
El segundo lustro de los ochentas tuvo una explosión de sonidos y nuevas tendencias en todo el orbe. El glam rock estaba posicionado en América y los atuendos estrafalarios hacían parte de la decoración callejera; el house se germinaba como cultura desde los vestigios subterráneos de Manchester; Michael Jackson y Madonna se consolidaban como los reyes de la música popular y cada vez le daban más relieve a las texturas pop; U2 entonaba himnos que salían de su muy vendedor Joshua Tree y Prince confirmaba su genialidad con la aparición del Sign O' the Times. Pero un debut solista fue el meteoro que iluminó el cielo de las estrellas musicales a finales de 1987 y sostuvo su gran paso durante todo 1988. Este astro que removió los oídos de la tierra necesitó de talento y de un poco de Fé para triunfar.
Georgios Kyriacos Panayiotou es un nombre absolutamente anónimo y con poca pronunciación

Una historia favorecida por los gritos y miradas enamoradas de miles de jovencitas británicas que escucharon cada uno de sus tres álbums en estudio, los disfrutaron y cantaron hasta el hastío, ocultaron el color original de las paredes de sus cuartos para infestarlos de afiches con los rostros del dúo y los convirtieron en verdaderos ídolos de público adolescente con estribillos sencillos, rostros seductores y pop accesible que hasta las madres en la cocina daban aval de sintonizar. Pero George apenas con 23 años, quería dejar a un lado el estereotipo teenager para sumergirse en los hilos de una música más madura y sofisticada. Para ello necesitó de Fé en sí mismo y el abandono del dúo. Era hora de marchar solo por el mundo.
Fue la mejor decisión que pudo tomar. El sello Columbia, convencido de su talento en vocales y composición -la gran mayoría del trabajo en Wham! era de su autoría- dio permiso paternal a la producción, estructura, líricas e imagen a este londinense ansioso de mostrar su nueva faceta. Y comenzó por un cambio de look radical: Jeans ajustados y provocadores, gafas de sol que sugirieran una mirada maliciosa, aretes que forjaran una rebeldía jovial, barba de varios días que pronunciara su virilidad, un conjunto que le convirtió en sex symbol y objeto de absoluta atención entre las féminas cuando hizo pública la aparición de Faith, ese tremendo trabajo pop que daba bienvenida a varias corrientes musicales con tono de madurez vivaz, que rompió records de ventas a los dos lados del Atlántico y convirtió a George en un astro con permanente brillo durante toda la promoción de este LP, lo hizo acreedor del Grammy como álbum del año y tuvo seis singles -siete en USA- en rotación radial.
Faith fue un disco que logró colarse de modo amable en los tímpanos de blancos, negros, chinos y esquimales y se dio el lujo de ocupar el primer lugar en listas de R&B, cuando ningún artista blanco había tenido este privilegio. Veinte millones de discos y contando se traen las ventas de este fenómeno, cuatro canciones extraídas del LP con el número Uno como estandarte en los listados y un exquisito desfile por el rockabilly, el jazz, el funk y el R&B camuflados bajo pop fácil de masticar que no demeritan la impecable ejecución instrumental y la garganta prodigiosa de este solista que sacó de la manga sus mejores armas para conquistar la radio -y las chicas, en ese entonces-.

La sensación libidinosa que pudo haber causado su primer single incitó a los responsables del mercadeo del disco a seguir montados en esta montaña rusa de provocación, y de la imagen de un cuerpo esbelto femenino pasamos a la descarada imagen de un trasero duro camuflado en unos jeans masculinos. El video de "Faith" -de nuevo de Andy Morahan- engrandece el prototipo de sex symbol a un George agarrado a una guitarra sobre un fondo blanco, acompañado de una rockola y de su look vistoso que destrozaría la antigua apariencia de los afiches de Wham! y desataría la euforia de las chicas que tanto hubieran querido gritarle 'I want your sex' en esa época. Aquel órgano con tono eclesiástico que inicia la canción es apenas una cortina de humo a la descarga efectiva de los riffs rockabilly de la guitarra, la pandereta compañera y la frescura juvenil en los fraseos de Michael. Este segundo single fue el más vendido del año y ocupó la cúpula de listados sin mayor problema. Sin embargo, esta jovialidad musical compite con el triste entramado de la letra donde comienza a verse un atormentado pasado sentimental de George, quien pide fé y convicción para dejar a la chica que le hace daño y buscar un refugio amoroso más inofensivo. A lo largo del disco se vería ese desencanto lírico, con tendencia al rechazo.
Después de tanto desparpajo en las notas musicales, llega la sobriedad y un toque adulto contemporáneo. El tercer sencillo tenía las mismas intenciones de pop vivaracho, pero accidentalmente dejó la percusión sin grabar en estudio y se convirtió en un discurso íntimo y sensual, nocturno y elegante, "Father Figure" como primer ejemplo de que George sí podía hacer un producto de alta calidad sin desprenderse del éxito. El mismo éxito de su anterior single, una vez más en el tope de los playlists en USA, pero esta vez relegado al puesto 11 en Inglaterra. Y con la ayuda de un videoclip ganador en los MTV Awards -Andy Morahan de nuevo a la carga-siguió seduciendo a su público entre cámaras lentas, blanco y negro refinado, mucho fashion al lente y la guapa Tania Coleridge incitando a ver la historia completa de un romance urbano y clandestino entre un taxista y una modelo, en un galanteo constante donde se ofrecen los servicios de George como el príncipe azul, la figura paterna, el hombre de su vida e insiste en un futuro compartido: 'Sometimes I think that you'll never understand me but something tells me together we'd be happy'. Una verdadera joyita de pop íntimo bien fabricado.

El disco prácticamente se resume en esa búsqueda estable de pareja, en esas ganas por dejar atrás la frustración de un amor no correspondido, en esa espera por el afecto que aún no llega. Tal como aparece en "Hard Day" donde los ruegos se mantienen vigentes y la esperanza por una pareja que le apoye está viva, una canción que solamente fue lanzada en EEUU y tuvo relativo éxito en los charts de Dance. Con los vocales de Shirley Lewis de respaldo, la canción se remite un poco más a los tonos funky de "I want your sex" y un tratamiento de teclado y bajo muy sugerente. El mismo tratamiento musical enérgico y atractivo de su siguiente single, "Monkey", un bailable power pop en tono de reclamo, esta vez su rival amoroso no es el desengaño sino la droga, una interesante rivalidad entre el amor y el vicio que se pone de manifiesto con el famoso 'monkey' del título 'Do you love your monkey or do you love me?' Otro gran hit en América pero sin mayores resultados en Gran Bretaña (casilla 15), donde Michael renueva su espíritu travieso con un sombrero campesino y tirantes en el video, haciendo gala de su sex-appeal y levantando muchos pies visitantes a la pista de baile.
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Fotogenia y habilidad pop de la mano. |
La muestra más exquisita del disco es el sexto y último single promocional "Kissing a Fool", un delicioso jazz de suave cadencia con un piano consentido y una excelsa interpretación vocal de Michael, que sabe contrastar con la tonada taciturna que una vez más, refleja su fetiche por el desamor, 'Covered me with kisses and ties/So goodbye/But please don't take my heart'. Esta plañidera de caracter majestuoso en la ejecución musical no logró hacer la seguidilla de Número Uno -posición 5 enUSA, 18 en Reino Unido-, pero al igual que "Hand to Mouth" fue un esbozo del futuro profesional de George y sirvió como transición para las canciones que elaboraría dos años después en su disco de opiniones divididas Listen Without Prejudice, donde desviaría totalmente la imagen de ídolo adolescente.
Dos temas más cierran el trabajo pero cumplen un papel de aderezo poco necesario. La remezcla del afamado DJ Shep Pettibone de "Hard day" es una versión extendida repleta de sintetizadores y texturas bailables que no aportan mucho al disco, mientras "A last Request (I want your Sex Pt. 3)", aunque muy glamoroso y bien ejecutado, no cumple un papel relevante en el desarrollo del álbum, pues con la petición de las primeras partes que fue publicada como single basta y sobra. Pero no sobra dar un paseo auditivo por este conjunto de canciones que fueron componente esencial del cierre de una década donde el pop tomó la fuerza vital y la inserción de nuevas formas para enriquecerse, un ejemplo claro de música exitosa consistente, accesible pero de buena confección, y con un talento masculino formidable que logró decirle al mundo que la música popular, hecha con buena Fé, vale la pena escucharla.
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