1 sept 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE: BARRIO BAJO POR LO ALTO

Siempre que hay muestras étnicas, exposiciones visuales de territorios lejanos, recorridos cinematográficos por lugares inexplorados, hay un impacto global al abrir la tapa de la olla con ese aroma desconocido que el público ansía alguna vez deleitarse o causar reflujo. En la mayoría de los casos, este tipo de experimentos son exitosos, y más aún, hablando puntualmente de la película arrasadora de estatuillas doradas como Slumdog Millionaire, que ha sido el punto más alto de reconocimiento para un director de mirada tan particular como el inglés Danny Boyle.

Danny Boyle en el Taj Mahal

Después de tener un involuntario catálogo de autor de películas juveniles de culto como Tumbas a ras de la Tierra (1994), Trainspotting (1996), y pasar por temas con delirio de persecución al mejor estilo de La Playa (2000) o Exterminio (2002), Boyle se aventura a salir del espacio occidental típico para adentrarse en la mística ambigua de Bombay en la India, y dar un viaje sin eufemismos por las zonas menos favorecidas de esta ciudad portuaria y gritarle al mundo que la pobreza es la constante compañera de cualquier latitud, sin discriminación de raza, género o lengua nativa.

Pero, porqué Slumdog Millionaire es la película del año según muchos? Cuál es el mérito que ha llevado a estos hijos de Rama al reconocimiento universal plasmado en celuloide? Porqué Oscar los acogió como buenos sobrinos y les dio ocho premios?

La palabra mágica que rodea toda la atmósfera de la película tanto en desarrollo de guión como audiovisual es enlace. Desde que el escritor Simon Beaufoy se jugó la pluma con la relación directa entre el transcurso del juego Who Wants to Be a Millionaire, y la historia de vida de Jamal Malik, su protagonista, existió la magia de entrelazar distintos tiempos y espacios, y dar una explicación de corte lógico al tino del concursante con las preguntas de selección múltiple que harían dudar a cualquier cristiano o hinduísta. Desde el primer interrogante hasta el último de la prueba televisiva, hay una conexión que conduce a la justificación de la respuesta certera de Jamal. El otro enlace es visual: solo hay que recordar un par de escenas, mientras los hermanos van creciendo como habitantes del techo de un tren y de un momento a otro pasan de la niñez a la temprana adolescencia acompañados por el hostil polvo del camino ferroviario, o la inicial "cachetada de la suerte" que usa Prem (el presentador del concurso) e inmediatamente vamos a una "cachetada de la muerte" en el cuarto de tortura, cuando interrogan a Jamal a la fuerza. Durante todo el film, estas uniones no suceden por casualidad, son conspiración clara entre guionista y director. Primer hit de Slumdog.

Dos sillas en pos del dinero

Elemento indispensable en la filmografía de Boyle es el uso de una magnífica banda sonora, y en este caso no podía haber excepción: Allah Rakha Rahman hace uso de todas sus dotes musicales para componer un excelso conglomerado de sonoridades qawwali, sonidos del Hindustán y texturas electrónicas de Occidente, la fusión tan en boga que funciona perfecta para crear ambientes a lo largo de la cinta, lo clásico y lo moderno juntos de nuevo para arrasar con el gusto de los oyentes. Esta vez su patrocinadora vocal es M.I.A. directamente importada de Sri Lanka, quien hace célebre en todo el orbe "Paper Planes" y "O...Saya", que son parte del mágico soundtrack de 13 temas que caben sin problema en este rompecabezas de ficción con sabor a India.

Otro de los puntos acertados en el éxito de la película es la recreación histórica de los últimos años en el país de las vacas sagradas: a medida que se va desentrañando la historia de vida de Jamal Malik, hay puntos de referencia que empalman con acontecimientos o costumbres de la India. Primera respuesta, el reconocido actor Amitabh Bachchan, enlace a uno de los símbolos de la industria hindú: Bollywood, el mayor productor de cine en el mundo , y todo un homenaje al estilo hindi, la mejor vía de escape para los miles de dolientes sociales en Bombay. Y la gran escena en la que el infante Jamal bañado en excremento consigue su sueño de rúbrica famosa, para ostentarla más adelante entre su colección de fantasías: será que hay que volverse una mierda para conseguir lo que se quiere?

Jamal en letrina de barrio bajo
Segunda respuesta, el tema religioso que siempre ha colmado de sufrimiento a las víctimas de los feligreses fanáticos, el enfrentamiento entre los que prefieren el nombre de Alá al de Rama, para saber que al final el objeto de adoración es similar, lo único que cambia es la "razón social". La lucha continua a través de la historia por culpa de la creencia no es exclusiva de la India, los dioses han esparcido por todo el mundo el sentimiento de envidia fervorosa y permiten el libre albedrío del fanatismo asesino. Un golpe magistral de Boyle, que con un solo ejemplo narrativo, (la muerte de la madre de Jamal y Salim) recrea los peligros del entusiasta por la fé terca, y la negligencia policial ante los hechos, eso suena conocido en distintas coordenadas del atlas...

La siguiente pregunta se remonta a la bella literatura y composición tradicional de la India: el tema "Darshan do Ghanshyam" es un ejemplo del conocimiento hinduísta y el respeto a Krishna, usando bonitas metáforas para conectar la filosofía con la poesía y el misticismo religioso. Lo curioso del asunto es que la respuesta en la película es equivocada, pues se atribuye al poeta Surdas la autoría de este canto, cuando la idea original pertenece a un señor Nepali que ni siquiera es tomado en cuenta en el tablero electrónico de opciones del concurso, y gracias a esto se ha formado una pelea por derechos de autor que ni el mismo Surdas en su vigesimoquinta reencarnación imaginaría. La otra particularidad del tema es que este poeta del siglo XVI era ciego y tuvo una infancia muy difícil, igual a la escena que corresponde a la recreación de la pregunta: un niño de la calle (Arvind) que es obligado a mendigar en la calle,cegado de forma violenta, cantando poemas tradicionales de su país. ¿La miserable belleza?

La llamada a un amigo. Freida Pinto es Latika.

Y viene una de las preguntas más ácidas del concurso, con todo el peso de la crítica al capitalismo: ¿Quién tiene estampado el rostro en el billete de 100 dólares? Un niño de barrio bajo que no tiene vista identifica a Benjamin Franklin en medio de tanta penuria y oscuridad. ¿Será que Beaufoy y Boyle nos quieren decir que el poder del dinero enceguece? ¿Que somos animales invidentes de conocimiento, que no reconocemos una fecha, pero sí un billete? Es claro el mensaje sobre la incesante contaminación que sufrimos por andar detrás del papel entintado en números con ceros que pueden satisfacer muchas necesidades de ciudad; Jamal es aquel héroe que no concursa por dinero, sino por amor, porque la viva inocencia de los buenos deseos se inclina a la felicidad emocional. Salim es la contraparte, el niño que se hace hombre mediante el estímulo del dinero, el animal que huele al instinto de posesión, de poder territorial, de dominio. Arvind es la víctima que cae ante el señuelo de un futuro mejor con las monedas que acallan su luz. El monstruo del capitalismo salvaje es el antagonista de esta historia de amor.

           

Cuando no funciona el poder con los recursos monetarios, hay que ser más drásticos. Siguiente pregunta, impajaritable tema: la violencia. ¿Quién inventó el revolver? Samuel Colt. La siguiente pregunta debería ser ¿Hay que agradecer a Samuel Colt su prolífica labor como promotor del armamentismo? No hay última palabra. En esta película (y en muchas realidades) la última palabra la tiene el cañón, el tambor, el olor de la pólvora, el imperio de la agresión. El arma en la cabeza de Jamal no viene a conciliar: Ordena, repele, subyuga. Y la violencia es la constante durante esta travesía del protagonista en busca de su amor de infancia. El odio de sus congéneres es la sombra que no lo deja en paz, el atropello es el principal obstáculo.

Y dentro de la idiosincracia de un país el deporte no se puede dejar fuera: el equivalente del fútbol para los hindúes es el cricket, deporte glorioso con liga premier y toda la parafernalia para llamar la atención de un público atento a los bates de las Indias Orientales. El ingrediente subliminal es el paternalismo británico que siempre ha querido pavonearse sobre su ex-colonia, pues hay que recordar que India fue de dominio inglés por buen tiempo hasta la aparición providencial del Mahatma Gandhi y su política de la No Violencia que los llevó a la independencia. La pregunta confrontaba dos grandes bateadores de cricket, el oriundo de Bombay Sachin Tendulkar y el señor Jack Hobbs de Cambridge. ¿Quién hizo más carreras en Primera División? El 50-50 de Who Wants to be a Millionaire abogaba por los dos, el deshonesto presentador Prem aboga por la trampa, pero Jamal no cae. La respuesta correcta va por el lado del inglés. ¿Habrán tintes de corte nacionalista en la materia? Danny Boyle es inglés... Simon Beaufoy, también...

Jamal y Salim: Los niños del tren.

Y la pregunta final proviene de un escritor francés (Alejandro Dumas), y tiene que ver más con la reflexión de una vida entera de amistad sin reproches por encima del bien y del mal, reforzando el famoso lema de los Tres Mosqueteros, 'Todos para uno y Uno para todos', Jamal, Salim y Latika juntos en cualquier circunstancia. ¿Quién es el tercer mosquetero? Aquel Aramis amante del poder y la comodidad, arrogante de su capacidad, pero doblegado ante el verdadero sentimiento de la amistad, tal como lo plantea el personaje de Latika, que al fin y al cabo, es la causa principal de que Jamal ande metido en semejante enredo de selección múltiple que mantiene atentos a millones de espectadores, y obviamente, estimula los propósitos de divulgación de la película. Pues sin Latika, no habría un slumdog millionaire.

Para rematar los méritos del filme, cabe anotar el montaje dinámico, con cortes ágiles, con un trabajo muy bueno en equipo con la mezcla de sonido, y con la predisposición de una cámara impecable para crear juegos de montaje desde distintos planos. Boyle es un amante de la descripción, en todos sus largos ubica al espectador geográficamente, la persecución inicial en el barrio bajo, los recorridos interminables en el tren, la majestuosidad del Taj Mahal, el crecimiento desproporcionado de la zona comercial de Bombay, el clip que describe sin ser aburrido, la mecánica de poder viajar a través de las imágenes y los pegues bien hechos en edición. De hecho, una de las preguntas del concurso se refiere a Cambridge, una de las glorietas de Londres, y si recordamos Trainspotting, cuando Renton llega a la capital hay un verdadero promocional turístico de la ciudad. Característica de Boyle, situar al espectador en el lugar y venderlo, incitar al ojo a vivir lo que ve.

Pero en esencia, el objeto a tocar es el dinero y sus alcances, sea mediante concursos, mendicidad, mafia, trabajo o simplemente buena suerte. Es aquel factor que puede liberar de muchos apuros económicos, pero al salir bien librado de estos, después es casi imposible escapar de él. Es la bestia perseguidora que invita al consumo salvaje, por encima de los valores y principios que inculcaban los abuelos. Cuando se conoce, el dinero vicia al hombre. O si no, que lo diga Salim durante toda su historia, y revisemos su final, envuelto en un jacuzzi de puro efectivo letal. Y la finalidad de Jamal es ganar millones de caricias de su gran amor de infancia sin importar que su última respuesta definitiva no sea la acertada. El poder del pálpito amoroso enfrenta la tentación de la rupia venenosa, un combate permanente que cuestiona la honestidad y las emociones francas, pero esta vez, el chico de barrio bajo logra quedar en alto.

La terminal, el lugar del amor

Queda en deuda ese final bailable que contrapone su credibilidad, y convierte la ansiedad dramática del espectador en un musical que, aunque bien montado, no es justificable. Y un interrogante curioso: ¿Cómo aprendieron a hablar inglés este par de slumdogs sin educación alguna? Pues vemos a un flamante Jamal de unos doce años como guía turístico en pleno Taj Mahal, en perfecto angloparlante. Y el cliché de la llamada a celular que parece nunca va a ser contestada, pero en el último segundo es la voz esperanzadora de Latika la que rompe con el suspense. De todos modos, ninguna película es perfecta, y esta, como muchas otras, está intoxicada de algunas inconsistencias que serán objeto de rapiña por parte de la crítica. Sin embargo, cumple con el objetivo, mostrando una faceta occidental del bollywood versioneado por el Hollywood, con muchos ingredientes desconocidos para la gente de este lado del mundo, y con la visión idealista (que puede resultar aburrida para muchos pesimistas) de un lugar plácido en el que la materia pierde la batalla con el sentimiento. Igual, Danny Boyle planteó en el 96: 'Choose life'.

1 comentario:

  1. Es la crítica de cine más madura e ilustrada que he leído. Poco leo críticas de peliculas pero se que como esta, existen muy pocas.

    Adelante.

    ResponderEliminar