
El onirismo plasmado en la pantalla de sueños y pesadillas de un autor tan personal como Akira Kurosawa tiene que ser aplaudido varias veces, sus lienzos en movimiento son una viva muestra de un lente que da pinceladas de buen arte a ritmo pausado, sin apuro, y con toda la carga temática y audiovisual que requieren sus momentos en la película para comprometer al espectador y llevarlo a la emoción.

En un juego de ir y venir de influencias de Occidente y de su tierra natal se ve rodeado de ayudas de los dos lados del mundo en ocho muestras de distinta índole, apoyado por la co-dirección de un Ishiro Honda famoso por sus monstruos Godzilla y sus superhéroes, la producción de un Steven Spielberg que lo admira -pero no sigue su estilo-, el aval de una compañía de efectos de George Lucas que materializa su mundo surreal, una fotografía impecable por parte de su acompañante Takao Saito quien vivió la gloria en los ochentas con el trabajo de 1985 Ran, y hasta un Martin Scorsese impulsado a la admiración del paisaje onírico en pinturas fílmicas y colabora como actor. La unión de dos mundos lista para hacernos soñar de deleite en pantalla grande.
NIÑEZ MITOLÓGICA
Y en una especie de recorrido cronológico a través de estos Sueños, esta aventura visual inicia con "Llueve y Brilla el Sol", que en plena ambivalencia climática nos muestra un niño curioso que observa a través de la lluvia cálida la ceremonia matrimonial de unos zorros en el bosque, tema ligado a las leyendas japonesas. Pequeño entre la gigante espesura, frágil entre el poder musical y coreográfico de los personajes que ejecutan su rito, el niño aprecia con curiosidad la marcha sincronizada de las máscaras en el bosque en un magnífico compás de templanza y malicia, los kitsune o zorros se mueven con el rocío del arco iris de forma armónica hasta que descubren al diminuto fisgón y la intimidación es inmediata. La huída ingenua de la criatura es el abandono del suelo caliente de diluvio tenue para volver a casa y cumplir con un designio que no quiere consumar: En la puerta del hogar su madre le entrega una daga, cortesía de un zorro que quiere castigar su imprudencia, y debe suicidarse. El niño se ve condenado a morir con honor, pero prefiere terminar sus pasos refugiado en el arco iris, las flores coloridas del bosque tal vez tengan piedad de su indiscreción espontánea.
El entorno natural recreado a través de personajes míticos característicos de la cultura japonesa sigue reflejado en el segundo sueño, "El Huerto de los Duraznos". Otro niño, de misma pureza y congeniado con la naturaleza, sigue el rastro de una niña fantasmagórica que lo lleva al lugar de
origen de los duraznos en flor, que ha sido arrasado por la mano del humano sin piedad. Un verde

De un ámbito un tanto primaveral pasamos a un tosco espacio invernal en el siguiente sueño, "La Tormenta de Nieve", tratado visualmente en un gélido y nebuloso azul que peligrosamente se va acercando a un blanco impío y amenazante. Una tropa de montañistas ven que se va consumiendo su respiración en la niebla que estrangula sus esperanzas de llegar al campamento pronto, y todos deben caer rendidos ante el sueño mortífero de blanca desesperanza. Las agitaciones pulmonares de los actores son muy creíbles, el espectador se ahoga junto a su fatiga de buen diseño sonoro, el azul deja de ser pacífico y llama a la adversidad refundido en el frío intenso. Y viene la salvación, una vez más bajo el refugio de la mitología japonesa y el personaje de la Yuki-onna, que en dulzura camuflada quiere abrigar al líder de la expedición bajo su manto helado, en un hermoso cuadro musical que representa una especie de idilio invernal ante la mirada atónita del viajero, pero que se va transformando en algo macabro al revelar su verdadera naturaleza y mostrar su rostro de espíritu maligno de montes nevados y desaparecer bruscamente con los últimos rastros de la tormenta. El despertar es la consigna con el llamado de unas trompas triunfales para salvarse y finalmente, conquistar el campamento.
ADULTOS DE GUERRA
Poco a poco se abren entonces las marcas tristes que los Sueños revelaban a Kurosawa durante su vida, y aquí se toca un tema esencial en la historia del Japón que les afectó profundamente, la guerra. "El Túnel" es un camino hostil y peligroso, una estructura cóncava que invita a un oscuro destino mientras el caminante se desplaza con sus pasos de muerte en medio del panorama poco

En la mitad de la película podemos admirar la vena artística que Akira nunca pudo explotar a través de la pintura, a pesar de que lo había intentado en su juventud, y ese desahogo bellísimo convertido en sueño de película es "Cuervos", el tributo a Vincent Van Gogh y uno de los más destacados Sueños a nivel audiovisual. Una exposición de arte del famoso pintor holandés hace

Después de semejante espectáculo de encanto visual, entramos a las pesadillas que produjo el tema más doloroso para la comunidad japonesa, la guerra nuclear y los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki. "El Fujiyama en Rojo" es una apología al holocausto nuclear y una

¿Sobrevivientes? Desde luego, no todos murieron, pero viven consecuencias crudas, como en el siguiente sueño, "El Demonio que Llora", un dantesco cuadro que se remonta al erosionado y lastimado paisaje de la post-guerra, con un viajero perdido intentando encontrar algo de sosiego.

Pero existe la esperanza. Y eso se comprueba en el último sueño, "La Aldea de los Molinos de Agua", un retrato idealista y hermoso de la vida a través del parlamento de un anciano que vive en un pueblo sin nombre. En medio de una magnífica estancia rodeada de casas de madera y molinos de agua, la conversación de un hombre citadino con el viejo habitante de la aldea nos invita a la reflexión. La tecnología, ¿Para qué? La luz solar es el regalo divino para trabajar en el día, el mejor transporte son los animales de carga, el combustible más efectivo es la leña, el reloj más exacto es el amanecer y el crepúsculo, la vida es más larga sin los artificios que ha creado la metrópolis, la respiración se hace más provechosa sin el smoke del tráfico y la vibración de los celulares. Un cortejo fúnebre de una mujer casi centenaria es el cierre de este sueño, una verdadera fiesta donde la muerte es un nuevo paso a otra vida después de haber existido provechosamente en la Tierra, y de nuevo, otra coreografía, esta vez dichosa, con algarabía ordenada, con felicidad encontrada en un territorio natural, en un lugar donde las corbatas, las bombas atómicas, los fusiles y las presiones de la vida moderna no existen. Un paisaje totalmente idílico y encantador.
Las visiones de este director japonés llevadas a gran pantalla son una perfecta justificación de su paso por este planeta y son una forma de contar la historia de su pueblo a través de aquellos juegos de subconsciente que atravesaron su almohada en algún momento. Además, van cicladas de modo ejemplar, comenzando por la niñez y los mitos y leyendas del bosq

¡Por fin me la ví! Es muy bonita, menos mal me la recomendó antes de leer su post. Lo único que discrepo con sumercé es que al final del primer sueño a mi me parece que el niño lo que quiere es disculparse con el zorro, y no necesariamente morirse por allá, ya que los zorros viven junto al arcoíris y eso... pero bueno.
ResponderEliminarComo dice sumercé «vale la pena soñar».