Los noventas cargaban con la distorsión alternativa desde su inicio. Y aunque el estado de Washington fue el promotor del estallido, progresivamente se fue esparciendo como un virus por todos los estados del país del Tío Sam. Sin embargo, una enorme influencia dio brote en Massachusetts con Pixies, el equilibrio entre la descarga crepitante y la insolencia pasiva, engendrado por Black Francis y Kim Deal, esta última precursora de la presencia femenina sin aspavientos dentro del panorama alternativo. Deal uniría fuerzas con Tanya Donelly para ensamblar The Breeders y concretar otra salida triunfal del rock en Boston. Pero las distorsiones llegaron a adquirir un aire especial a través de un nuevo proyecto de Donelly, quien le abrió las puertas del cielo a los ruidos con su voz de candidez luctuosa y su banda Belly.
EL INICIO DE LA DULCE ASPEREZA
Tanya Donelly ya cargaba con kilometraje musical. Proveniente de Rhode Island, había formado junto a su hermanastra Kristin Hersh el grupo Throwing Muses, que se precia de ser el primero fichado en EEUU por el sello 4AD. Cuatro LPs, un historial independiente de culto y dos líderes de inversas ambiciones, el desequilibrio experimental por parte de Hersh, la dulzura surreal por parte de Donelly. Lo mejor era inclinarse por nuevos caminos. Y luego de su lapso útil en Breeders decidió ser líder del ensueño disfrazado de rock. Nació Belly.
Donelly y los Gorman. El ruido melancólico. |
Belly es una dulce aspereza llena de mitos, reproches y frustraciones líricas. Las cuerdas se distribuyen sin mayores complejidades, entre bonitos arpegios que rezuman lágrimas de pasado, con la hermosa voz de Donelly piloteando un avión estelar con aires de fatalismo suave. Los hermanos Tom y Chris Gorman son los cómplices de aquel cándido desengaño entre cuerdas y baquetas, mientras el bajo discreto de Fred Abong acompaña el ensamble del poder discreto.
MELANCOLÍA ALTERNATIVA
Star fue lanzado en enero de 1993 como album debut, luego de tener un EP el año anterior. Quince temas basados en cuerdas tristes y voces tiernas, un marco de pura melancolía alternativa. Fue un éxito, teniendo en cuenta dos nominaciones al Grammy, 2 millones de discos vendidos y figuración en listas a los dos lados del océano. Un éxito bañado de vacío dulce, con la candorosa Tanya quejándose con los arpegios casi góticos de "Someone to Die For" o ladrando un rock inquieto pero desconsolado en "Full moon, Empty heart".
Tanya Donelly, el ángel desconsolado del ruido. |
Las guitarras de Donelly y T. Gorman son absolutas protagonistas de aquel abatimiento sereno. Desde el slide surreal de "Witch" que nos mete en una intimidad eléctrica, pasando por la ruralidad de rompimiento acústico en "Untogether" lleno de fatalidad dulce ('Sometimes there's no poison like a dream'), hasta llegar a la melancolía más intensa y angustiosa de "Star". Durante todo el disco los arpegios solemnes se turnan con los riffs azarosos en un efectivo lamento electroacústico comandado por una voz femenina que no pertenece al plano terrenal.
La docilidad melódica se hace enérgica en algunos pasajes y el ruido se entremezcla con las disertaciones oníricas. Agobiante dosis de drama celestial trae "Angel", con acordes rescatados de la época de Throwing Muses y su "Raise the Roses". El ensueño es agresivo en "Dusted", lleno de muerte y melancolía rabiosa, anticipado por el bajo de Abong, quien sería reemplazado en la gira por la inquieta Gail Greenwood. Cierta acidez salpicada de efectismo traen las guitarras de "Sad Dress", donde Donelly sigue desbaratando con mansedumbre las relaciones humanas y le abre camino infinito a la tristeza.
QUEJIDOS PARA LA RADIO
Su apuesta masiva se logró a través de un One Hit Wonder, aún recordado por el público juvenil de la época: "Feed the Tree", el tema menos etéreo, el menos rocanrolero, el que menos compagina con sus quejidos nebulosos, que cuenta con un efectivo mestizaje pop y fue de libre acceso para muchos oídos, que a diferencia del desánimo lírico del LP propone una letra que busca cultivar amor y respeto, 'Take your hat off when you're talking to me/ And be there when I'll feed the tree'.
"Feed the Tree" fue la única canción funcional en radio, pues sus dos intentos posteriores no tendrían el mismo impacto. "Gepetto" es una canción de rock pop traviesa, bastante jovial para el repertorio de Belly, con inyecciones de nostalgia lozana, y que le quita el vestido tradicional al folk para disfrazarlo de pop desinteresado y entusiasta ('And if you bore me/ You lose your soul to me'). El tema más rápido del disco es "Slow Dog" que se desenvuelve en melodías accesibles y rimas pegajosas de rifles y perros, que no logró llegar a los listados grandes. La selección de la disquera fue la más 'comercial', pero tal vez su público sabía que en su disco se encontraban mejores ejemplares para ser escuchados en radio.
RIFFS DE LIJA DULCE
La fórmula del aplauso es su furia contenida en riffs de lija dulce. Es un quejido rock suavizado por el esplendor vocal de Tanya, pero siempre viajando a un destino sin retorno. "Every Word" es una lenta y llevadera aspereza empacada en reproches ('So you go to leave/ More room to me'). Como un canto fúnebre de agitación aparece "Low Red Moon", reforzado con unos teclados de drama intenso, voces de lamento ritual y un derrotismo evidente que evoca al pasado con dolor. El mayor acierto musical de Star es el espeso y misterioso "White Belly", compuesto a cuatro manos entre Donelly y Abong, y con una cadencia de pesadilla tierna que lo hace fantástico. Un tema que se amolda muy bien a la filosofía del sello 4AD.
El álbum cierra como debe ser, a punta de la dulzura lacrimosa de "Stay", donde hay un ápice de esperanza en medio de tanta pesadumbre, entre lentos arpegios de ensueño rural. Tanya Donelly había logrado aderezar la distorsión fatal con el tono de candidez preciso, para hacer de Star un trabajo memorable. Su pertinente tristeza celestial logra camuflarse entre el ruidoso aparato alternativo de Boston y encaja con lucidez, y a pesar de no figurar entre los albums inmortales del público y la crítica, es un dechado de sonoridad bien construida, donde la melancolía humedecida en lágrimas de distorsión se vuelve estelar.
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