17 ago 2009

CON FOBIA A LOS ECOS


Discreta la marcha de zapatos asistentes que hicieron plegarias por escuchar sonidos mexicanos ausentes por más de una década en el Theatron de Chapinero. No obstante, sus pisadas fueron fuertes y sentidas, lo que no impidió un ambiente de calor en la tripleta musical que ofrecía la noche pre-quincenal de agosto.

Y la expectativa había sido creciente desde mayo, mes en que la moda tapaboca estalló y fue motivo de veto para que los inocentes músicos de Fobia tuvieran que perder la partida ante el porcino enfermo y posponer su vuelo a suelo bogotano.

Pero la perseverancia es garantía de meta, y se logró erradicando los miedos y dudas para aterrizar line-up en la noche 14 del mes ocho, cuando el horario prime time adormece y los vampiros buscadores de luna despiertan para conspirar con música. El primer turno es para los locales The Mills, quienes en su dosis de rock britanizado pusieron a sonar guitarras agudas y dar muestra en vivo de su reciente publicación, Babel. Bako y sus muchachos, en su mezcla peculiar de líricas anglo y latinas, mostraron su material base que los ha llevado al reconocimiento en el circuito de emisoras juveniles, "Before I Go to Sleep", uno de sus temas insignia; el cover compañero de muchas presentaciones "Lobo Hombre en París", en un toque más british; una versión interesante de "Abran Fuego" en compañía de los vocales de Elvis, estandarte del synth colombiano con su agrupación Estados Alterados; y por último, un homenaje rockanrolero al Rey del Pop y una guitarrera interpretación de Billie Jean. Las cuerdas de sabor inglés fueron un abrebocas disímil para lo que venía.



Un antecedente con sandunga y bastante contagio de ritmos afro es la particularidad en vivo de Superlitio, pero esta vez prefirieron envenenar sus guitarras y abrir su presentación con poderío en los acordes, retumbando en el escenario con el carisma en pelvis y rostro del guitarrista Alejo, y el desparpajo de ciudad caliente del Baby. Lo curioso del asunto es que entre más tiempo pasa, el sonido de estos caleños se aleja del rock, mantiene el funk, y se amaña con la tropical onda actual, pues Calidosound es su trabajo más "guapachoso", y la consigna era evidenciarlo en vivo. Pero hay una gran ventaja en la banda: su ecléctica melodía da para crear arreglos en todos sus temas, ya sea agresivo y rockanrolero, o folclórico y sabroso, la gran virtud de Superlitio es su exposición versátil en tarima. Y no desentonan en ninguna de sus salidas. Lógicamente, el Calidosound fue la materia prima más usada con los ritmos de "El cartucho", "Feelin' Funky", y su tremendo "Perro come perro", entre otros. Y algunos de sus más recordados tracks del trabajo anterior Tripping Tropicana, "Lo Fi", "Foxy", "Babylon", y el impajaritable "Que vo a Hacer", coreado por todos sus seguidores. El Baby, Alejo y el equipo Superlitio hizo bien su labor en la apertura, tal vez el único 'Pero' podría ser la no inclusión de alguno de sus clásicos de la época del Sonido Mostaza o Marciana. Los caleños calientan al público anhelante de tener Fobia.

Oficialmente, ya era quincena, pues pasada la medianoche (y un tanto más después de una espera que por poco desespera) aparecieron los glamorosos muchachos del DF con todo su arsenal de rock mexicano, gran marca de los 90s con expresión única que los deja en el pedestal de la escena latinoamericana incluso después de su largo receso de siete años. Leonardo De Lozanne es un frontman infestado de sensualidad en sus movimientos y sus fashionables cuerdas vocales que berrean elegancia entre las líricas de divertimento, que murmura escándalos callados y que seduce entre gritos y sosiegos. Premio para su fanaticada, el recorrido entero en vivo por lo más destacado de la discografía de la agrupación, desde sus inicios con el Fobia del 90 hasta su Rosa Venus del 2005.

Y entre los primeros acordes para corear, se recuerdan los diez dedos multiplicados por un centenar que intentan tocar el cielo mientras corean "Revolución sin manos", los mismos dedos que juegan a las matemáticas de educación primaria contando mientras Leonardo canta "12 pasos", y el jugueteo de los dedos de Iñaki mientras su teclado despide las armonías de "La Iguana".


Al paso de su presentación se iba destacando la tremenda madurez musical de Fobia con un sincronismo excelso en todos sus componentes, donde sobresale una inspirada batería de Jay de la Cueva, refinada, acelerada, reposada, a veces jazzie, a veces rocker, a veces funky, pero muchas veces, Jay. La infaltable guitarra de tonos ácidos de Paco Huidobro, el cerebro de la composición, que a veces chillaba desolada en algunos solos pidiendo oídos que escucharan su clamor, especialmente en los cierres de las canciones. Y el bajo suntuoso de El Cha! de quien se puede decir tiene una elegancia futbolística, pues combina el fashionable modo de su chaqueta blanca con el deportivo look de Hugo Sanchez. Los synths infaltables creadores de atmósferas, en muchos casos responsables de los intros, en otros de los clímax de los temas, todo bajo el mando de un capitán del espacio sintetizado, Iñaki. Leonardo de Lozanne y todos ellos creando el Pánico placentero, el Miedo masoquista, la Fobia feliz desde los 90s hasta ahora.


Un intervalo acústico con la siempre sublime "Hipnotízame", donde cantidad de bocas se reunieron al unísono para dejarse idiotizar por la lírica del clásico del 95; lo complementa ese tema muy ligado al road movie, "Vivo", con una bonita interpretación de guitarras donde el baterista Jay pasa al mando de cuerdas acústicas, mientras el contrapeso eléctrico lo hace Paco; una elegante bossa nova con bonitos arreglos en "Miel del Escorpión"; la grandeza de las guitarras ásperas de "Regresame a Júpiter" con un final casi post-rock; los siempre juguetones teclados que acompañan a Lozanne cuando invoca "Un mundo feliz"; y la búsqueda de la canonización de los infelices animales con "Dios bendiga a los gusanos". Parte del repertorio que logró crear disfonía entre los feligreses a tono con todas las manifestaciones vocales del irresistible Leonardo.

Pero no todo puede ser perfecto.Y esta vez Fobia debió haberle temido a la insensata aparición de ecos extras, recursos efectistas en demasía y sobrecarga de resonancias que en muchos de los instantes hicieron ininteligibles algunos tramos de las canciones. La voz de Lozanne flotaba en espacios etéreos indeseables, pues se perdía su magia cantada entre tanta espacialidad generada desde consola. Después de probar con esta ingeniería de sonido, se puede generar una real Fobia a los ecos.

Dos salidas a descanso por parte de los manitos, que, ávidos de aplauso y éxtasis de concurrentes, ejecutaron su último tramo del show con "Hoy tengo miedo" (aunque debería llamarse Hoy tengo Fobia), y dos grandes clásicos de su inventario musical: el divertido desmadre de "El diablo", y el oportunista conquistador de entrañas, "El microbito". Sin fobia a la altura, toda la elegancia descomplicada y la virtuosidad musical ganada con el paso de los álbums, Huidobro y su gente hicieron muy bien su tarea (salvo el factor ingeniería de sonido), y lograron satisfacer la sed presente durante 14 años de muchos anónimos amantes de ese Miedo musical fascinante que proviene del norte, con cinco discos de estudio a cuestas y con todo el factor de glamorosidad escandalosa que encaja tanto en su propuesta. Siempre bienvenidos, con o sin Feria del libro de sabores a enchilada y picante. A ellos, contrario a su nombre, no se les puede engendrar Fobia.

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