Una inocencia maliciosa se esconde tras el desinteresado look de la peruana Magaly Solier, una de las actrices naturales más sorprendentes de la última década. Aquella mirada de sufrimiento ancestral logra penetrar las fibras del más escéptico y sus formas nativas de convincente naturalidad han logrado darle un acento destacado al panorama del cine inca.
Huanta fue territorio hostil en la época oscura de Sendero Luminoso, donde se vivió el ultraje y la violación a los derechos humanos llenando la tierra de sangre. En aquella provincia tuvo que hacerse a pulso Magaly Solier, de origen campesino, manos de chacra y ojos andinos, que sin proponérselo comenzó a tejer una imagen casi mítica, envuelta en una sábana de inocencia golpeada que siempre persigue la emancipación.
El temor ganador: La Teta Asustada. |
Su filmografía no cuenta con la fortuna de tener una distribución amplia en nuestro continente. No obstante, Solier ha logrado conquistar públicos más lejanos como el europeo, gracias a la exhibición de sus películas en festivales prestigiosos como Cannes, la Berlinale, San Sebastián e incluso una nominación al Oscar por La Teta Asustada, el punto álgido de su carrera como intérprete.
La impronta actoral que Magaly ha transmitido en sus cintas es aquella vulnerabilidad femenina que busca redimirse. Lágrimas de pasados tortuosos, canciones quechua que relatan el terror para apaciguar el temor, movimientos corporales de ingenuidad que guardan reverencia y desconfianza simultáneas. La actriz huantina es símbolo de un bello desasosiego que carga con el peso de sus raíces indígenas y que algún día busca salir del oscuro pasaje de la vejación occidental.
Madeinusa: Una virgen no tan santa. |
Claudia Llosa fue su hada cinematográfica. Luego de descubrirla en la preproducción de Madeinusa y notar los buenos resultados, la directora la volvió a reclutar en La Teta Asustada (2008), la historia de una joven que padece una enfermedad psicológica adquirida por el terror subversivo en los ochentas, y que busca revertir el ultraje y la violación al introducirse de forma permanente una papa en la vagina. Allí Magaly Solier consolidó una estampa de identidad muy definida: una mujer estoica, temerosa, triste, recelosa, arraigada a su madre, pero siempre con la esperanza como pulmón.
Estoicismo a prueba. Celina, personaje de Magallanes. |
El plus obligado es su faceta como cantante. Los discos Warmi y Coca Quintucha son prueba sonora de las capacidades vocales de Magaly, pero su momento glorioso se vive en la sensibilidad de "La Sirena" y los cantos quechua de La Teta Asustada, un soundtrack sublime inspirado en el terror donde la música es método de catarsis, pues 'Hay que cantar cosas bonitas para esconder nuestro miedo', dice su personaje Fausta.
El quechua melódico. Magaly Solier cantante. |