Cuando se quiere vivir el desmán de la fiesta belga en terrenos bogotanos, hay que llamar a los Vive la Fete. El show que ofrece esta banda de electroclash es una descarga real de espectáculo, de glamour poco prejuicioso y de una comunión perfecta entre la distorsión de las guitarras y la refinación de los teclados. Agrega los gritos soberbios de su vocalista Els Pynoo más su desmandada y sexy forma de zangolotear su gigantesca figura y tendrás una parranda inacabable al mejor estilo europeo, todo en un escenario no tan reconocido pero sí tan plausible de jolgorios memorables como el Teatro Metro.
Els es la felina vocal elegante, que sin miedo alguno sacude su cuerpo para brotar soberbia lasciva y actitud punk ante tanta rimbombancia, de alguna forma sus gritos se remiten a los excesos vocales de Nina Hagen. Su colíder es el guitarrista Danny Mommens, quien aporta su cuota de onomatopeyas al micrófono y una guitarra que lleva veneno cibernético entre los efectos de su pedalera, y con suciedad ex profeso logra de algún modo convertir la distorsión en fashion. A la compañía en el bajo el hermano con sobrepeso de Robert Smith, Bart Buls, con ciertos aires góticos en su peinado y un traje totalmente negro; en los synths como si fuera extraído del manga la figura estirada de Roel Van Espen y sus dedos no tan prodigiosos, de hecho sufren de torpeza en algunos pasajes, pero tienen toda la toxina para hacer al público bailar; y por último, un baterista aderezado con las ventajas de la tecnología para convertir su herramienta en algo demoledor y contundente, el hermano perdido de John Lennon si vemos su rostro, Gino Geudens que completa la cuota del ensamble fiestero.
Ya sobre el show hay que decir que el grupo es la total estrella, no hay mayores artificios de escenografía, las luces son sencillas pero se reparten bien entre los claroscuros y la tarima no es demasiado grande, el Teatro Metro es un espacio pequeño pero perfecto para este tipo de conciertos sin tanto renombre. Y las miradas de hombres y mujeres van a Els, por aquel magnetismo que produce su cuerpo de maniquí y sus convulsiones en escena, su pandereta que se mueve al mismo ritmo de sus pechos, y su atuendo atrevido en velo que es objeto de deseo ferviente en los machos y de envidia o de histeria (de la buena) en las chicas.
El repertorio se abre con todo un clásico en su discografía, "Nuit Blanche" en su tono más discotequero exige a las extremidades del público levantarse para no volver a caer jamás, y la gente entra en intimidad con sus éxitos rápidamente. Y de allí los synths comienzan a flirtear con reminiscencias ochenteras del estilo Yazoo o Jean Michel Jarre, y mientras tanto guitarra y batería, intoxicados de tecnología brindan tonos ácidos que transmutan los acordes rockeros en beats fiesteros.
El estallido de los teclados es mucho más eficiente en vivo que en sus discos de estudio, solo hay que escuhar la energía de temas como "Quatsch" donde Danny se desgonza en sus cánticos combinados con la premura de los teclados de Roel. O la brutalidad libidinosa en los gritos de Els diciendo "Tokyo" en uno de los momentos en los que los pies hicieron más desafío a la gravedad. Las luces mientras tanto crean sombras gigantescas en la pared posterior, la colosal rubia se devanea en sexuales siluetas. Y otro clásico asoma con su minimal tono en los synths "Mon Dieu" es sinónimo de Fiesta vívida, nada que ver con la reposada versión del CD, este es un Dios francófono que retumba todas las paredes y despierta todos los oídos entretanto la chica se saborea con sus 'bang bang' y sus coros fáciles de seguir, además de sus felinas onomatopeyas, gritos de guerra sexual.
También hay momentos en que la guitarra es protagonista: solo hay que escuchar el rebelde "Naive" que se repitió tres veces en escena, o "I'm a Guitar Hero" con espacio suficiente para que mostrara el poder de la pedalera y esa suciedad confortable en los solos y los arpegios; también hizo parte el cover de los Stooges de "I Wanna be Your Dog" que respetó sus bases y dejó caerse en la tentación del rock tal y como es.
Regalos vocales indiscutibles, escuchar los coros de "La Verité", cientos de cuerdas vocales acompañando por un instante a tal vez la canción mas bien tratada de todo el setlist, sin demasiado escándalo pero con una intimación envidiable. Tal cual como otro de sus clásicos del Nuit Blanche, ese "Noir Desir" oscuro y concupiscente, letal melodía de electroclash que obliga a cabecear hasta la última articulación.
Pero si la guitarra es protagonista en varias escenas, el teclado es el motor de la fiesta, nada que hacer, "Assez" es el perfecto ejemplo, un synth pop muy bien hecho donde los dedos de Roel deben exigirse hasta el cansancio y prolongar la juerga hasta el último momento de la canción y Els juega con su "na na na na". Y qué decir del cover de "Popcorn" que alguna vez popularizó Jarré en uno de sus tantos Oxygene, pero que es original de los 60s de un tipo llamado Gershon Kingsley, aquí vuelven esas blancas y negras a hacer de las suyas en particular digitación que cualquiera que haya escuchado música identifica aquí y en Caparnaum, los dedos bailotean al son de las memorias y la pandereta de la muñeca belga acompaña el ritmo, es la danza tecnológica que se viene de Bélgica.
Entre las últimas resonancias de aquella descarga en carnaval de teclas y cuerdas se rescatan otros dos grandes temas, uno que se oyó en muchas voces asistentes como el "Touche pas" una vez más con el liderazgo de la Pynoo en ese coro fragmentado de tres palabras que aunque dice No Tocar incita a todo lo contrario. Y esa tremenda pieza "2005" donde una vez más el teclado es parte clave y dominante de su recorrido y como lo demuestran sus shows, hacen perder esa sobriedad de sus pistas en cualquier iTunes y las transforman en joyas de energía en vivo, creando un portal magnífico de encuentro entre los teclados synth pop de los ochentas y las novedades electro de nuestra época actual.
Indiscutible el hecho de que los Vive la Fete despiertan cualquier cementerio, agitan cualquier protocolo y son el electroshock que necesitan muchos escenarios para vivir una fiesta con todos los ingredientes: Sensualidad, desparpajo, refinación y descarga. El jolgorio no quiere terminar, la fiesta se vive! Qué viva la fiesta!
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