15 ene 2015

STAN GETZ & JOÃO GILBERTO - GETZ/GILBERTO


El lado más fino de la samba provino de los benévolos soplos instrumentales de Stan Getz. Luego de darle el calibre internacional a la bossa nova con el álbum Jazz Samba (1962), Getz tenía todo el componente instrumental para que muchos oídos se rindieran a este primaveral y sereno ritmo. Sin embargo, faltaba la puntada que daría aquel toque de autenticidad y arraigo por el sonido brasileño, las guitarras y voces más orgánicas del respetable João Gilberto y su esposa Astrud.

CULTO A LA SOFISTICACIÓN

El saxo tenor de Stan Getz marcado por el cool jazz de los cincuentas venía poco a poco tomando una postura mucho más relajada y accesible que el desenfreno apasionado del bebop. Junto a Charlie Byrd en la guitarra conformaron una dupla exquisita que le dio un aire de confort a los sonidos brasileños, sin embargo aún no contaba con la soltura y el aire identitario que convenciera al mundo de una bossa nova más natural, menos impuesta. Gilberto, empapado en aquella calma musical y pionero de esta nueva corriente tenía todas las armas para generarle una identidad global que lograra satisfacer los oídos del público local e internacional. En 1964 tomó sus cuerdas y su garganta e hizo parte del ensamble que dejaría marcada a toda una generación que se dejó conquistar por esta nueva dulzura de sabor playero.
Dos cabezas, un sonido. Bossa nova.

Getz/Gilberto es un álbum con dos cabezas visibles respaldados por intérpretes que rinden culto a la sofisticación. Milton Banana es el hombre de los suaves tambores, susurros de baqueta coloreada de arena; Sebastião Neto es el discreto rumor del bajo, cómplice del sosiego; Antonio Carlos Jobim, uno de los gigantes de la música brasilera, es el cuaderno romántico de la lírica y el aleteo de las teclas sublimes, el hombre detrás de las acciones que configura, edulcora y matiza la cadencia de las cálidas rítmicas; por último, el elemento internacional, Astrud Evangelina Weinert, la hasta entonces anónima esposa de João Astrud Gilberto, que convertiría a este álbum en una de las piezas de jazz más vendidas de todos los tiempos.

LA VOZ DE ASTRUD

Y es que la voz de Astrud fue la clave. La clave para que el público anglo se interesara profundamente por el género, la clave para que otras cantantes femeninas hicieran alarde de aquella hermosa serenidad, la clave para el Grammy en 1965 a Álbum del Año y otras tres categorías, la clave para ser uno de los dos únicos álbums de jazz galardonados con el máximo premio en los Grammy (el otro fue The Joni Letters de Herbie Hancock) y en efecto la clave para obtener ventas millonarias. "The Girl from Ipanema" fue el dulce detonante del éxito con su voz sin entrenar modulando en inglés, compatible con el litoral amable, el bikini de gracia y la instrumentación bronceada de refinamiento acompañada de las simples y efectivas descripciones líricas inventadas por Jobim y Vinicius de Moraes 'Olha que coisa mais linda mais cheia de graça/ e ela menina que vem que passa/ Num doce balanço camino de mar'. Un coctel de playa versionado miles de veces y sonido reconocible desde cualquier latitud del planeta.
Astrud Gilberto, el elemento clave.
La fórmula aplicada de los versos en inglés fue tan eficiente que se apreció también en "Corcovado", Astrud idílica, diáfana, sin despeinarse; Getz ante un acompasamiento de gentil seducción; Jobim haciendo gala de un jazz sutil engendrado en Rio; Gilberto al comando con una guitarra de reposadas maneras y una voz que endulza salinas en el interminable idilio con la vida, 'Um cantinho, um violao/ esse amor, uma cançao/ Pra fazer feliz a quem se ama'. Con "The Girl from Ipanema" y "Corcovado" Astrud, sin ningún tipo de formación profesional, se garantizó muchos años de prosperidad en la industria y aceptación en todo el orbe, cantando en el sinnúmero de lenguajes que puede aceptar la música.



DESENCANTOS CON ESTILO

Por las venas del álbum corre un torrente sanguíneo que se ilusiona y desencanta entre las armonías, un idilio que agradece a la vida y reniega de su sufrimiento. Entre las composiciones de Jobim, Vinicius y otros autores locales, las letras siempre van a estacionar en el paradero del amor. "Para Machucar Meu Coracão" es una desilusión gloriosa llena de reposo, desamor pulcro que nos consuela con el saxo de Stan, despecho elegante que murmulla João. "O Grande Amor" nos muestra un viento que ofrece lágrimas de brisa en una hermosa tristeza teñida de latidos solemnes, mientras el piano se anima a llorar con cauta magnificencia en una de las piezas más lindas del LP. Nunca se había sufrido un desencanto con tanto estilo.

O grande amor by Stan Getz on Grooveshark

Getz/Gilberto se unta de inocencia virtuosa, aparenta una simplicidad que conquista amargos e insensibles, que desarma doctos y escépticos y que abarca un mundo idílico que le ameniza las tardes al universo. Fantasiosa e ingenua, "Vivo Sonhando" conquista con su sencillez y se acerca sin premura a la samba sin dejar de ser esencial reposo de finura mientras la lírica se suelta en un universo despreocupado, 'Gente que passa sorrindo zombando de mim/ E u a falar em estrelas, mar amor'. Otro tema que coquetea con la samba es "Doralice", incitación apacible al baile, un canto de Gilberto dotado de picardía prudente y un saxo que guarda su esencia jazz pero se deja llevar por la seducción bossa nova, y que va contrastando con el dilema lírico de ser capturado por el amor o prescindir de este, 'Amar e tolice, e bobagem, ilusão/ Eu prefiro viver tão sozinho/ Ao son do lamento do meu violão'.


CANTAR DESAFINADO 

Donde hace mayores pilatunas el ritmo es en la siempre danzante "Só Danço Samba" donde la instrumentación clásica brasileña emprende un paso más ágil y desenfadado, y la guitarra y el saxo le ceden terreno a la osadía y se dejan salpicar de tonos jazzísticos pasionales y elocuentes. Para bailar,"Só Danço Samba". Pero para cantar, "Desafinado". João Gilberto se entrega a la sinceridad, reedita este tema de su Jazz Samba, lo abastece de la letra de Jobim y Newton Mendonça y lo consolida como uno de los grandes clásicos brasileños. Aquella sobriedad contagiada de sentimiento es un manifiesto que pregona que hasta los desafinados también tienen su corazón, 'No fundo do peito bate calado/Que no peito dos desafinados/ Também bate um coraçao'. Una disonancia dispuesta a la inmortalidad.

                                                   

Un brasileño la creó. Un americano la globalizó. El punto más alto de la bossa nova como género llegó en 1964, donde la sofisticación y las ventas tocaron techo en simultánea. Lo más interesante del asunto es que hubo beneficios para todos; la gente de Brasil tuvo su lugar en la geografía musical universal gracias a la explosión de "The Girl from Ipanema" y la posterior camada de artistas envueltos en el género; el jazz dejó de tener una catalogación intelectual y difícil de acceder para lograr llegar a un gran público; el pop tuvo que dejar de lado su favoritismo como género para dar cabida a nuevas corrientes entre las que la bossa nova logró calar con éxito en los sesentas; y como en toda evolución musical, una vez más dos géneros engendraban uno nuevo a través de la fusión para bien de la humanidad auditiva. Getz/Gilberto puede no ser el más virtuoso o exquisito álbum de la historia, pero es la autoridad competente para hablar de influencia, de mercado y de triunfo, al que el jazz y la música brasileña les faltarán años de agradecimiento para retribuir el enorme favor de su salida al mundo y su aún vigente sonido. El sonido de la clase, caminando a la orilla del mar.


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