10 dic 2009

CINEMA COLOMBIA 2008-2009

Siempre ha existido el deseo idealista de consolidar una sólida y pujante industria cinematográfica en el país del ajiaco y carnaval, siempre se hilvanan ideas con fondos para el desarrollo cinematográfico, leyes del cine y,antaño, oasis visuales patrocinados por Focine y la creación de la Fundación Patrimonio Fílmico. Una difícil labor la de darle un cuerpo verdadero con una periodicidad decente la de sostener eso que llaman industria, más en tiempos preapocalípticos de climas insospechados, dólares devaluados y gobiernos desgastados. Pero el punto no es la política, es el cine nacional.
Después de una década de capa caída de producción en masa en filmes como lo fueron los 90s, donde una o dos películas nacionales salían a cartelera por año, gracias al estímulo de la Ley del Cine se logra establecer una mayor oferta de productos audiovisuales y a pleno comienzo de siglo XXI, en el 2001 se pone en anales de récords siete estrenos colombianos durante ese año, cosa que no se veía desde el primer lustro de los ochenta. Es el comienzo de un 'renacimiento' que dio pie para sacar a la luz varias propuestas criollas en las pantallas locales, y que, de algún modo ha incentivado a nuevas sangres con sabor a celuloide a lanzarse al ruedo y elaborar guiones, encuadres, montajes y proposiciones que no sólo se remiten al famoso catálogo de 'pornomiseria' y los temas narco que tanto venden, sino a ampliar el espectro del asunto.


Los últimos dos años hemos estado rodeados de variopintas visuales, con el inevitable dominante del tema violento y la 'nieve de Colombia' siendo soporte temático en varias cintas, pero se ha logrado dar aires y fórmulas que, sin ser demasiado novedosas, logran oxigenar el escenario de una gran pantalla intoxicada en drogas y revólveres, y mejor aún, crean utilidades y asistencia masiva a los teatros, cosa que tanto se extraña desde la época de El taxista Millonario. Y el asunto se abre con la narración de los inmigrantes ilegales a Estados Unidos a través del célebre e inameno Hueco con el título Paraíso Travel, bajo la batuta de Simón Brand, quien con un relato que ya es conocido pero con recursos visuales y el gancho de contar con John Leguízamo y Margarita Rosa de Francisco en el reparto, y dividir la historia en locaciones de Colombia y Estados Unidos, cautivó a prensa, a público, a patrocinadores y se ubicó de manera gloriosa en la taquilla de más de tres millones dólares recaudados en cinemas locales, además de participar en el festival de Tribecca de Nueva York y lograr favorables comentarios sobre dirección de actores, en especial de su novel protagonista Aldemar Correa. Una buena forma de abrir el 2008.


El copiloto en el triunfo que abrió Brand fue el caleño Carlos Moreno, uno de los representantes del nuevo boom del cine de Cali, que despierta nostalgias con apellidos propios como Caicedo, Ospina o Mayolo. Perro come Perro fue una historia relatada en torno a unos dólares "muy calientes" y que medio mundo anda buscando, destacando la sed de poder y la premisa de ser más 'vivo' que los demás, pues aquí, si se duerme el individuo se lo puede comer el perro. Los ingredientes de incluír magia negra, el escenario cálido pero peligroso de la capital del Valle y las actuaciones convincentes de villanos sin escrúpulos (Blas Jaramillo Q.E.P.D. , Marlon Moreno, Oscar Borda o el ya veterano de mil pantallas Álvaro Rodríguez) con un ritmo ágil y dinámico, brindan un puesto distinguido al filme que fue exhibido en cinemas de otras latitudes latinas y el chance de pasarse en el prestigioso festival de cine independiente Sundance, y de tener a Marlon Moreno como vencedor en premios actorales en el festival de cine de Guadalajara y de Cartagena. La cosa sigue de buen color.

Detrás de ellos se notaron títulos no muy taquilleros pero igualmente respetables y listos para dar de comer al público ávido de cine: El regreso a pantallas del taquillerísimo Gustavo Nieto Roa (El taxista millonario) con una narración que se centra en el sexo casual y plantea la posibilidad de aislar los sentimientos de los placeres, Entre Sábanas no fue muy acogida por el público pero amplió el terreno de las temáticas diferentes e hizo repetir prensa a un Marlon Moreno desnudo con indicios de montar fanclub.


Sigue la propuesta alternativa esta vez con color rosado caribe y El ángel del acordeón, de Camila Lizarazo donde cunde la rivalidad por el amor de una mujer a ritmo de acordeón y el lente de la cámara se calienta con vallenato "ventiao", una propuesta de un guión mas bien televisivo con el auspicio de la productora más pesada del medio nacional -CMO- y una vez más con Marlon Moreno en el soporte actoral, esta vez acompañando a gente nueva en los protagónicos.



Y para seguir en la onda de guiones fuera de los convencionales tonos delincuenciales criollos hay un experimento fraguado por otro caleño,Oscar Campo y Yo soy Otro, enmarcado en una historia fantástica de un virus en un hombre que desata una reacción que produce muchos clones de sí mismo, tal vez la propuesta más alternativa a nivel visual y de guión, pero con resultados pobres en taquilla.Punto interesante, una banda sonora hecha por La Fábrica y sus castigos electrónicos.

El desfile de cintas continúa con una nueva salida de Lisandro Duque ( Visa USA, Los niños Invisibles) quien esta vez juega un papel curioso en el teatro de la guerra en Colombia con unos mimos que esta vez se hacen pasar por subversivos en busca de una desmovilización lucrativa (cualquier parecido con algún reinsertado verdadero es pura coincidencia) en Los Actores del Conflicto, una propuesta que aunque toca el tema del combate armado, lo hace desde una perspectiva civil, sin desplazados, sin sierras eléctricas y sin esa figura de terror que se implanta en la mayoría de retratos fílmicos sobre la materia.


Para el mes de septiembre sonó Te Amo Ana Elisa, un drama que resalta la labor de una mujer humilde que quiere llegar adelante en medio de muchas adversidades, idea original de su protagonista Adriana Arango y la conducción de los hilos en un trabajo conjunto de Antonio Dorado (una vez más, un caleño, recordado por El Rey) y uno de los reyes de la actuación en el país, Robinson Díaz, en un filme que finalmente no pudo obtener la fuerza suficiente en recaudos locales pero que a pesar de ello logró colarse en el L.A. latino festival y se vio también en el Cinemaissi de Helsinski.



Y dentro del esfuerzo independiente una camada de Manizales comandada por otro caleño, Jaime César Espinosa, se ve una labor visual con las uñas, sudor y lágrimas pero la satisfacción del deber cumplido, Helena, una historia de triángulo amoroso con un trasfondo político que hace memoria sobre los acontecimientos violentos con las víctimas de la UP, un esmero con recursos técnicos limitados que, aunque no suscitó comentarios halagadores, sentó otro precedente en la forma de hacer cine de tipo independiente, más por convicción que por búsqueda de utilidades.

Un colombiano con cara (y apellido) de griego, Spiros Stathoulopoulos, se aparece en escena de celuloide para mostrar una valiente muestra que representó a nuestro país en varios festivales del globo: PVC-1 es un inquietante plano secuencia de 85 minutos que recrea la noticia de una mujer que tuvo el infortunio de ser parte de una extorsión con un collar bomba.La película había viajado por Cannes y fue selección oficial en muchas muestras cinematográficas del otro lado del Atlántico durante el 2007, pero a nuestro país llegó hasta el año siguiente, donde curiosamente, no levantó tantas flores y manejó un perfil discreto, sin embargo, se abona la gallardía de Stathoulopoulos para trabajar todo el filme sin cortes, que es mucho más atractivo que la historia misma. Una vez más, el tema de la subversión y la violencia en Colombia, que es paradójicamente tan aplaudido en otros sectores de la geografía universal.



Previo a temporada navideña se estrenó Nochebuena, de Camila Loboguerrero (María Cano) otra propuesta con un guión que se sigue acercando al tópico del papel con ceros, donde se inserta en el mundo de una familia burguesa que comparte aguinaldos en una finca donde se revelan secretos, se traman conspiraciones y se acentúan envidias, en una visión donde las apariencias de ser una familia de índole aristócrata se van desbaratando con el descubrimiento de la bancarrota dentro del caudal que se supone ostentan, y al respectivo marrano le va a llegar la hora de que le hagan su nochebuena. Toque de humor negro criollo.


Y para finalizar el año siempre aparece la mano que busca llevarse una pequeña parte de la 'prima' de las familias que aman el plan cinema después de la Navidad, el 25 de diciembre Dago García y sus libretos, y Ricardo Coral y su estilo le ponen estampa a
Ni te cases ni te Embarques, una comedia agregada a otras nueve para Dago, que toca el tema del pánico al matrimonio y las situaciones jocosas que se desenvuelven perfectas para pasar la digestión del ajiaco de medianoche y reírse de un libreto hilarante por pasajes que divinamente cabe en la parrilla televisiva. Un ejercicio casi sagrado para muchas familias, que, mal que bien, impulsan a mantener al cine colombiano en pantalla con su asistencia.


El año tuvo distinciones en el campo del cortometraje, comenzando por La Corona, de Isabel Vega, quien vino a mostrarnos un reinado en la cárcel del Buen Pastor, y desde el color de la penitenciaría se trasladó al rojo de la alfombrada entrega de los premios Oscar, cautivados por el tema. Un muchacho de nombre italiano, Franco Lolli, participó con un corto llamado Como todo el Mundo con una historia cotidiana muy acorde a los tiempos de actual recesión en una narración de madre e hijo y con ello se llevó el gran premio en el festival Clermont-Ferrand, el más importante del mundo a nivel de cortos. Y finalmente, Juan Pablo Betancourt seduce con una historia fantástica de un niño que logra desmenuzar cualquier cosa con sus manos con Rojo Red, que logró llevarse premio en el Festival de Cine Fantástico de Oporto. Los cortos en Colombia tienen un futuro más duradero que los mismos largos.





Y mientras el 2008 se despedía con un balance de altura, se venía el desafío para un 2009 con producciones pendientes por dar a luz en pantalla. La primera fue una comedia familiar de la mano de Harold Trompetero (Diástole y Sístole), quien esta vez se aventuró a llamar a la familia a ir en combo a comer crispeta y sonreír con los primitos, sobrinitos y ensalzar la voluntad y la Fé a través de un superhéroe bien parroquial que cuenta con los 'poderes' que le concede el Divino Niño para resolver cuanto entuerto se atraviese en su barrio. Como en todas sus películas, el Sagrado Corazón es uno de sus leitmotivs. No contó con tanta recepción como lo hizo su siguiente película que fue lanzada un par de meses después, Riverside, rodada en Nueva York y que cuenta un sueño americano a la inversa, donde dos esposos de clase alta se ven atrapados por la crisis económica y viven la quiebra en Nueva York y deben recurrir a métodos de reciclaje y a la vida callejera para salir del lío de dejarse absorber por la Gran Manzana, esta vez tuvo más reconocimiento por parte de la prensa internacional.




Y vuelve el tema de las drogas. Pero esta vez, con el fin de entretener. Basado en un cuento de Alfredo Molano, el director Guillermo Calle se manifiesta con El Arriero en una narración que juega con los elementos del amor, la droga, la acción y en sí el entretenimiento, un hombre que se debate entre el querer de su esposa y su amante 'mula' mientras ve cómo prolifera su negocio de 'exportaciones' a través de cuerpos necesitados que deben cargar con 'pasta blanca' en su estómago para después obtener algo de buena 'pasta verde'. Una visión un tanto ligera alrededor del narcotráfico, tal vez la más light de todas las propuestas mostradas en filmes criollos de años anteriores.



El verdadero golpe de grandeza y privilegio llega en abril con la segunda cinta del costeño Ciro Guerra, Los Viajes del Viento, una bellísima exposición fotográfica que muestra el itinerario vallenato durante los sesenta con un juglar que quiere el retiro y su joven acompañante que quiere la gloria, y recorren la zona norte de Colombia para devolver el acordeón a su maestro. Con un tratamiento lento, casi documental y el recurso de actores naturales y nostálgicos vallenatos amenizadores de postales en video, este filme logró después de once años de ausencia colombiana aparecer en Cannes y despertar la atención del mundo con ese universo paralelo y exótico que ofrece nuestra geografía costera. Más que guión, es la belleza de los parajes y la solemnidad del cine de Ciro lo que logran conmover. Además de pasar por San Sebastián y Toronto, está nominada en candidatura por nuestro país para Premio a mejor Película extranjera en los Oscar. Amanecerá y veremos si el viaje valió la pena... Para los amantes de la fotografía, estamos seguros que sí.


Para los amantes de la rectitud y la religión, tenemos un héroe propio en la película
La Pasión de Gabriel, estrenada en agosto con buena recepción del público que recurre a la temática del conflicto armado, esta vez centrado en la historia de un cura que, por hacer valer la justicia se mete en líos con los militares, los guerrilleros, los políticos, la comunidad y hasta con la misma curia, pues su voluntad de pastor no le impide dejarlo caer en las tentaciones de la carne, una especie de Jesucristo a lo provinciano, que sufre las consecuencias de no colaborar con su silencio para la perfecta marcha del sistema corrompido. Luis Alberto Restrepo (La Primera Noche) vuelve a locaciones rurales para recrear su historia y logra llevarla hasta el festival de cine de Guadalajara donde su protagonista Andrés Parra se lleva el premio a mejor actor. Abarcando el tema de la justicia desde el punto de vista de un hombre, se queda corta en algunos pasajes, pero logra su cometido, seguir impulsando la taquilla y las nuevas realizaciones.


Pero cuando hay curas justos que se dejan llevar por la carne débil, hay otros que se dejan endulzar el pulmón por la tentación de la hierba. Caso plasmado por el señor Alessandro Basile en
El Cielo, una propuesta alterna que se encarga de desahogar toda su ira contra la imagen abismal de clases en una ciudad tan ostentosa y al mismo tiempo tan putrefacta como Cartagena y que discute el tema de la marihuana como método medicinal mediante la mirada aprobatoria de un presbítero (Salvo Basile). Filme para levantar polvareda en las clases altas por su temática, con ciertos visos a lo Felipe Aljure en algunos tramos, con algunas escenas que pueden haber sido ideadas bajo el influjo del humo jamaiquino, pero que se quedó corta en audiencia y pasó rápidamente por la cartelera.


El 2009 fue un año de menos movimiento para el boom del cine caleño, pero no podía faltar un representante de esta escuela para colarse en Bogotá y dar un retrato de la sordidez serena de la noche capitalina en La Sangre y la Lluvia. Jorge Navas regresa de las catacumbas de sus alabados cortometrajes y muestra su ópera prima en largo, cuidadosa en fotografía, lluviosa en escenografía y creando una atmósfera de cine negro a menores revoluciones y sin tanto suspense con el mérito de llevar su obra casi en tiempo real y hacer un reflejo alternativo de las calles de la zona de tolerancia de la multicultural Bogotá. Intenta prometer en el Festival de Cine de Venecia y augura nuevos trazos en la estilística de dirección para dar un pequeño giro de identidad a la forma de hacer películas en el país.



Por último viene la cuota de dirección de un alemán que, al mejor estilo de Barbet Schroeder en su tiempo con La Virgen de los Sicarios, ahora pasamos de Medellín a Cali mostrando problemáticas parecidas con una palabra que milita eternamente en los barrios bajos: Sicario. Tom Schreiber se trae a un practicante de medicina teutón a un hospital público de Cali en el relato de Dr. Alemán, donde se muestra sin prejuicio el sinsabor de las balas que corren por las calles y centros de atención médica patrocinadas por jefes de carteles bandoleros y un europeo quiere dejar de ser observador para internarse en las amarguras de un pueblo golpeado por la violencia de suburbio. La actriz Marleyda Soto, por su naturalidad se llevó los aplausos y el premio a mejor actriz en el Festival de Cine de Viña del Mar.




Mientras tanto, los cortos siguen siendo (como el fútbol de las inferiores de nuestro país) los que se llevan los galardones: 16 memorias de Camilo Botero ha tenido muy buenas críticas por rescatar la cotidianidad en video de una familia de Medellín, y fue premiado en el festival de Cine documental en Miami. Por otro lado, Jorge Caballero logró destacarse en Buenos Aires con Bagatela, que se desenvuelve en juzgados y nos cuenta historias de delitos menores, sus castigos, sus avatares y todo lo que puede dejar mal parado a un sistema judicial no muy equilibrado, el premio se lo llevó en BAFICI en tierras gauchas.


El 2009 finaliza con grandes expectativas con varios proyectos pendientes por publicar, en etapa de post producción o que se desenrollan en trámites de cartelera, derechos y demás: Títulos como La Sociedad del Semáforo (Rubén Mendoza), Lecciones para un Trío (Juan Pablo Bustamante), El Vuelco del Cangrejo (Oscar Ruiz), Lo Azul del Cielo (Juan Alfredo Uribe), Marina la esposa del pescador (Carlos Hernández) y Contracorriente (Javier Fuentes-León), deben demostrar que la ilusión de una industria de cine nacional debe dejar de ser una utopía, que por lo menos se acerque mas que a una empresa a un movimiento, y que Colombia no debe decaer como en la triste producción de los noventas, hay que seguir dando pantalla.CINE

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