
A mediados de los setenta en Norteamérica la efervescencia de los sonidos funky y la inminente avalancha del Disco eran una invasión declarada en tierras del tío Sam, y más adelante en todo el orbe. Mientras George Clinton se deslizaba en galaxias de origen psicodélico con su característico groove, Stevie Wonder desfilaba en un amorío entre el soul y los sabores funky. Mientras Curtis Mayfield se endulzaba entre acordes de negrura tierna, Kool and the Gang envenenaba los suelos de las pistas de baile con vientos incendiarios. Mientras ellos se bamboleaban en el apogeo del Funk, mal visto por los puritanos, bien visto por los paganos musicales, se destacaba un armónico movimiento de personajes amantes del virtuosismo y la variedad liderados por el siempre optimista Maurice White, quien en su carta astral tenía como primeros elementos los nombrados en el grupo de sus amores: Earth, Wind and Fire.
En oportuno momento de vivir la fauna musical de esta década tan variopinta, el hijo natural de Memphis pero hijo adoptivo de Chicago, Maurice White vio la posibilidad de seguir experimentando a través de varios géneros para finalmente encontrar una propia identidad, y probó con muchos, enredando al jazz, al afro, rock, gospel, R & B, soul y obviamente al funk, en una amalgama de sonidos atractivos, felices y bien elaborados con un line-up de muchos miembros (casi una big band a escala) y una puesta en escena vivaracha, con los vocales muy bien complementados entre el baritonal White y el falsete casi castratto Philip Bailey . El sonido de Earth, Wind and Fire se identifica de aquí a Caparnaum sin ninguna duda.
Para 1974 la banda ya contaba con cinco trabajos a cuestas, y el precedente de un disco platino fechas anteriores, Open Our Eyes, que llegó a listados en Número Uno de R & B en EEUU. Bien parados en la escena, pero aún no tan reconocidos a nivel internacional. La primavera fue el

La grabación del disco se generó en un rancho lejano en Colorado, el Caribou Ranch. Mientras Maurice White caminaba en los alrededores vio un cielo azul prominente con estrellas que coqueteaban con el crepúsculo, con su actitud optimista ideó en un par

Volvamos al tema de la película. El señor Shore, después de su tremendo éxito con Superfly (1972) y que también consolidó en el mainstream al exquisito Curtis Mayfield con su banda sonora, quiso seguir en la onda de una musicalización totalmente negra. Se puso en el rol de director y llamó a una figura del medio para protagonista, Harvey Keitel, quien encarna a un

Maurice White tuvo una influencia bastante fuerte del blues de Chicago y desde sus tempranos años desarrolló un gusto por los sonidos elaborados de la mano de artistas como Booker T. Jones, Etta James o Muddy Waters, y mostró todo su potencial como baterista en muchas sesiones del respetable sello Chess. Más adelante se interesó por otros instrumentos (como su misma voz y la kalimba, un familiar africano del vibráfono), y cimentó las bases para trabajar en un ecléctico conjunto de géneros que dio origen a Earth, Wind and Fire. Bajo una clara influencia afro y el amor declarado al funk logra incluir su kalimba en el tercer tema del LP, "Happy Feelin", pura felicidad de dinámica bailable en las voces de Philip Bailey quien llama a sentir el poder de la música, y el saxo con dosis minimales define el vigor de la pista, y la percusión por momentos evoca los aires de la dicha ancestral de las tribus africanas.
Junto a tanta variedad en sonoridades e influencias, se le unía un sincretismo de espiritualidad liderado por el sello de la buena actitud. White proclamaba sin prejuicio toda clase de doctrinas en las que se entremezclaban la astrología, numerología, vegetarianismo, yoga, budismo y cultura del antiguo Egipto, que se reunían para cantar un solo mantra al amor y a la vida plena, solo hay que ver los vestuarios excéntricos y coloridos y la enorme sonrisa de Maurice, que tenía estampada la palabra Vida en su frente. "All About Love" es el cierre de la cara A del vinilo, y confirma lo escrito, 'Paint a pretty smile, each day lovin, is a blessing'. No se ve tan de frente (excepto los grupos religiosos) alguna banda con semejante esperanza en sus letras. Esta canción es la que más se acerca al perfil de balada pop con White liderando en voces, arreglos orquestales muy sutiles y una sección de vientos pomposas en algunos intervalos, apenas para ponerlo en la cena romántica de par velas entusiasmadas porque en esa noche, todo se tratará de amor.

Entre tema y tema hay un teclado un tanto psicodélico que evoca los enlaces de los álbums conceptuales de The Beatles, característica que se hizo partícipe en interludios posteriores de otros trabajos de los Earth, Wind and Fire. Después de cerrar su ciclo con Warner, el grupo tuvo puertas abiertas con Columbia y el patrocinio en producción de Charles Stepney, quien ya tenía experiencia al trabajar con la gente de Chess Records y conocer la alta gama del movimiento blues y soul de aquel período, en especial con The Dells con quienes obtuvo grandes logros comerciales. Stepney metió mano y corazón en el tema titular del disco, en "Reasons", y en el lado B de "Shining Star" titulado "Yearnin Learnin", una composición (una vez más) entusiasta que habla sobre el chico triunfador que aprendiendo a andar por la vida logra cumplir sus metas, un funk potente con ciertos visos a Stevie Wonder, que tiene un piano juguetón durante toda la canción, las trompetas son despertadores, alerta de luz, la guitarra embelesada en su wah wah y Maurice White encargado con su tono barítono de dar el aire jovial. El switch se pone en On durante este pasaje.
Desde Denver Colorado proviene una de los falsetes más difíciles de igualar en la historia de la música negra, Philip Bailey es un amante confeso de Stevie Wonder y Dionne Warwick, y con una capacidad vocal tremenda al mantener sus agudos en registros prolongados. Junto a Maurice White es la cuota vocal que lidera la banda e interviene en varias de las composiciones de los temas de este trabajo. Si se quieren apreciar todas las aptitudes de garganta de este individuo no

Pero no sólo Bailey y White son los artífices de este sonido de fábula funk. Toda una nómina desarrolla los acordes y las tramas auditivas para hacer bailar al público, comenzando por el hermano de Maurice, Verdine White, quien comanda la línea de bajo y colabora en composición, Ralph Johnson en los tambores, los funky guitarreros Al Mc Kay y Johnny Graham, Larry Dunn en todo lo relacionado con teclas (excepto la kalimba, exclusiva de Maurice White) y el señor Andrew Woolfolk en saxos y flautas. Y es precisamente este experto 'soplador' que se desahoga en fraseos muy jazz pero con el veneno del sabor en el único tema instrumental del disco, "Africano", que inicia con ancestrales añoranzas de sangre de continente negro en sus flautas, y después se encarniza en ritmos bailables rápidos como el cazador y funkys como el músico, y va en busca del alivio a través de varias notas sueltas que suben, bajan, corren y se relajan, pero siempre mantienen el espíritu que homenajea a sus orígenes. Una especie de funk jazz muy bien planteado con tonos persecutores en un ensamble de instrumentación de sabor puro, complementado con la sección de vientos de The Phenix Horns.
Esa calentura de resoplidos de metal denominada Phenix Horns estaba conformada por Don Myrick en los saxos, Louis 'Lui Lui' Satterfield en el trombón, Rahmlee Michael Davis y Michael Harris en trompetas. Tuvieron el gusto de trabajar con artistas como The Emotions, Phil Collins o Heaven 17, y fueron la carburación real que dio a Earth Wind and Fire toda la potencia que

Para 1999 se lanzó una reedición del That's the Way of the World con material bonus, pues tuvo apartes de algunos masters de primeros cortes de temas como "Happy Feelin", "All About Love", "Shining Star" y "That's the Way of the World", además de una versión inédita, totalmente jazz, de un jam que titularon "Caribou Chaser", todo un lujo de canciones reunidas para fascinar a un público ávido de eclecticismo y sabor, esta vez de la mano de mensajes de superación y alta espiritualidad como no se ha visto en mucho tiempo (en el mercado mainstream se aclara), la gente bailando al son de las plegarias discotequeras que provienen de todos los lugares y de ninguno al tiempo, en un eterno vaivén de dioses y músicas que van al mismo fin, destacar la Vida e ir al son del Mundo sin demasiada preocupación, lo importante, es Vivir.
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