23 ago 2009

PUBLIC ENEMY- YO! BUM RUSH THE SHOW



El movimiento hip hop en Estados Unidos tenía consolidado un público y un creciente número de intérpretes, a partir del estallido de nombres de peso como L L Cool J, Run-DMC , The Juice Crew o los mismos Beastie Boys. Sin embargo, las reglas del rap fueron reescritas en 1987 desde el ámbito universitario en Nueva York, cuando un grupo de muchachos de conciencia política usaron su música no solamente como factor de entretenimiento y comercialización sino como una fiel denuncia sociopolítica sobre los derechos y la afirmación de la cultura afroamericana en el país del Tío Sam, por medio de líricas terminantes y beats subversivos, un golpe de estado sonoro creado por la gente de Public Enemy.

El artífice de semejante intención de escándalo fundamentado fue el señor Chuck D, que en compañía de Flavor Flav, Terminator X, Professor Griff y el equipo de producción de Bomb Squad se dieron mañas para ensamblar canciones a través de ruidos, bastantes samples y mucho beat salvaje acompañado de profundas y originales rimas que tocaban el dedo en la llaga del establishment y hacían sentir vivo el espíritu negro en las secuelas racistas originadas por problemas globales como el apartheid en Sudáfrica o algunas leyes que creaban desigualdad entre los afros y los blancos.

La oportunidad de grabar con Def Jam (sello importante en el desarrollo del old school) se dio para 1987 y la consiguiente publicación de su primera bomba musical: Yo! Bum the Rush, clara invitación a atragantarse de hip hop sin licencias, novedoso y envuelto en ancestrales sonidos funk mezclados con chillidos y texturas ruidosas que empezaban a promover el sonido hardcore, y un flow de tino irregular en las intervenciones de Chuck D, pero con toda la intención de hacer un llamado a su gente para entablar integración y lucha por sus derechos. Consignas iniciales: No a la delincuencia (y a la clasificación del negro neoyorquino como ladrón), no a las drogas (y al prototipo del negro promotor de crack), combate contra el poder y el monopolio del sistema.

Esta altivez de color ébano se manifiesta desde el primer corte del disco en "You're Gonna Get Yours", grande clásico que en delirante paso extermina cualquier rivalidad, pues es un funk peligroso con aires de rock dominado por la rima contestataria de Chuck D, MC veloz que atraviesa la ciudad en su auto 98' y muestra todo su poderío en el trayecto de la canción: ' They didn't get me, that's the truth Cause my 98 is bullet proof '. Los samples fueron vital alimento para casi todos los cortes del disco, en esta ocasión van complementados por las tonadas de Captain Sky y su "Super sporm" -puro funky- , y la guitarra sabrosona de Dennis Coffey en "Getting it on". Años más tarde, este primer clásico de Public Enemy sería usado en los intros en vivo de la famosa "Give it away" de los Red Hot Chili Peppers, pues sin duda es un funk and roll. Con esta primera muestra inicia un repertorio completo de auto defensa afroamericana y desprecio por las políticas del gobierno de Reagan.

Se mantiene el aire rockanrolero en la atmósfera, pues la segunda canción del trabajo tiene una gran colaboración, "Sophisticated bitch" es un continuo diálogo entre la voces de Chuck D y la guitarra de Vernon Reid, el por entonces líder de Living Colour, quien con su peculiar modo de hacer berrear su instrumento, crea ese aire de descontento necesario para hablar sobre el materialismo desmedido de las chicas aparentes que dan prevalencia al lujo y viven de la ostentación y los idiotas útiles que se prestan para su juego consumista: ' Now she wants a sucker but with an attache'. La lenta pero pesada cadencia del tema proviene sampleada de "Friends", de los ochenteros Whodini con su hip hop primario, y hay algunos aderezos de la discotequera pieza "Groove line", de Heatwave. Del primer trabajo de los Enemy, esta es la composición que más toma en cuenta la guitarra y crea un reflejo voluntario rockero al escucharla. Rock and flow.


La definición del sonido Public Enemy no sería la misma sin la complicidad del Bomb Squad, un completo equipo de producción conformado por Hank Shocklee, Keith Shocklee y Eric ' Vietnam' Sadler, quienes tenían su propio laboratorio de experimentación con ruidos, algunos sonidos orgánicos, y el ingrediente principal, samples. Ellos cocinaban la pasta con atavíos musicales de distintas partes y DJ Terminator X le servía el plato al público con sus prodigiosas manos. Y el tema más acicalado en samples y murmullos melódicos fue " Miuzi Weighs a Ton", un mix de diferentes orígenes entre los que se cuenta "Rock steady", de la reina del soul Aretha Franklin, la guitarra de Syl Johnson en "Different strokes", el tremendo y subestimado "Christmas rapping" de Kurtis Blow, y la base funkera de Melvin Bliss con "Synthetic Substitution". Como siempre, Chuck D se encarga de enaltecer el black power con sus consonancias, no quiere que nadie lo alcance en su cúspide como rey de rimas, pero está condenado a ser perseguido por tener buen flow: ' A fugitive missin' all types of hell all this because I talk so well '. Está claro que no solo hay negros orgullosos en la costa colombiana...

Hay varios aspectos singulares en la doctrina de este combo rapero: influenciados fuertemente por el Islam y las creencias musulmanas, luchadores incansables de los derechos afroamericanos, algunos tintes de ideología comunista, marginales ante el mainstream (aunque más adelante sería inevitable hacer parte del foco principal en los medios), y tener un cuerpo de seguridad con algunos aditamentos de milicia, pero totalmente pacifistas. El Security of First World era comandado por Professor Griff y siempre estuvo al frente del buen desarrollo de las fiestas y presentaciones de Public Enemy; la tropa era musulmana. Y mientras ellos promueven una estabilidad de corte apaciguado, Chuck D incendia el micrófono con una rima deslenguada en "Timebomb", y sin vergûenza se compara con gente como Mohammed Ali, Kareem Abdul Jabbar o Joe Frazier, haciendo dote una vez más de una altivez morocha inalcanzable: ' All fall to the force of my swing like Ali, Frazier, Thriller in Manila'. En la parte musical tomaron la pista original de The Meters "Just kissed my baby", y le dieron pitch para conformar así un funk rápido que fuera a tempo con la rima del MC.

William Jonathan Drayton Jr. es el nombre verdadero de Flavor Flav, el segundo en vocales de la agrupación, objeto de controversia entre Professor Griff, Def Jam y Chuck D, pues su postura es inversamente proporcional a la propuesta conceptual del líder: vestimentas excéntricas, gafas de sol enormes, dientes de oro, sombreros estrafalarios, y siempre la compañía de un reloj colgado en su cuello con la premisa de que "El tiempo es oro". Lo curioso del asunto es que el defensor de este joker es Chuck D, que refutaba a la gente de Def Jam sobre su imagen, y le parecía conveniente tenerlo en su escuadra, pues era el complemento perfecto para mostrar una figura menos politizada en el escenario y dar algunos aires en las rimas principales. Durante este primer álbum Flavor Flav no es muy notorio, pues solamente hace intervención en algunos intros y parte de ciertos coros. El único track con su discurso largo es "Too much Posse", una interesante arenga sobre la función del pandillero imbécil que engrandece su ego en compañía de sus amigos, pero como individuo es un verdadero fracasado: ' Pack a hundred people, ya know ya gonna need'em '. La pista no tiene samples, es un conjunto de sonidos percutores, traqueteo encerrado en túneles, y la rima es más hablada que cantada. Sin tener mucho desenfado, el mensaje de Flavor es claro, y logra su objetivo, la cuadrilla solo funciona en número grande, y lo único que pretende es 'Posar' como chicos rudos de barrio.

El tema que sigue es un llamado de conciencia colosal, la búsqueda del despertar de la autoestima afroamericana, una cachetada a los sumisos de raza negra, un arsenal de juglar marginal que quiere equilibrio para su gente: "Righstarter (Message to a Black man)" es el manifiesto principal de Chuck D. Carlton Douglas Ridenhour es su nombre de pila, y es el motor de Public Enemy con de sus líricas, su canto y sus ideales. Es el MC político por excelencia, y ha tenido ocasión de colaborar con innumerable cantidad de artistas -Janet Jackson, Ice Cube, Run-DMC, entre muchos otros-, además de participar en el congreso y en convenciones de rap político. Todo un personaje que inculca el valor de la música como objeto social, y que expresa principalmente en "Righstarter" con frases como ' Many have forgotten what we came here for, Never knew or had a clue, so you're on the floor' o ' Mind over matter, mouth in motion'. Mientras Chuck D se desahoga entre frases de aliento brusco, la música es una explosión de hip hop enérgica con samples de gente como Trouble Funk y su "Grip it", The JB's (el grupo original de James Brown) con "Blow your head", y finalmente el famosísimo 'Ah yeah' de Run-DMC en el tema "Here we Go", sampleado por medio mundo. Pieza de gran velocidad, para los amantes del break y los samples salpicados de scratches, toda una magistral intervención de Terminator X en los platos.

Si nos remontamos a los orígenes de Public Enemy, hay que agradecer al tema "Public Enemy N 1", experimento inicial en 1985, pues fue el punto directo de reconocimiento en la radio universitaria, y más tarde del productor de Def Jam Rick Rubin, quien escuchó esta canción y los fichó para el sello, a pesar de no ver a Flavor Flav como buen elemento para el futuro del combo. En resumidas líneas, fue el primer sencillo de la historia de estos legendarios raperos, reciclado en 1987 y también parte de los singles del Yo! Bum rush the Show. Mientras algunos synths orgánicos juguetean cual lombrices en estado de shock y Flavor Flav hace un intro de rima ceremonial, llegan los samples: "AJ Scratch" del colorido rapero Kurtis Blow, "Feel the heartbeat", de los pioneros raperos The Treacherous Tree, y finalmente, el trombonista Fred Wesley y los JB's con "Blow your head". El tema no deja de ser extraño por el tratamiento de los sonidos orgánicos con efectos wah wah, y los interludios de Flavor Flav en algunos pasajes. Mientras tanto, Chuck D canta ' I`ll show you my gun, my UZI weighs a ton because I'm public enemy'. El armamento del vocal líder consistía en pura letra, granadas de libre expresión. Los enemigos públicos eran considerados en los 30s como criminales de media monta de alta peligrosidad, que robaban bancos y a ellos se atribuían los grandes asaltos. Public Enemy es la viva expresión de la lucha contra la censura, delincuentes líricos de alta monta que crean panfletos cantados de subversión social, dirigido a las minorías afro en un país manchado por el racismo como E.E.U.U.

Las divisiones de poder en la escena hip hop del país del norte siempre se han inclinado a dos puntos neurálgicos, las Costas Este y Oeste (New York y Los Angeles, respectivamente), y en 1987 habían máximos exponentes de lado y lado. Mientras en Los Angeles Ice-T hacía de las suyas cantando la vida del 'gangster playero' que disfruta de los lujos, los enormes automóviles y las tangas coloridas, en New York la cultura urbana del Bronx con todas sus necesidades y atropellos policiacos eran elocuentes en las rimas de KRS-One. Public Enemy curiosamente no provenía del ghetto neoyorquino, sino que era una mixtura de gente procedente de Queens, Long Island y Brooklyn, lejos del difícil Bronx. El tema que sigue en el disco es una mezcla de líricas de las dos costas, "M.P.E.", un perfil a grosso modo del gangster citadino, que no ostenta grandes lujos, pero pone las condiciones en el barrio, con estrofas de Chuck D por un lado y de Flavor Flav por otro. Tal vez de allí lo 'ligero' de la composición: 'Girls on my jock like ants on candy'. Entre tanto, hay de fondo ruidos industriales, máquinas que sufren y rechinan de la mano de Terminator X, en una base percutora minimal que parece lenta e inofensiva, pero al mezclarse con el coro esquizofrénico y los ruidos de neurosis, es una bomba que golpea sin piedad.



El trabajo debut de Public Enemy logró entrar a listados Billboard 200 en la casilla 125, y en los especializados de hip hop escaló hasta el primer lugar, lo que les dio buen reconocimiento en el medio rapero. La canción que titula el álbum, "Yo! Bum Rush the Show", es una sarta de golpes electrónicos con algunos scratches exaltados y de fondo un piano de película de terror en un solo acorde que parece dar un ultimátum, mientras la gente del movimiento disco Banbarra suena en un sample,"Shack up". Violento y directo, una vez más se arman de municiones contra el silencio y expresan su black power. Y para mostrar mayor poderío cuentan con el auspicio de uno de sus representantes intelectuales, Professor Griff, cabeza visible de Security of the First World, que servía como soporte musical, respaldo en seguridad y show de bailarines, toda una mezcla de pirotecnia, artes marciales, protocolos de milicia particulares y danza. Richard Griffin (su nombre real) fue imagen patente en muchas entrevistas iniciales del colectivo, y su postura intelectual tenía los mismos ideales de Chuck D, junto a una devota creencia por el Islam. Más adelante tendría problemas con los medios por dar declaraciones de corte antisemita, y sería expulsado del grupo por discrepancias con las políticas de Def Jam.

Durante los 80s, el libre albedrío para usar samples era palpable, pues no existía el problema de derechos de autor, por lo tanto el hip hop era un oasis de sonidos extraídos de otros vinilos. Especialmente en esta producción, más que en las siguientes, el uso de los samples fue casi imprescindible. La salvación para las bandas del género sin recursos tecnológicos para trabajar fue la usanza de fragmentos de canciones clásicas de disco y funk y su respectiva inclusión en las secciones rítmicas de las pistas. El beat es la base, los ruidos y los samples son el complemento adecuado para darle color a la pista. El tema "Asembly Line"de los tan soul Commodores fue el conejillo de Indias en el coro para la canción "Raise the Roof", de lento desarrollo pero agreste golpe, que va botando la casa por la ventana de forma progresiva, con líricas concluyentes de Chuck D:'This jam might hit or miss the charts but the style gets wild as state of the art'. Siempre buscando el impacto con letras que se olvidan del mainstream y quieren poner en claro que su salvajismo poético incendia con franqueza los oídos de las conciencias afro que necesitan un impulso para continuar bien libradas dentro del complicado sistema de gobierno norteamericano.


Banda que se respete, siempre tiene un mago invisible que mueve todas las fibras de forma silenciosa sin llevarse grandes créditos. En este caso, uno de los grandes creadores de las genialidades subversivas de Public Enemy es Hank Shocklee, el líder del Bomb Squad, cuadrilla encargada de la producción de sus discos, con un carácter único para componer y créditos en casi todos los temas del Yo! Bum the Rush. Shocklee ya venía trabajando con Chuck D desde su época universitaria en los programas de radio bajo el nombre de Spectrum City. Cuando fueron contratados por Def Jam, decidieron cambiar su razón social y comprometerse más en el tema de la producción. Obviamente, Hank también se lleva el crédito en el track "Megablast", con un flow despacioso de Flavor Flav y Chuck D cantando sin mucha furia, y la compañía del sample de "All we need is another chance", original de los encarcelados setenteros que se hacían llamar The Escorts. Aquí los coros se confunden entre varias voces, los ornamentos auditivos son densos y paranoicos a la vez, y el tratamiento es muy callejero, se habla sobre el robo, el salvaje capitalismo, los valores humanos reducidos a un propósito comercial, la necesidad del dinero en las calles de Nueva York. Es tal vez el tema con más sabor a calle, obtenido gracias a la juglaría testimonial de los tristes ladrones de la capital del mundo.

Y después de la producción del disco, debe haber alguien responsable que lo pinche y lo mezcle en vivo. Aquí llegan las portentosas artes manuales de Norman Rogers, más conocido como Terminator X, que con su estilo solemne y silencioso, logra impresionar a su público con el movimiento de sus manos, que toman la voz en lugar de su boca. Y precisamente el corte de cierre del LP es "Terminator X speaks with his Hands", muestra de aptitudes en scratches, mezclas y pinchado en el instante adecuado durante dos minutos.En los primeras tiempos se hacía llamar Mellow D, pero la terquedad efectiva de Chuck D le dio nuevo bautizo por un nombre que buscaba exterminar el sinsentido de la realidad con música, de forma silenciosa, discreta, anónima, muy X. Terminator X.

Son doce explosivos guardados en un primer disco de ideas muy claras, con objetivos planteados desde un inicio, y marcando la pauta dentro de los pioneros del hip hop protesta, con propósitos políticos que, en lugar de ser un juguete de distracción musical, se convierte en un memorial de contexto sociopolítico que debe tomarse en serio por cualquier receptor, y que despierta las conciencias de otro puñado de artistas que ven necesario un cambio en el sistema establecido para mejorar sus condiciones de vida, y hacer sentir voz y voto de la comunidad negra. Una escuadra que no conoce el vocablo censura, la pandilla que toma la palabra como arma letal, el enemigo público que todo el mundo respeta, porque con su flow no se juega.

17 ago 2009

CON FOBIA A LOS ECOS


Discreta la marcha de zapatos asistentes que hicieron plegarias por escuchar sonidos mexicanos ausentes por más de una década en el Theatron de Chapinero. No obstante, sus pisadas fueron fuertes y sentidas, lo que no impidió un ambiente de calor en la tripleta musical que ofrecía la noche pre-quincenal de agosto.

Y la expectativa había sido creciente desde mayo, mes en que la moda tapaboca estalló y fue motivo de veto para que los inocentes músicos de Fobia tuvieran que perder la partida ante el porcino enfermo y posponer su vuelo a suelo bogotano.

Pero la perseverancia es garantía de meta, y se logró erradicando los miedos y dudas para aterrizar line-up en la noche 14 del mes ocho, cuando el horario prime time adormece y los vampiros buscadores de luna despiertan para conspirar con música. El primer turno es para los locales The Mills, quienes en su dosis de rock britanizado pusieron a sonar guitarras agudas y dar muestra en vivo de su reciente publicación, Babel. Bako y sus muchachos, en su mezcla peculiar de líricas anglo y latinas, mostraron su material base que los ha llevado al reconocimiento en el circuito de emisoras juveniles, "Before I Go to Sleep", uno de sus temas insignia; el cover compañero de muchas presentaciones "Lobo Hombre en París", en un toque más british; una versión interesante de "Abran Fuego" en compañía de los vocales de Elvis, estandarte del synth colombiano con su agrupación Estados Alterados; y por último, un homenaje rockanrolero al Rey del Pop y una guitarrera interpretación de Billie Jean. Las cuerdas de sabor inglés fueron un abrebocas disímil para lo que venía.



Un antecedente con sandunga y bastante contagio de ritmos afro es la particularidad en vivo de Superlitio, pero esta vez prefirieron envenenar sus guitarras y abrir su presentación con poderío en los acordes, retumbando en el escenario con el carisma en pelvis y rostro del guitarrista Alejo, y el desparpajo de ciudad caliente del Baby. Lo curioso del asunto es que entre más tiempo pasa, el sonido de estos caleños se aleja del rock, mantiene el funk, y se amaña con la tropical onda actual, pues Calidosound es su trabajo más "guapachoso", y la consigna era evidenciarlo en vivo. Pero hay una gran ventaja en la banda: su ecléctica melodía da para crear arreglos en todos sus temas, ya sea agresivo y rockanrolero, o folclórico y sabroso, la gran virtud de Superlitio es su exposición versátil en tarima. Y no desentonan en ninguna de sus salidas. Lógicamente, el Calidosound fue la materia prima más usada con los ritmos de "El cartucho", "Feelin' Funky", y su tremendo "Perro come perro", entre otros. Y algunos de sus más recordados tracks del trabajo anterior Tripping Tropicana, "Lo Fi", "Foxy", "Babylon", y el impajaritable "Que vo a Hacer", coreado por todos sus seguidores. El Baby, Alejo y el equipo Superlitio hizo bien su labor en la apertura, tal vez el único 'Pero' podría ser la no inclusión de alguno de sus clásicos de la época del Sonido Mostaza o Marciana. Los caleños calientan al público anhelante de tener Fobia.

Oficialmente, ya era quincena, pues pasada la medianoche (y un tanto más después de una espera que por poco desespera) aparecieron los glamorosos muchachos del DF con todo su arsenal de rock mexicano, gran marca de los 90s con expresión única que los deja en el pedestal de la escena latinoamericana incluso después de su largo receso de siete años. Leonardo De Lozanne es un frontman infestado de sensualidad en sus movimientos y sus fashionables cuerdas vocales que berrean elegancia entre las líricas de divertimento, que murmura escándalos callados y que seduce entre gritos y sosiegos. Premio para su fanaticada, el recorrido entero en vivo por lo más destacado de la discografía de la agrupación, desde sus inicios con el Fobia del 90 hasta su Rosa Venus del 2005.

Y entre los primeros acordes para corear, se recuerdan los diez dedos multiplicados por un centenar que intentan tocar el cielo mientras corean "Revolución sin manos", los mismos dedos que juegan a las matemáticas de educación primaria contando mientras Leonardo canta "12 pasos", y el jugueteo de los dedos de Iñaki mientras su teclado despide las armonías de "La Iguana".


Al paso de su presentación se iba destacando la tremenda madurez musical de Fobia con un sincronismo excelso en todos sus componentes, donde sobresale una inspirada batería de Jay de la Cueva, refinada, acelerada, reposada, a veces jazzie, a veces rocker, a veces funky, pero muchas veces, Jay. La infaltable guitarra de tonos ácidos de Paco Huidobro, el cerebro de la composición, que a veces chillaba desolada en algunos solos pidiendo oídos que escucharan su clamor, especialmente en los cierres de las canciones. Y el bajo suntuoso de El Cha! de quien se puede decir tiene una elegancia futbolística, pues combina el fashionable modo de su chaqueta blanca con el deportivo look de Hugo Sanchez. Los synths infaltables creadores de atmósferas, en muchos casos responsables de los intros, en otros de los clímax de los temas, todo bajo el mando de un capitán del espacio sintetizado, Iñaki. Leonardo de Lozanne y todos ellos creando el Pánico placentero, el Miedo masoquista, la Fobia feliz desde los 90s hasta ahora.


Un intervalo acústico con la siempre sublime "Hipnotízame", donde cantidad de bocas se reunieron al unísono para dejarse idiotizar por la lírica del clásico del 95; lo complementa ese tema muy ligado al road movie, "Vivo", con una bonita interpretación de guitarras donde el baterista Jay pasa al mando de cuerdas acústicas, mientras el contrapeso eléctrico lo hace Paco; una elegante bossa nova con bonitos arreglos en "Miel del Escorpión"; la grandeza de las guitarras ásperas de "Regresame a Júpiter" con un final casi post-rock; los siempre juguetones teclados que acompañan a Lozanne cuando invoca "Un mundo feliz"; y la búsqueda de la canonización de los infelices animales con "Dios bendiga a los gusanos". Parte del repertorio que logró crear disfonía entre los feligreses a tono con todas las manifestaciones vocales del irresistible Leonardo.

Pero no todo puede ser perfecto.Y esta vez Fobia debió haberle temido a la insensata aparición de ecos extras, recursos efectistas en demasía y sobrecarga de resonancias que en muchos de los instantes hicieron ininteligibles algunos tramos de las canciones. La voz de Lozanne flotaba en espacios etéreos indeseables, pues se perdía su magia cantada entre tanta espacialidad generada desde consola. Después de probar con esta ingeniería de sonido, se puede generar una real Fobia a los ecos.

Dos salidas a descanso por parte de los manitos, que, ávidos de aplauso y éxtasis de concurrentes, ejecutaron su último tramo del show con "Hoy tengo miedo" (aunque debería llamarse Hoy tengo Fobia), y dos grandes clásicos de su inventario musical: el divertido desmadre de "El diablo", y el oportunista conquistador de entrañas, "El microbito". Sin fobia a la altura, toda la elegancia descomplicada y la virtuosidad musical ganada con el paso de los álbums, Huidobro y su gente hicieron muy bien su tarea (salvo el factor ingeniería de sonido), y lograron satisfacer la sed presente durante 14 años de muchos anónimos amantes de ese Miedo musical fascinante que proviene del norte, con cinco discos de estudio a cuestas y con todo el factor de glamorosidad escandalosa que encaja tanto en su propuesta. Siempre bienvenidos, con o sin Feria del libro de sabores a enchilada y picante. A ellos, contrario a su nombre, no se les puede engendrar Fobia.

11 ago 2009

ZZ TOP- TRES HOMBRES




La particular ambigûedad de la bonanza petrolera con los silencios de la frontera desértica, la cosmópolis que arde en progreso y el suburbio campesino que huele a chili con carne es aquella mixtura que permite a lo rural tomar fuerza entre el vértigo de los edificios de ciudades como Dallas o Houston, en el estado de Texas. 1973 es un año marcado en la órbita como el boom del rock progresivo (especialmente en Gran Bretaña) que compite con la fauna del glam, pero a ciencia cierta, es un año refugiado en la magia prolífica de grupos, solistas, géneros y sonidos innovadores que fueron la estampa viva de esta década. Entre esta parafernalia de propuestas sonoras, se destaca el reposado y no tan pretencioso rock sureño (hablando del sur de EEUU) que satisfacía oídos no tan barrocos y ansiosos de ver el reflejo de su cultura en muchas de sus canciones.

Uno de los exponentes más relevantes de esta tendencia es ZZ Top, banda de tres amigos originarios de Houston con el espíritu estimulado por los ancestrales blues y Boogie boogie, que comenzó a proponer un rústico -pero virtuoso-, sencillo -pero franco-, y agreste -pero cautivador- rock que resumía completo el entorno en el que se movían. Después de dos álbums de discreta aparición pública, el vocal y guitarra Billy Gibbons, el señor del bajo Dusty Hill, y el tambor Frank "Rube" Beard consignan un antecedente musical de memoria perenne con el trabajo Tres Hombres, título más que obvio al hacer alusión al poder que pueden engendrar los rugidos instrumentales de la entonces incipiente triada de barbudos de Texas.



Había que darle de comer a los jóvenes del Sur con melodías que alimentaran su estilo de vida, donde predominaba un sol castigador, cervezas impacientes, motores de autos ansiosos por dar rienda suelta a su libertad en cuatro ruedas, y obviamente, las imprescindibles chicas compañeras de atavío, diosas de provocación a la velocidad y a los encantos libidinosos. El rock de guitarras duras en algunas ocasiones y el blues nostálgico en otros trances son verdaderos soundtracks de todo un paisaje texano reseñado en diez piezas de gran destreza que vieron la luz gracias a la inventiva de Gibbons y su tropa y al amparo de London Records (sello de los Rolling Stones y John Mayall), que vio en ellos un potencial alto con todo el veneno sureño inyectado en las cuerdas de la banda, además de una carga notoria de blues en muchas de sus composiciones.

El resultado fue genial, pues llega a ventas con disco de platino -primer disco en su carrera con esta suerte- y, después de pasar por el número 54 en listados en 1973, se trepa hasta el 8 al año siguiente, consolidando su popularidad en el estado del Sur, y ampliando sus alcances a otros lugares como East y West Coast.

La influencia del blues es fuerte, a veces suena polvoriento y rugoso, a veces suena sofisticado y sensible. El disco abre con uno de aquellos blues rock intoxicados por una deliciosa pócima de armónicas y guitarras, "Waitin' for the Bus", su primer sencillo, una plegaria peatonal que puede ser manifiesto de cualquier trabajador en hora pico que espera un bendito bus que parece nunca pasará. El deseo es que la Divina Providencia le conceda un Cadillac para contrarrestar el mal del caminante, y viajar a gusto en su vehículo. Desde la perspectiva de esta letra es bueno anotar la afición desmedida de Billy Gibbons por los motores, especialmente por su Hot Rod Ford 34, que en los 80s pasaría a la fama por ser protagonista clave de sus videoclips. Desde siempre, Gibbons destila aliento a gasolina en su itinerante paso por las carreteras de la vida.

Y de la ostentosa velocidad pasamos a lo primario, con ese blues influenciado bastante por el sonido de Missisipi, "Jesus just left Chicago", segundo sencillo de Tres Hombres, una gran pieza que muestra la primera señal mística de ZZ Top en sus líricas, pues este Señor Hijo de Dios resulta que va de lado en lado haciendo su trabajo, recorre todos los puntos del país mientras Gibbons le canta "You don't have to worry cause takin care of business is his name". ("No tienes que preocuparte porque 'ocuparme de los asuntos' es su nombre"), y además ese ser glorioso convierte el barro en vino. No pareciera que estos chicos vaqueros tuvieran arraigadas creencias en Dios, pero sus letras dan a entender cierta cercanía religiosa en medio del hedonismo de los autos y las chicas. Ha sido versioneado por Phish en un modo más 'chillin', y recientemente, Billy Gibbons la interpretó en New York con otras leyendas del rock sureño, los Allman Brothers.

Y hablando de leyendas, los tres texanos tuvieron que pasar en sus comienzos por teloneros de gente tan importante a comienzos de los 70s como Uriah Heep o Alice Cooper, haciendo el soporte en el cuadro principal, mostrando su rock de etanol y sombrero. El tema más rockanrolero del álbum precisamente es "Beer Drinkers and Hell Raisers", perfecto para un desfile de harlistas o una caravana de autos de gran velocidad con chica y cerveza a bordo. Podría ser una directa apología a la tendencia Harley Davidson, estilo de vida del chico rebelde que vaga motorizado por todas las autopistas del estado, escoltado por despampanantes curvas (no precisamente las de la carretera), con una dosis de alcohol para desinhibir cualquier prejuicio y darle rienda suelta a la lujuria del camino. Uno de los pocos temas en que Dusty Hill toma el micrófono para asumir voz líder, y curiosamente, uno de los favoritos en todas sus presentaciones en vivo, sin ser jamás publicado como single. Esta bomba de riffs insubordinados ha sido de gran gusto para otros rockeros como Môtorhead, Van Halen y Tesla, quienes han realizado su respectiva versión de este clásico de neto rock and roll.

Gran parte del éxito de 'The little'ol band from Texas' como los llamaban algunos, fue su consistencia en su formación. Los tres miembros originales de la banda mantuvieron su puesto desde su primer trabajo en 1971, y aún siguen juntos, incluso con la compañía de su mánager y productor Bill Ham, eterno acólito de giras y grabaciones. Él también les hizo barra en la siguiente composición, la peculiar historia de "Master of Sparks", que narra las pilatunas de High Class Slim y algunos campesinos bravucones que obligan al pobre protagonista del relato a montarse en una jaula amarrada a la parte trasera de un camión y atravesar la carretera metido en ella. Si existen las chanzas pachunas, porqué no pueden existir las pilatunas texanas? A diferencia de los otros temas, este tiene ciertos riffs reminiscentes a una especie de Black Sabbath más pulcro y menos oscuro, es rock, pero su atmósfera marca una cadencia distinta en esta producción.

Entre las características principales de la sonoridad ZZ Top a comienzos de los 70s se notaba poco eco y mucho jam. Tres acordes básicos, con algunas variopintas en los solos, al estilo de bandas como Canned Heat. Sin duda, la influencia negra es visible, en especial en este tema casi gospel "Hot, Blue and Righteous", un cántico que invita al ángel a rescatarnos de la perdición, con coros arrepentidos que llaman al respeto Divino ("Stick by me and I'll be your guide."). Es el segundo manifiesto espiritual de los Tres Hombres, ellos aplican el famoso dicho de 'El que peca y reza, empata'. En una propuesta de blues minimal, la guitarra llora despacio mientras clama por un guía celestial que lo lleve a la luz.

Los dos primeros trabajos del trío se publicaron en 1971 (ZZ Top First Album) y 1972 (Rio Grand Mud), con una evidente influencia del sonido Rolling Stones, además de pertenecer al mismo sello disquero. La canción mas 'stoniana' de este trabajo abre la cara B del vinilo y se titula "Move me on down the line", con acordes y coros muy similares a los legendarios británicos, y con una letra que cala perfecta como campaña institucional de la Secretaría de Tránsito, pues previene a través de modos muy coloquiales los accidentes incitando a una conducción segura y cautelosa. Una vez más, la particularidad viene a calar en los relatos de las canciones de estos barbudos músicos.

La secuela temática del track anterior prosigue con "Precious and Grace", esta vez en un tono más inclinado al hard rock, con guitarras enérgicas y batería vigorosa, que contrastan con el tratamiento lírico, el cual habla del poder de protección del Grande mientras el Ford 34 recorre la impredecible carretera llena de obstáculos. Se mantiene la onda espiritual en este viaje por el Tres Hombres. La diferencia que marca esta tonada es su fortaleza instrumental, con gruesas apariciones de guitarra y bajo, dando presencia a uno de los temas más duros del LP.

Y viene el himno. Uno de los clásicos imprescindibles en un buen escucha de rock es "La Grange", el tercer sencillo lanzado de esta producción, de un solo acorde, con la suficiente categoría para desplazar cualquier melancolía y poner en sintonía hasta al más introspectivo. Riff rockerísimo que nos traslada al burdel en las afueras de La Grange, Texas, también conocido como 'Chicken Ranch', con las mejores pollitas del condado. De nuevo los ZZ pecan para empatar con esta incendiaria pieza que nos regala tremendo solo de un Gibbons inspirado en su Stratocaster 1955 diseñada (como la mayoría de sus guitarras) por el luthier John Bolin. La canción llegó a las listas de Billboard en el puesto 41 y los hizo conocer a nivel masivo, además de hacer parte del soundtrack de The Best Little Whorehouse in Texas, protagonizada por Burt Reynolds y Dolly Parton, y mucho más adelante (1998) sería banda sonora de Armageddon. Indispensable en vivo, cuando van por la mitad de la canción, hay un silencio corto y desde allí inmortalizan su frase de arranque, 'Hell Yeah'. Y no puede faltar esa influencia negra de blues, pues es inspiración basada en dos obras: el "Boogie Chillen" de John Lee Hooker, y "Shake your hips" de Slim Harpo. Inolvidable paseo por el desenfreno y la locura amable del rock and roll.

Cuando ZZ Top tuvo la oportunidad de hacer gira con los Stones en el Concert West y aún no eran muy reconocidos, el público repudiaba su imagen campirana, con su vestido vaquero y su profusa barba, e imaginaban algo muy ceñido al country o a una aburrida serenata norteamericana para abuelos. Los Tres Hombres cumplían con su labor en vivo y al final la gente rogaba por otra más. A partir de ese punto, fueron vistos con respeto lejos de su natal Texas y pudieron desfilar en muchas tarimas del Norte y las costas Este y Oeste. Un año y medio duró la gira después de lanzar su tercer disco, y seguramente tuvieron la oportunidad de cantar en escenario aquel homenaje a la aventura y a los viajes interminables, "Shiek", el guía oriundo de Mozambique que recrea paisajes de climas hirvientes y abre nuevos mundos a la pequeña geografía del no viajante. Reposado, muy al estilo de J.J. Cale, suena bastante ligado al sureño, pero con sofisticación. Hay una mención especial en la letra a la Coca Cola, salvadora de oasis en medio de la caldera climática de los 110 grados Centígrados del Congo. "Shiek" es una pieza caliente que viaja lento y busca reposo.

Después del viaje, la última parada en lo más profundo del ser para reflexionar a través del blues con sabor a gospel: "Have you heard?" es el último llamado místico de los de Houston, prefieren finalizar su álbum rezando para que el diablo no los coja en la carretera, y hacen un cierre que invoca al cielo e invita a los feligreses de la música a dejar el embrutecimiento y el placer a un lado para brindar apoyo al prójimo, un bonito y peculiar mensaje que Gibbons y sus muchachos profesan para quedar en paz después de tanto combustible, chicas y viajes. Otra vez presente el sonido Missisipi, en un blues casi ancestral apoyado en coros que podrían caber en alguna iglesia dominical.


Es curioso el contraste de las letras en todo el recorrido por el Tres Hombres, muestra de un equilibrio entre las fuerzas, que puede llamar a vivir la vida de buen modo, sin cohibirse pero tampoco sin excederse, ejemplo de Billy, Dusty y Frank, que también lograron establecer armonía en el sonido con mucha exposición al blues, pertenencia a su origen sureño y apertura al buen rock duro. Lograron hacerse tan o más populares que los Allman Brothers, y tuvieron la ventaja de no ser encasillados como el típico grupo de rock sureño y darle prebendas a las nuevas melodías, con los respectivos agradecimientos a la influencia de la música negra. Un trabajo consistente que no olvida las raíces, pero que da bienvenida a la modernidad también. Son Tres Hombres, incansables viajeros en la ruta interminable del rock and roll.

3 ago 2009

LOS ANTIHEROES DE DARREN ARONOFSKY

Complejo y minimal. Banal y existencial. Delirante y sereno. Las ondas temáticas del siempre agudo Darren Aronofsky juguetean con las fronteras entre la paz interior y el difícil y congestionado movimiento del mundo actual. En todos sus filmes logra desentrañar desde diferentes perspectivas los lados más hostiles de la desolación a través de la búsqueda de poder, ya sea para la belleza, la atención del público o la genialidad, y en medio de tanto vacío frenético hay un momento de paz, en el que la felicidad se puede reducir a la simplicidad de una vida sin presiones.


El oriundo de Brooklyn, a medida de las canas y los relojes que corren impasibles, ha evolucionado su estilística visual desde el método clip a la contemplación y al toque emotivo a través de una buena fotografía y estupendas actuaciones. Comodines bajo la manga: su siempre buen amigo Clint Mansell, creador de atmósferas con su aporte score, que puede pasar desde una alienación sosegada hasta la pesadilla más suicida; amigos como Mark Margolis y Ellen Burstyn, actores consagrados que en sus filmes denotan el peso del histrionismo en el desarrollo de un buen argumento; y finalmente, el gran arma de su estilo visual, de tintes urbanos y embravecidos cortes clip en sus comienzos, y de espectador que observa en silencio con solemnidad en sus últimos largos, todos estos elementos que imprimen una gran vocación y cada vez definen más su cine de autor.

Entre varios puntos comunes en las películas de Darren Aronofsky es evidente que los cabos atados desemboquen en la búsqueda del sosiego mediante el golpe y la difícil convivencia con los prejuicios, pero cada uno de sus hijos de celuloide tiene su marca particular, memorable para muchos de los amantes del estilo del niño de Harvard.


  

Pi El Orden del Caos es un largometraje atrevido con una propuesta escrita maravillosa, donde convierte al rígido Número en un relator de historias, con un blanco y negro que nos habla de lo finito, del comienzo y el fin, de un orden establecido, de un alfa y un omega, con la complicidad del prodigio ermitaño Max (Sean Gullete) que puede esclarecer el misterio de los 216 dígitos que le darán la estructura definitiva al movimiento de la naturaleza y a su justificación. No faltan los villanos buscadores de poder, sea a través del dinero o la religión; no puede faltar el polo a tierra, el profesor que llama a la cordura (Mark Margolis) cuando estuvo cercano a la locura; no puede faltar el llamado a la felicidad simple, una vecina que trae presentes gastronómicos y tal vez busca congeniar con la sabiduría convulsionada del protagonista. Pero la magia para el cinéfilo está en su puesta en escena, música y montaje: el cuarto de Max, un verdadero caos en completo orden, el tablero de indicadores que quiere jugar con el patrón lógico, la calle insegura, el sol que puede desprender retinas y es prohibido, y la estación del metro que respira aire de persecución entre cerebros de escaleras y desconocidos de mirada inquisidora. El número esta vez es la letra. La genialidad es el peligro. La verdad puede ser el final.

Harry (Jared Leto) en Réquiem por un Sueño


Réquiem por un Sueño es una pieza que busca la felicidad por rutas muy peligrosas como lo son las adicciones. Sus cuatro personajes centrales tienen la viva visión de un futuro cargado en sonrisas y buenos momentos, pero deben sobrellevar la inamena carga de su dependencia por las drogas. El retrato involutivo de Sara Goldfarb (con una impecable actuación de Ellen Burstyn) es impresionante, su historia narrada durante las  cuatro estaciones del año va llevando a esta bonachona anciana desde un vestido rojo vistoso hasta un triste destino de píldoras condenatorias. Verla es un shock inmediato. El trayecto de vida de los tres junkies coprotagonistas va desde un exitoso negocio de "dealers" hasta la sequía del producto, y por consiguiente, al síndrome de abstinencia. La forma en que se narra, acompañada con la brillante propuesta de sol radiante hasta nieve impía, y una música (obra y gracia del infaltable Mansell y el Kronos Quartet) que recrea la fiesta de la abundancia y el nerviosismo del vacío, son ingredientes de sabor no tan exquisito, pero lo suficientemente adictivos para ver el largo completo y darle cabida a la estupefacción. Continúan los clips con corte de pastillas y drogas atractivas como en Pi, pero el steady cam y el montaje traen herramientas con efectos y divisiones de pantalla que marcan diferencia con su antecesora. Lo cierto es que, de sus cuatro películas, esta tiene un carácter de impacto más voraz que puede afectar seres hipersensibles. Imponente sordidez con estupenda estética visual.


El árbol de la Vida busca su renacimiento

La Fuente, relato dividido en tres épocas, plantea como objetivo la Vida, la burla contra la muerte con la fuerza del amor, pero más que eso, con la energía de la savia del Arbol Sagrado de la Vida. Sus tres protagonistas paralelos en época, tres en uno (Hugh Jackman es conquistador, científico y explorador) aman, lloran y buscan refugio en un abrazo, pero son obstinados y siempre querrán atinarle al poder con la meta, la savia dadora de vigor y vida eterna que proclamará un amor perenne. Como en Pi, hay un alfa y un omega que ronda todo el filme, la lucha declarada entre la vida y la muerte; como en Pi, hay una mente brillante que quiere desentrañar los misterios de la perpetuidad, pero su recorrido para este descubrimiento es confuso y lleno de presiones. Además de una gran premura por saber qué hay más allá, pues como lo dice el sabio guardián indígena "La muerte es el camino hacia el asombro". Un relato hermoso con el recurso de buenas animaciones, enmarcado en la motivación del amor, en la eterna compañía, con un montaje parsimonioso, muchas luces estalladas y una postura de cámara observadora que se añade al relato en silencio. Esta vez Aronofsky crea un imaginario de ficción con una consigna muy veraz: uno de los grandes motivos para mantenerse vivo es el amor, así muchos escépticos de corazón lo nieguen.

Mickey Rourke encarna a Randy "Ram" Robinson

El Luchador es el hijo cinematográfico más personal del director neoyorquino, concentrado esta vez en un solo personaje con una sola intención: describir su inmensa soledad. En magnífica interpretación de Mickey Rourke, el personaje de Randy "Ram" es un ganador a nivel en el campo de la lucha libre, con el afecto del público, los beneficios del merchandising y el respeto de sus colegas, pero con un enorme sentimiento de desolación para su vida personal. Su exposición a una vejez fría y sin compañía es un conmovedor cuadro que nos obliga a ver el triunfo como un gran banquete al cual no va a acudir nadie, al gesto alegre impostado, a la lúgubre condenación del caminante abandonado. La cámara sigue al protagonista en todos sus actos, se baña con él, lo percibe mientras hace travesuras en baños de taberna, trota despacio en su etapa convaleciente, pero principalmente hace parte de ese club de fans callados que lo acompaña desde el camerino hasta el ring, desde la bodega a la vitrina, desde el baño hasta la puerta de su casa rodante, y lleva un aire contemplativo donde el lente habla para el espectador. Algunos planos en detalle nos devuelven a imágenes grotescas de filmes anteriores como los planos cerrados de las heridas, o la triste escena de los luchadores retirados que son parapléjicos o usan sonda. Y en esta ocasión, al musicalizador Clint Mansell lo acompaña un repertorio repleto de glam rock de los ochentas, perfecto para evocar los rings y el agite del público amante de los estereotipos de esta industria.



Y si hacemos retrospectiva de sus obras logramos encontrar parangón en todas ellas, a pesar de su distancia de tiempo, espacio y circunstancia. Indiscutibles todos, antihéroes: Max, el matemático retorcido de inteligencia casi inalcanzable, es un engendro para la sociedad (Pi el Orden del Caos); Harry Goldfarb es un joven estigmatizado por su inclinación hacia la heroína, y Sara (su madre) no es tan bien vista por utilizar píldoras para adelgazar en sus 3 comidas (Réquiem por Un Sueño); el doctor Tommy Creo es obstinado y un tanto maquiavélico para proseguir con sus experimentos (La Fuente); y Randy es genio y figura en su campo, pero es un completo fracaso en su vida personal (El Luchador). Oscurecidos en cada uno de sus perfiles, todos tienen en perspectiva una luz al final del túnel: El matemático puede llegar al clímax de conocer el Orden del caos, pero guardar su secreto con el absoluto contemplar de la naturaleza; Harry quiere establecer un hogar con su novia y vivir en paz en algún lugar lejano en la playa; Tommy quiere ganarle el pulso a la muerte encontrando la inmortalidad mientras disfruta del invierno con su esposa; y finalmente, Randy busca el cariño de su lejana hija y la concesión sentimental de su amiga stripper. Todos, con el claro objetivo de sonreír al final, pero con el obstáculo inevitable de un guión que puede llevarlos a la otra cara.

En lenguaje visual, podemos hablar de dos hermanos mayores, aclamados por su gran montaje de concepto clip: Pi El Orden del Caos y Réquiem por un Sueño mantienen la acelerada línea de los últimos tiempos con grandes recursos como el sonido, los cortes y planos en detalle, en conjunto con una genial banda sonora desequilibrante, rechinante en unos pasajes, deprimida en otros lugares. Los dos siguientes filmes son más reflexivos y tienden a ser de fotografía voyerista, observadores entre pasillos, puertas y cámaras que siguen al protagonista, revolcando en lo más profundo de su vida íntima, pausados y silenciosos que llaman a la soledad.

Y todos nos conducen hacia alguna luz después de un clímax de muerte: Max encuentra la parsimonia de la circunspección después de sus ataques; Harry en sus onirismos intravenosos mientras alcanza en el mar a su amada, e incluso Tyrone (el junkie compañero de Harry) en sus evocaciones maternales; el personaje de Tom en la visión grandilocuente del Arbol de la Vida escondido detrás de las pirámides con el aire más puro, luego de combatir con los guardianes de aquel tesoro; y Randy en sus recorridos interminables hacia su reconocimiento por parte del público, llámese supermarket o ring de lucha, cuando quiere guardar su inmensa soledad en algún congelador de recuerdos.

Aronofsky nos deleita con su visión personal de antihéroes que pueden transitar cualquier calle de la cotidianidad en algún territorio de recuerdos obligados, ansiedades imperiosas e imágenes inolvidables que siempre encaminarán al final del resplandor , llámese gloria, muerte, paz o apocalipsis.