2 may 2016

LARRY FLYNT O LA JUSTA OBSCENIDAD


Escándalo. El término favorito de Larry Flynt, magnate de la pornografía con la firma Hustler en su respaldo, que causó jaquecas y repudio entre la comunidad moralista durante las décadas de los setenta y ochenta. Parodias contra líderes religiosos, fotos explícitas de coños libertarios, videos comprometedores en negocios de drogas y desafíos verbales sin prejuicio en los estrados de la corte. Un cúmulo de razones para desenvainar unos cuantos rollos de celuloide y rescatar una serie de aventuras judiciales para terminar en gran pantalla. El checo Milos Forman asumió el reto y se encargó de convertir a un ordinario pero divertido patán del negocio adulto en un portavoz de la libertad de expresión en las carteleras de 1996.

Milos Forman, el nombre del escándalo audiovisual.

Forman ya contaba con buenos créditos para emprender este proyecto. Atrapados sin Salida (1975), Ragtime (1981) y Amadeus (1984) son comprobantes de buena dirección. Con la mano amiga de Oliver Stone decidieron crear un perfil rebelde, autoritario, audaz y problemático de un Larry Flynt que siempre tuvo sus ojos centrados en dos palabras, ganancia y controversia. El candidato ideal para interpretarlo fue Woody Harrelson, popular en esa época por su papel del asesino Mickey en Natural Born Killers (1994), dirigida por Stone.


VAGINAS CON PERSONALIDAD

Flynt fue un negociante intrépido. Desde sus tempranos negocios de licor casero hasta sus clubes de strippers en Cincinnati, la visión de utilidad a través del placer fue su consigna desde muy joven. Bien dijo 'Si la gente supiera lo buenas que son en la cama, tendríamos éxito'. Aquel espíritu impulsivo lo llevó a montar un imperio de imágenes explícitas, vaginas aromáticas a billete que lo convirtieron en magnate. Hustler es la coprotagonista del film. Gracias a la revista y sus continuos desafíos a una sociedad americana pacata, se revelan los estados de ánimo de una comunidad amarrada a los estándares tradicionales y las propuestas librepensadoras de un ser humano que pecaba 'solamente por tener una revista'. El biopic se agarra fuertemente de las controversiales impresiones de vaginas progresistas, cuentos infantiles acalorados en dibujo genital y burlas incestuosas a líderes respetables. Todo para reforzar un tema en concreto: el flujo libre de las ideas.

Condenándose a sí mismo. El Larry Flynt real, juez en el filme.
En medio de la discusión, los estrados son la locación estelar. Un recinto cerrado, apático a las cámaras y de marcada solemnidad, resulta ser el centro más interesante de los parlamentos, donde se resuelven entuertos de legalidad, de inmundicia literaria, de falsa difamación y de libertades civiles. Hasta el mismo Larry Flynt real se enrola irónicamente en el papel de un juez que falla en contra suya. Allí se desarrolla un prolongado litigio entre la sociedad y el empresario, rico en puntos de vista, posturas moralistas y liberales. El debate de la libertad de expresión (actualmente en boga con las redes sociales) no deja de ser un interesante juego de intereses construido con eficacia por Scott Alexander y Larry Karaszewski, guionistas del film.


SIMPÁTICA ANTIPATÍA

Mientras Flynt pelea con medio planeta en su cruzada liberal y libertina, el aplauso recae en sus protagonistas. Woody Harrelson emplea sus mejores armas de rebelde, palurdo, obstinado en una causa e interpreta a un Flynt creíble, en especial desde el atentado que sufre en Georgia y su confinamiento a la silla de ruedas y a una dicción imperfecta. Por su parte, Courtney Love -sí, la chica de Kurt Cobain sabe actuar-  representa una Althea Flynt (esposa de Larry) libre y despreocupada, que va sufriendo una transformación sorprendente con el desarrollo de la cinta y que convence con su desparpajo enfermo y su ordinariez entusiasta. Un Edward Norton muy joven interpreta al abogado de Larry, Alan Isaacman, con fiel paciencia, encarnando la voz moderada de la protesta. Finalmente cabe destacar el papel de Donna Hanover como la devota Ruth Carter, quien intenta evangelizar el reino de Gomorra de apellido Flynt desde su iglesia cristiana.

El amor pervertido. Los Flynt, Woody Harrelson y Courtney Love.

Milos Forman se deja contagiar en instantes del espíritu de Stone y juega con un montaje ágil, con alegorías animales y con enlaces entre escenas inteligentes que se asocian con fuerza, como pasar del nombre del banquero moralista Charles Keating a la imagen de una registradora, o de una frase polémica de Flynt a una sorpresa intempestiva de otro personaje en la escena siguiente. El alma ocular de Oliver Stone tiene su notoriedad en el video promocional de la Convención de Cincinnati, donde se combinan sin ninguna restricción el sexo y la violencia, el coño juguetón y la sangre soberbia, y donde Flynt acuña una de las líneas más competentes en su lucha por expresarse libremente: '¿Qué es más obsceno? ¿El sexo o la guerra?'


People Vs Larry Flynt logra captar la simpatía por la antipatía. Romper el tabú se vuelve consigna del espectador, promover causas libres y entablar consenso con la diferencia, a pesar de un protagonista testarudo, irrespetuoso y autoritario, que finalmente solo quería tener voz libre entre las páginas millonarias de Hugh Hefner (Playboy) y Bob Guccione (Penthouse). Milos Forman logra salir bien en la forma, con un arte y vestuario respetable de época, una fotografía que si bien no es suntuosa cumple con un buen registro, y con un fondo interesante donde la moral y el libre albedrío tienen una confrontación tan pareja que es para alquilar silla en el tribunal.







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