento Chilton se desvía de su apatía y se deja llevar por el placer. Lesa Aldridge es su oxígeno musical.

Lesa Aldridge, la musa de Chilton.

Así mismo, Lesa es la causante de sus dudas y angustias cardíacas. No en vano va incluido en el disco el cover de la Velvet Underground "Femme Fatale", con arreglos dulces e incluso los coros de Lesa, pero con la doble intención de culparla por su estado de enajenación mental. La voz de Alex -con ciertos visos a Roger McGuinn de The Byrds-  logra sobrepasar con su talento la primaria intención vocal de Nico, y suena más compacta y dócil, pero con fragmentos de odio interior. Ese amor de delirio suicida es expresado en toda su grandeza desde "Kangaroo", una extraña declaración de adoración llena de pasajes psicodélicos y cierto caos instrumental que nos podría llevar a una extraña fusión entre Syd Barrett y la Velvet Underground, donde el amor y el odio se fusionan para crear una esquela musical delirante  y anómala, llena de extraña fascinación.


BIG BLACK STAR

Antes del post-punk. Antes del shoegaze. Antes del gótico. Sin pensarlo, las depresiones musicales más sublimes se iban a concebir desde el espíritu de Third. Uno de los modelos abatidos más impresionantes viene de "Big Black Car", íntima, lenta y absolutamente melancólica, el desfile de un carro fúnebre por una autopista sin destino lleno de sarcasmo,  'Nothing can hurt me/ Nothing can touch me/ Why should I care?'. Pero si "Big Black Car" es un cortejo musical luctuoso, "Holocaust" es el himno a la desesperanza, depresión en el pozo más profundo donde no hay un ápice de futuro y Chilton se lamenta de su destino sin retorno, 'You're a wasted face/ You're a sad-eyed lie/ You're a holocaust'. Es la punta más alta de la pesadumbre concebida desde los setentas.

Big Black Car by Big Star on Grooveshark

El universo de Alex Chilton está envuelto en un paño espeso de aflicción, que logra apenas llegar a la tibieza gracias a las canciones compuestas para su novia, las anécdotas fraseadas de una amiga en "O, Dana", los violines activos de Noel Gilbert en "Stroke it Noel" o el extraño villancico que busca un renacimiento en "Jesus Christ". Sus canciones de base pop logran llegar a un contexto elaborado a partir de los arreglos y la grabación y se desvían de una intención comercial para desatar toda una epístola melódica emocional, que mas adelante la crítica rescataría del olvido y le daría el lugar que corresponde dentro del universo musical. Chilton sabotearía sus propias intenciones de éxito a partir de sus composiciones pero sin saberlo, estaría abriendo un campo influyente tanto para las bandas alternativas dentro de su discurso temático como para las bandas de pop rock emergentes de los ochenta dentro de su discurso musical. Third es el final de un período tormentoso lleno de dudas y abismos emocionales concebido a partir de una finalidad autodestructiva. Lo curioso es que hoy día es ejemplo a seguir para muchos músicos, causa de un renacer para la misma banda en 1993 y una voz de esperanza para los ahogados en la incertidumbre. Sarcasmo o no, el verso de "Jesus Christ" le daría la razón con el tiempo, 'We're gonna get born now'.




19 jul 2014

BRASIL 2014: AGRIDULCE CAIPIRINHA



Para la buena salud del  espectador futbolero se vio un Mundial espléndido, lleno de goles y atajadas, de actitud ofensiva y de rostros que contribuyeron a escribir nuevas historias en la red y en el césped. Sudáfrica nos había dejado un sabor discreto, terroso y tímido. La tierra de Caetano Veloso y Oscar Niemeyer nos trajo color, sabor y gol. Un esfuerzo enorme a nivel económico que le puede causar hernias monetarias a futuro al gobierno de Dilma Roussef, daba malos presagios previos a la competencia cuando la gente salió en son de protesta por el despilfarro y las altas cifras que se invirtieron en cemento y hierba futbolera. La presidenta logró salir a flote gracias al espectáculo de los hombres en la cancha y la hermosa panóramica que ofrecían los campos de competencia, pero también se vio minada por los tristes resultados finales de la Canarinha, que se vio aminorada y vapuleada por las potencias europeas y fracasó en llevarse su sexta Copa jugando en casa.

América se ha acostumbrado a animar las fiestas. Y Europa a llevarse las utilidades. Tal como en Sudáfrica, el fútbol, las ganas y el sabor latino ha sido aderezo para el platillo deportivo. Esta vez hubo grandes representantes de calidad, buenos sistemas tácticos y entusiasmo: Colombia, Costa Rica, México y Chile mostraron un lindo espectáculo de toque, ofensa, irrespeto por los papiros y actitud ganadora. Argentina fue la que llegó más lejos, pero sus presentaciones en primera ronda mostraron un fútbol deslucido y ultra defensivo, que poco a poco se fue recomponiendo y le dio chance de llegar hasta la última instancia. Uruguay, la mejor de Sudáfrica, comenzó al revés, pero tuvo en Luis Suárez un amuleto de suerte que apagó su magia luego de su sanción por el famoso mordisco contra Chiellini en el duelo contra Italia. Estados Unidos cada vez muestra una propuesta más sólida y seria y hasta Obama se sentó a ver los partidos del National Team. Y Brasil, que tenía todo listo para celebrar en su casa y borrar el Maracanazo del 50 no logró el objetivo, saliendo de la Copa humillada por los resultados ante Alemania y Holanda y con un argumento futbolístico mustio, desprovisto de jogo bonito, sin picardía y apabullado por la tristeza.


LOS KAISERS DEL JUEGO

Justicia. No propiamente divina. Alemania vino a impartir su sistema efectivo, rapidísimo y peligroso. El famoso Jogo Bonito ahora se escribe en alemán, es el  Schönes Spiel el que domina el mundo, y de la poca jerarquía que le quedaba a América no hay rastro porque nos terminaron de colonizar, esta vez sin carabelas ni billetes sino con un ataque contundente y una lección de buen fútbol. Una Selección que nos entregó las mejores experiencias visuales jugando contra Ghana, Portugal y Brasil, que cuenta con un arquero líbero seguro fuera y dentro del área chica (Neuer),mediocampo y delantera arrolladores (Schweinsteiger, Lahm, Kroos, Müller), una suplencia de lujo (Schürrle, Klose, Khedira, Götze) y un sacrificio absoluto por parte de sus jugadores que defienden y atacan olvidándose de su posición en el campo para ir en función de un fútbol total. El equipo de Joachim Löw lo dejó bien claro desde el principio, y aunque tuvo dificultades con Estados Unidos, Argelia y la bien parada Argentina, nunca dejó de mostrar efectividad y lucidez. Una merecida  Sieg Heil (Victoria Segura) para el mejor equipo del mundo en la actualidad. Con goleador histórico incluido, un Miroslav Klose que llegó a 16 goles en torneos orbitales en la tierra de Ronaldo, su inmediato predecesor que se quedó con 15.

Lionel Messi y un dudoso Balón de Oro. La pulga no saltó de la dicha.

Argentina veía en un inicio un grupo accesible y un camino despejado a la final. Si hubiera mostrado el ataque demoledor de los Cuatro fantásticos y eficacia en la zona de ataque, no hubiera contado con la lluvia de críticas que se ganó durante todo el certamen. Sufrimiento, se podría decir que  estreñimiento para hacer un gol fue la constante. Irán, Suiza, Bélgica y Holanda se encargaron de desdibujar la figura temeraria de los romperedes y hacerlos ver cojos y con las neuronas torcidas. Un extraño efecto se presentó en la albiceleste y el formato defensivo, que tuvo problemas durante la Eliminatoria, se convirtió en el fortín y estandarte de su selección. Poco a poco se fue consolidando una barrera difícil de acceder con Mascherano al comando, apenas superada en dos ocasiones por la insolencia veloz del nigeriano Musa, un ingenuo gol de Bosnia y la dorada anotación de Götze que les quitó el título en tiempo extra. Lionel Messi ganó el Balón de Oro sin convencer del todo, y la Pulga no pudo saltar a la inmortalidad como todo el mundo esperaba, a pesar de su eficiente producción goleadora en primera ronda. Un tango de arrabal que se canta con amargura subcampeona.


TRAGO NARANJA

Un equipo digno de disputas finales es Holanda, eternamente relegado al podio de la plata o el bronce. En Sudáfrica dio muestras de su poderío veloz, de contragolpes letales y de eficiencia laboral innata. La fórmula se repitió en la edición brasilera con un equipo ordenado, invicto y con ideas. Arjen Robben (el verdadero merecedor del Balón de Oro) fue el cohete que impulsó la chispa tulipán con sus grandes desbordes, su excelso manejo del esférico y su flirteo con la red. Tuvo compañeros ocasionales que secundaron su Cruzada como Van Persie, Vlaar, Sneijder y Depay, que contribuyeron a pasar una primera ronda de muy buena calificación, excepto por el susto con Australia que le jugó de igual a igual y al que ganaron 3-2 sufriendo. En la fase final contó con algo de fortuna providencial eliminando a México con dos goles en cinco minutos, y a Costa Rica en los penaltys con un arquero suplente especialista en la materia, hasta que llegó el Chiquito Romero de Argentina y les detuvo penas máximas a lo Grande. Sin embargo, la Naranja Mecánica se comienza a acostumbrar a la paternidad futbolística sobre Brasil y esta vez se quedó  con un honroso tercer puesto humillando a la selección local con un paquete de 3 goles y demostrando que los Países Bajos siempre jugan con altura. Les falta trabajar en la puntada final, donde ya están pidiendo el nombre de su país estampado en la Copa.


                   
Goleada histórica. El Maracanazo es ahora un bonito recuerdo frente a esto.

La caipirinha le salió amarga a Brasil en su propio Mundial. Si bien al comienzo se embriagaron de fortuna con una primera ronda invicta llena de goles y con un joven Neymar piloteando el equipo (tal vez el único que se acuerda cómo se juega el fútbol en Brasil), luego tuvieron que recurrir a artimañas arbitrales, a jugar con el favoritismo local y a confundir con su fútbol desconocido y carente de magia. Le ganaron a Chile y a Colombia con lo justo, sudando frío y bajo la mirada inquisidora de su propio público. La mejor defensa del mundo compuesta por Thiago Silva, David Luiz, Dani Alves y Marcelo se vio a gatas, imprecisa e ingenua y nunca encontró el camino de la luz verdeamarela. Llegó Alemania y el Maracanazo se convirtió en una sombra sin memoria después del espectáculo deplorable de un 7-1 en casa propia y una marca de ganado que sangrará por mucho tiempo y en la que la reivindicación parece ser lejana. Scolari, el DT campeón del 2002 no fue capaz de mover sus fichas de modo adecuado y volvió a caer en un pozo profundo sin retorno luego de la derrota con Holanda en la lucha por el tercer puesto, y su palmarés quedó en las catacumbas de la memoria. Una caipirinha que embriaga de tristeza.


RIO DE GOLES

La mejor cara del Mundial la ofreció la primera fase, con 32 equipos al servicio del gol. Hubo partidos vibrantes, pulmones laboriosos y selecciones reveladoras. En todos los grupos hubo acción de la buena, con incidentes aislados y hasta con un 0-0 para enmarcar como el de Brasil y México, donde el portero Ochoa se consagró como el Rey de los reflejos. Candidatos a goleador desde un inicio como Müller en Alemania, Van Persie en Holanda, James Rodríguez en Colombia, Neymar en Brasil y Messi en Argentina. Y como curiosidad vale resaltar que todas las estrellas de sus equipos y sin excepción (hasta el solitario Cristiano Ronaldo y el demorado Rooney) lograron anotar para sus combinados. 171 anotaciones prestas a emocionar a las coloridas hinchadas de todo el orbe.

El Niño Maravilla de Colombia, James Rodríguez.
El mejor partido del Mundial fue en blanco y negro, de ida y vuelta. Alemania y Ghana acordaron tablas en un 2-2 excitante, lleno de aceleraciones, de disparos al arco, de trayectos peligrosos y de atrevimiento en el ataque, brindando deleite puro lleno de pólvora en los pies. Lo secundó el duelo entre portugueses y estadounidenses con otro 2-2 dramático y sudoroso, donde Silvestre Varela salvaba en último minuto de la eliminación a los lusos. También se destacó el cotejo entre Holanda y Australia con uno de los mejores goles del torneo, un Tim Cahill inspirado que pintó una belleza al lienzo de la red. Italia e Inglaterra protagonizaron un lindo clásico de campeones donde de nuevo la raza negra fue influyente, con los goles de Sturridge y Balotelli, y que inclinó la balanza por el lado azzurro. Infortunados ellos porque que de ahí en adelante salieron descabezados en el grupo por Costa Rica y Uruguay. Otro cotejo memorable fue la masacre holandesa frente a los campeones de 2010, una España que sufrió los estragos de las palomitas de Van Persie, los regates de Robben y las infantiles marcaciones de sus defensas y el pundonor de Iker Casillas convertido en una masa inerte e inconsolable. No se puede dejar de mencionar duelos como Bélgica- EEUU (2-1 en tiempo extra), Argelia-Corea del Sur (4-2), Francia-Suiza (5-2) y Colombia-Uruguay (2-0).


FIGURAS Y DESFIGURADOS

Cuando todos esperaban que en Colombia la figura llegara con los goles de Falcao, su inoportuna lesión delegó la responsabilidad en un volante, James Rodríguez. El jovencito de 22 años se cargó el equipo a cuestas y estuvo iluminado por la epifanía del pase y el gol. Se convirtió sin pensarlo en el mayor artillero del Mundial con seis anotaciones en cinco encuentros. Y comandó un equipo lleno de baluartes valiosos como Ospina, Cuadrado, Yepes o Sánchez que lograron llegar históricamente hasta cuartos de final, donde se les atravesó un Brasil amañado y patrocinado por un arbitraje localista. Pero no sólo fue Colombia la que cantó goles históricos en español, Costa Rica hizo lo propio desahuciando a tres campeones del mundo y avanzando hasta cuartos de final. La acertada dirección de Jorge Luis Pinto, la inaccesible portería de Keylor Navas y el manejo de Bryan Ruiz le brindaron alegría enorme a los ticos, que dejaron a la Concacaf con una imagen digna y competitiva.

Mundial de arqueros. Keylor Navas, la segura cuota de Costa Rica
La misma Concacaf nos regaló un portero que salió del anonimato para recordarnos a Gordon Banks. Memo Ochoa logró la consagración en el empate sin goles frente a Brasil y también hizo lo propio en el encuentro contra Holanda. Otro portero merecedor de equipo grande fue Tim Howard de Estados Unidos, que mostró eminentes capacidades para evitar euforias. Mundial de porteros listos para la consagración: Courtois en Bélgica, Enyeama en Nigeria, Ospina en Colombia, Navas en Costa Rica, Romero en Argentina, Bravo en Chile y Neuer en Alemania, a la postre Guante de Oro.

Por el lado de los goles, llegaron las oportunas apariciones de Benzema, la seria candidatura de Müller para ser el goleador de todos los Mundiales, la efectividad de Schürrle en el equipo teutón, el hat trick de Shaquiri frente a Honduras, único en esta edición futbolera, la capacidad goleadora de Enner Valencia en Ecuador, las gambetas venenosas de Robben y su camino al gol, y un duelo de 4 dianas para los símbolos de sus equipos Van Persie, Messi y Neymar. Llegó James Rodríguez y les ahogó las ganas.


Tim Cahill, uno de los grandes goles del Mundial.


Por el lado de las tristezas se puede hablar de los pasos en falso de los continentes asiático y africano, donde Ghana y Costa de Marfil, siendo selecciones con buenos elementos de ataque no lograron pasar de primera fase, y Japón y Corea, que en su Mundial hicieron buena presentación, esta vez salieron castigados por la ineficiencia. España, campeona defensora, se quedó en el camino y no hubo Salvador de Bahía que les ayudara a vivir la hecatombe con Holanda y la posterior eliminación con Chile, donde Xavi, Iniesta y las grandes estrellas del 2010 se perdieron en una bruma inexplicable. Inglaterra e Italia se quedaron revisando los pergaminos de su pasado y se fueron con pena del certamen, apenas mostrando algo de vistosidad en el duelo entre ambos. Ecuador le apostaba a los octavos y tenía con qué, pero el gol de último minuto de Seferovic ante Suiza (2-1) los marcó para poner un pie fuera de la Copa. Cristiano Ronaldo no le dio chance a Ibrahimovic y el Mundial no le dio chance a Cristiano de hacer algo por el fútbol, hizo apenas una finta y un gol.

Y entre los seleccionados que llegaron lejos pero sin convencer, el ganador de los perdedores fue Brasil, con sus penosas goleadas y un cuarto puesto amarguísimo y mortal. Argentina, inconforme subcampeón, nunca mostró el nivel de ataque que el Obelisco de Buenos Aires quería ver, y Messi jugó con un pie en la tierra y otro en la nebulosa. Bélgica, aprovisionado de una nómina estelar, pasó a cuartos de final con resultados ajustados, de modo incómodo y nunca convenció al respetable. Grecia pasó a octavos gracias al milagroso penal de último minuto frente a Costa de Marfil pero nunca se ganó el mérito y mostró un fútbol parco y áspero. Después del impulso sobresaliente de Luis Suárez y su posterior salida con el mordisco cavernícola ante Italia, Uruguay jugó fútbol cojeando y aunque atacó a Colombia en octavos, nunca llegó a encontrarse a sí mismo de nuevo.

Suarez y Chiellini: El mordisco del año.

Como todos los Mundiales. rostros de dicha y otros de desconsuelo. Revelaciones gratas como Colombia, Costa Rica o Argelia. Selecciones que merecieron mejor suerte como Costa de Marfil, México o Ecuador. Equipos con peso que se quedaron como Inglaterra, Portugal o España.  Y otros que aportaron lo mínimo al espectáculo como Camerún, Bosnia o Honduras. El Mundial de Brasil tuvo sabor de trópico, goles de samba, bailes de brazuca y atajadas de Cristo Redentor. Ganó la meritocracia, perdió el arbitraje. Ganaron los goles, perdió la abstinencia. Ganó el espectáculo, perdió el jogo bonito de antaño. Ganó Europa, perdió América. Y aunque nuestro continente no dejó de brindar un performance digno de competencia orbital, se queda con la sensación de una agridulce caipirinha que baja por la garganta aceptando con dignidad la derrota.