16 mar 2013

HARVEY PEKAR: DIBUJOS DEL PESIMISMO


El pesimismo es el refugio cálido del desencantado.Una de las buenas evasivas a la felicidad para sobrellevar la vida de otra forma es la visión gris  que logró hacerse muy popular con el cómic underground American Splendor desde 1976. El refunfuñón y exitoso autor de este fenómeno fue Harvey Pekar, un calvo de aspecto nada amigable oriundo de Cleveland, que ideó retratar su propia vida de empleado de archivo de un hospital sin muchas esperanzas, haciendo una clara exposición del estilo de vida americano partiendo desde su propia cotidianidad.

Junto al brillante ilustrador Bob Crumb (El Gato Fritz) el éxito de American Splendor fue inmediato, vendiendo en todas las tiendas especializadas de cómic americano. Pero, ¿Cuál era la fórmula de enganche? ¿Qué tenían de especial las viñetas agrias de Pekar? La motivación del lector es simple, encontrarse con el reflejo de sí mismo a través de las acciones cotidianas de los personajes. Los dilemas caseros, las confrontaciones conyugales, las discrepancias laborales y los entuertos domésticos provenían de actos reales, de discusiones verdaderas. Era una especie de diario de la veracidad simple, plasmado en dibujos secuenciales.

En 2003 se lanzó la versión en biopic para cine sobre la vida de Harvey Pekar  bajo la dirección a dúo de  Shari Springer Berman y Robert Pulcini. Con un estilo peculiar que combinaba la ficción con el documental y con la actuación protagónica de Paul Giamatti como el Pekar ficticio y del Harvey Pekar real como voz interior y personaje testimonial, la película logró tener gran acogida en Sundance.  Aparte de venir con el ingrediente biográfico, el tratamiento de los dibujos y las composiciones digitales lograron acoplar muy bien la relación entre la historieta y la vida en carne y hueso.


El mismo Pekar se prestó para revelar sus íntimas injurias contra la vida y presentarle al  público su universo personal acompañado de personajes reales como su tercera esposa Joyce Brabner, de espíritu activista y maternal, su amigo Toby, típico nerd y muy popular en los 80s en la cadena MTV, y su hija adoptiva Danielle, quien fue clave en la curación de su linfoma. Entre testimonios reales desenfadados y poco pretenciosos y ficciones que van creando una realidad biográfica se van desarrollando estos dibujos pesimistas que tienen una frase característica de motivación: ‘A la miseria le gusta la compañía’.

Pekar no solamente escribe sobre su vida hecha historieta. Su afición por la literatura y el jazz es innata y no es raro escuchar en su casa tonadas de Dizzie Gillespie, Jay McShann o Joe Maneri, muchas veces compartidas con su amigo Bob Crumb. Sus críticas en revistas especializadas son respetables y su gusto por comprar muchos vinilos incunables o extraños de jazz comienza a reflejar su personalidad de acumulador compulsivo y desordenado. Entre las melodías de John Coltrane se pierden sus zapatos, se escarba de modo peligroso en el caos de un apartamento rodeado por el desinterés y acogido por los libros, los discos y el polvo, donde su vida personal se resume en camas destendidas, platos sucios y una absoluta displicencia por la vida doméstica convencional. Su mujer Joyce patrocina su desorden y se encarga de hacer más amable aquella naturaleza de destrucción casera.

Los reales y los ficticios en el mismo set
Su estrellato en los medios masivos tuvo un espaldarazo por parte de David Letterman, quien  lo invitó ocho veces a su show. Sus confrontaciones fueron objeto de rating, Pekar siempre se mantuvo a la defensiva y optando por una genética repulsión a la simpatía de la gente. Sin embargo, le ayudaba para vivir. Luego de ser declarado persona non grata en uno de los shows por arremeter contra la General Electric -dueña de la cadena donde se emitía el programa-, Pekar volvió a una tranquila independencia refugiándose en su empleo de archivo de hospital, sus continuas discusiones conyugales con Joyce y la publicación de nuevas aventuras que le daban a la rutina el picante de una desazón entretenida.

La media naranja también es agria. Harvey & Joyce.
Y llega luego el cáncer. No podía haber mayor castigo para el pesimista Pekar, quien comienza la década de los noventa con un linfoma y una crítica mirada de  la Guerra del Golfo que por entonces disparaba en los noticieros. Tal estado de postración inspiró el cómic Our Cancer Year, escrito a dúo entre la pareja Pekar-Brabner, con una visión aterradora de la enfermedad y dibujada con un realismo crudo por parte de Frank Stack  (The Adventures of Jesus), que siguió captando adeptos y que esta vez plasmó una dosis de dramatismo, con una que realidad se iba volviendo cinematográfica sin querer. Pero Pekar siempre hablaba con la verdad.

 

Un cascarrabias desesperanzado como Harvey  Pekar jamás va a pensar en la influencia enorme que tuvo en posteriores generaciones. Si hacemos un pequeño viaje por el mass media varios ingredientes de su estilo se imponen en otras expresiones artísticas.Convertir diálogos aparentemente insustanciales en parte de un dilema o de un enriquecimiento escrito se puede ver en los filmes de Tarantino; el stand-up comedy tiene su base en nuestras desgracias cotidianas; la visión real de las cosas acerca a las audiencias a un espejo de su propia existencia,  lo que ha inspirado a los hoy reyes del rating llamados realities. El artífice de American Splendor nos comprueba que la gente común es bastante compleja y nos invita a observar un universo interior lleno de historias sacadas de la nada para convertirse en un todo.

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