19 mar 2015

JANE'S ADDICTION - RITUAL DE LO HABITUAL



Ya se habían visto coqueteos que moldeaban el movimiento del rock alternativo. Sus padrinos, Pixies y Sonic Youth habían establecido formas y texturas rechinantes listas para recibir la década de los noventas. Soundgarden ya llevaba un par de LPs a cuestas, Alice in Chains se encontraba alistando sus primeros acordes, Red Hot Chili Peppers le agregaba un poco de picante y agresivo funk e incluso Nirvana ya se había asomado con su álbum de culto Bleach. Entre los formadores de la corriente dominante del primer lustro noventero se encontraba la descarga contundente y aulladora de Jane's Addiction, quienes ya llevaban tres años conspirando este tsunami musical, listo para competirle al hair rock y dar parcial sepultura al pop sintetizado de la década moribunda. Es 1990.

Then She Did by Jane's Addiction on Grooveshark                                                                                                 

UNA BANDA NADA HABITUAL

El sonido no era nuevo. Dos precedentes importantes trae la historia en los ochentas de los californianos Jane's Addiction, un álbum debut en vivo con fallas en producción pero furia en ejecución, y su genial debut en estudio Nothing's Shocking (1988) ya eran muestras de lo que podía hacer esta formación, liderada por la singular voz de Perry Farrell, objeto de amor y odio por su androginia vocal y chillidos a veces extasiantes, a veces insoportables; la guitarra subversiva de Dave Navarro, para quien la vida no iba en serio pero para sus acordes y solos sí; el bajo sorpresivo de Eric Avery, por momentos conductor del delirio en varias canciones de su repertorio; y los tambores descollantes de Stephen Perkins, despertadores de catalépticos y anunciantes del desastre virtuoso.

A la sociedad aún le costaba tragarse la aceptación de estos individuos, promotores sin prejuicio del sexo libre y drogadictos declarados. 'El status quo se mueve más lento que yo' decía Farrell en las entrevistas, proclamándose vanguardista y burlándose de lo pacata y pasiva que veía a la población a tan pocos años del siglo XXI. La censura aún contaba con el poder de forzar el cambio de carátula, dibujada inicialmente por Farrell, en la que se mostraba un trío sexual explícito. Una segunda carátula en versión 'limpia' mostraba un fondo blanco con texto de la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense. Las restricciones no importaban, el galope sinvergüenza de la banda jamás se desbarató y estuvo dispuesto a la conquista del público. Y lo logró con Ritual de lo Habitual.

                                                     

El álbum tuvo un gran despegue en las listas rockeras de Billboard (#19) y se hizo acreedor de ventas benignas en Estados Unidos. Su segunda entrega en estudio conservaba las columnas musicales que ya venían de su debut, combinando piezas chispeantes y socarronas junto a épicas densidades que anunciaban el Apocalipsis y el Renacimiento en simultánea. Su primer single fue la muestra de poder: "Stop!"fue el desafío desde su inicio, con la voz femenina anunciando en un español forzado 'Nosotros tenemos más influencia con sus hijos que tú tienen' y luego una tromba sincopada, furiosa e inflamable que contrasta con el título del tema hasta la mitad de su duración, donde un interludio le hace catarsis a aquella epilepsia que conquistó listados de rock y que le dio poder suficiente a Jane's Addiction para ser una de las abanderadas del rock alternativo en 1990. Mientras su nombre cobraba la relevancia internacional, el grupo predicaba un final del mundo irreversible en la lírica, 'One come a day, the water will run/ no man will stand for things that he had done'. Apocalipsis sonoro.

Un single rompedor. Por cualquiera de sus caras.

JUVENILES Y SINVERGÜENZAS

Si el bajo de Flea era el motor del sabor agresivo de los Chili Peppers, o el de Les Claypool era el líder de un sonido único y soberbio en Primus, el de Eric Avery no se quedaba atrás, con una anarquía sincopada precisa y notoria. El mejor ejemplo es "No One's Leaving", frenética e impetuosa, con un bajo de tonos funky, tan negro como su letra donde Perry grita 'I'm a White Dread' y abofetea al racismo. Siempre con la lírica resuelta y bien puesta, Farrell canta lo que piensa sin prejuicio, se flagela con placer y hace lo que le antoja, 'My sex and my drugs and my rock and roll...all my brain and body need' notifica  "Ain't no Right" inspirada en los cortes en el torso que se autoinfligía Farrell y que reconocía con un narcisimo masoquista, 'Ain't no wrong now, ain't no right/ Only pleasure and plain'. Placer y dolor en simultánea que se transmite con los tambores irrespetuosos de Stephen Perkins y las ráfagas de rock imparable y lleno de carácter.

¿Qué queda de los ochentas? Como si estuvieran en una especie de Madchester alternativo, "Obvious" suena a década pasada con un piano inquieto y pícaro mientras Perry se despacha en gritos callejeros y le exige con su canto a los medios que lo dejen en paz y no se metan en sus asuntos. De aquel desparpajo ochentero también se inspira la funky "Been Caught Stealing", la canción más fresca y relajada de la carrera del grupo, tercer single del disco coreado en centenares de conciertos, juvenil y sinvergüenza, dando licencia lírica para robar en supermercados, y con un videoclip  de alta recordación para la generación que acompañó la época. Los perros perseguidores de la grabación, el solo de Dave Navarro y el ritmo sinvergüenza aún suenan en las tarimas del mundo, el más grande éxito de Jane's Addiction en su carrera.

Jóvenes y adictos. La banda del Ritual.


MÚSICA CON ALAS

De la desfachatez alternativa a la epopeya alternativa. Como si se pusieran un atuendo místico pintado de exceso, la cara B del álbum pone especial atención a los arreglos y la carga instrumental. Una de las mejores manifestaciones musicales del grupo en su haber es "Three Days", diez minutos de épicas proporciones melódicas en su segundo single, tres días de jeringas y genitales sin límite; mística convulsa que va en crescendo y que dispone de uno de los grandes solos de guitarra de la historia por parte de un Dave Navarro inspirado; catarsis envenenada que se inspira en la visita de  Xiola Blue, la ex-novia de Farrell, quien compone un trío orgiástico junto a Perry y su novia Casey Niccole; un delirio concupiscente que se resume en el verso 'All of us with wings'. Xiola Blue se mantiene vigente en este pasaje del disco con "Then She Did", la triste y ceremonial evocación de su suicidio, una pieza sutil de guitarras respetuosas, pianos sentidos y violines que honran su memoria, con la compañía de músicos como Charlie Bisharat, Geoff Stradling y John Philip Shenale. Una pieza que va creciendo con carácter épico y doliente y  que durante ocho minutos pinta retratos de ausencia y acentúa la lírica en la pérdida trágica de las mujeres queridas de Farrell, atrapadas por la telaraña suicida. 'Will you say Hello to my Ma?'.

                                                   

Los violines de Bisharat siguen siendo protagonistas en un viaje musical al Oriente Medio. La densidad gustosa por aquellos sonidos por parte del padre de Perry Farrell inspira "Of Course", un extraño experimento que pareciera seguirle los pasos a los caprichos orientales de George Harrison. Una batería labrada en adornos para la ocasión, un violín protagónico y un bajo metamórfico de Ronnie Champagne en lugar de Avery son los artífices de esta atmósfera que habla sobre los peligros del mundo y la vida futura, lacerante e impredecible. Luego del geográfico viaje musical, el grupo vuelve a lo más básico para cerrar el disco. "Classic Girl" es la siempre presente balada rock de cualquier banda que haya desfilado por los escenarios de 1990, dedicada generalmente a la pareja del frontman; dicho y hecho, la privilegiada es Casey Niccole, quien se da gusto de jurarse amor brujo con su cantante y amante de cabecera. El tema fue el útimo single del disco, sin mayor relevancia en listas, sin mayor relevancia en elaboración.

Los egos desmedidos y las drogas imperantes obligaron a la desbandada de los miembros del grupo, de lo que solo quedó como buena consecuencia la creación del festival Lollapalooza por parte de Farrell. Si la formación se hubiera conservado durante aquella explosión alternativa a comienzos de los 90s, la historia de Jane's Addiction hubiera sido más grandilocuente y mediática, seguramente dominando la escena junto a Nirvana y Pearl Jam. Sin embargo, Ritual de lo Habitual es material de consulta imprescindible para poder entender el desarrollo del rock alternativo en esa época. Los incendios instrumentales, las voces agudas del descaro, los solos de guitarra gloriosos, la desvergüenza lírica y las composiciones épicas y atmosféricas son parte de un todo lleno de merecimientos y aplausos, donde la demencia y el exceso acomodados al servicio de la buena música aportan para el crecimiento de un género. Un Ritual que puede tener más influencia sobre los hijos de los noventas que cualquiera de nosotros.



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