15 feb 2012

ECHO & THE BUNNYMEN- HEAVEN UP HERE



La oscuridad sucede a la anarquía. La juventud se refugia en el desespero y en un peso existencial difícil de digerir pero accesible a través de la música. Mientras algunos se refrescan en el new wave que salpica el inicio de los ochentas de jolgorio y colorido, otros sostienen la vela de sus barcos a través de una melancolía bien elaborada que cuestiona por muchos flancos el objetivo de la existencia del ser. Es el post-punk, cargado de aquella atmósfera opaca y depresiva, que tuvo insignes representantes en el Reino Unido como Joy Division, The Chameleons, The Cure en su etapa inicial y Echo and the Bunnymen.


With A Hip by Echo & The Bunnymen on Grooveshark


Liverpool siempre será recordado por la enorme y grata historia que le deja The Beatles, la agrupación más vendedora en la historia del rock. A comienzos de los ochentas sobresalían en esta ciudad A Flock of Seagulls, Teardrop Explodes y Echo & the Bunnymen, envueltos en el creciente desempleo y la inconformidad social de la época. La mejor ruta de escape ante tanta incertidumbre fue la música, y el post-punk dominó los oídos de los desesperanzados. La oscuridad y la pena fueron paradójicos escudos de evasión que cimentaron las bases conceptuales de la banda de Ian Mc Culloch, el individuo que comenzó con las aventuras de los Hombres Conejo en 1980 con su LP Crocodiles.

MÚSICA A CONTRALUZ

Cierta imaginería gótica y pasajes tenebrosos recorrían la propuesta de los Echo, con un line up típico de rock y una aceptación mediana entre los radioescuchas . Pero Crocodiles no tocó el fondo renegrido de la oscuridad como lo hizo su segunda placa Heaven Up Here en 1981. Luego de esculcar en la opción de exponer un trabajo de toques soul, el resultado de las grabaciones en los estudios de Rockfield en Monmouth, Gales, fue una amalgama melancólica de momentos desesperados y vapores atmosféricos, ensamblados con mágica precisión y un gran trabajo instrumental, apoyados en los lamentos hipnóticos de la voz de McCulloch y las cavernas sonoras de vértigo que se traían las once canciones del disco.

Los Hombres Conejo, artífices de buen post-punk

Éxito en el Reino Unido con el registro de su trabajo dentro del top 10 británico y una crítica que, a pesar de su temor por tanta oscuridad junta, no dejaba de aplaudir el esfuerzo apesadumbrado de los Echo. Su productor Hugh Jones (Simple Minds, The Damned) contribuyó a que aquel glamour fatal lograra un pacto con la audiencia y lo hiciera parte de sus vidas. Y Brian Griffin aportó su cuota con el diseño de la carátula en una espléndida fotografía de los miembros de la banda a contraluz en una playa de Gales, donde la luz se puede vislumbrar al final del horizonte, mientras las siluetas de negro definido rodean el contorno de aquellos cuatro seres perdidos en la orilla del existencialismo. La foto fue premiada por NME en 1981 como mejor carátula y es el fiel reflejo de los propósitos musicales de los Bunnymen.

LA FUERZA DEL DESESPERO

Expertos en destrozar todo indicio de felicidad, los Echo abren el álbum con un misterio cadencioso, jadeos pesarosos de McCulloch que pondrían a temblar al mismo Robert Smith en "Show of Strenght"con versos estilo 'It's hard to dig it all too happily', con guitarras bien construidas que lloran retorcidas entre pausa y actividad, y con un gran trabajo rítmico de la batería de Pete de Freitas, tal vez el mejor exponente del género en los tambores. Ágil y sombrío, el álbum se engrandece en velocidad post-punk a toda máquina con "With a Hip", un tremendo ejemplo de post-punk bien hecho, donde el existencialismo conspira sin principios, dinámico y a toda máquina, con una destacada intervención al bajo de Les Pattinson.


El desespero y la incertidumbre son los adjetivos constantes de la ruta lírica del Heaven Up Here. Esas molestias mentales tienen sus pinturas en "Over the Wall" de tono marcial y frenetismo inquieto, en una búsqueda de escape en algún lugar, 'I'm walking in the rain/to end this misery'. Dos minutos de paisaje desahuciado sin retorno vienen de la mano con las panderetas fúnebres y la lentitud fatal de "The Disease" donde McCulloch se lamenta de su lado más oscuro, 'Some pray for Heaven while we live in Hell/My life's the Disease'. La tristeza compite cara a cara con los paisajes más nebulosos de Joy Division y el lúgubre quejido de "All my Colours", ecos fantasmales con tono de tragedia y la atmósfera más gris de todo el disco, 'All my colours/Turn to cloud'. Neblina sin esperanza que atrae.

TRISTEZA GROOVY

Sin embargo, también se distensiona en instantes por una línea de funk, como lo solían hacer los Gang of Four. "It was a Pleasure" tiene voces con overdubs y una soltura vital con cambios de tempo interesantes que le rinden tributo al fracaso. Las cuerdas de Will Sergeant se hacen funky y aflojan un poco el dramatismo de sus compañeros, que mantienen esa postura post-punk implacable y poco amable pero cautivadora al tiempo, "All I Want" es un ejemplo claro de esa batalla entre instrumentos que exhiben su miseria compartida y su ansiedad de salir de algún hoyo oscuro donde residen las sensaciones de los Hombres Conejo.



Algo de neurosis para amenizar la velada lúgubre. "Heaven Up Here" es la más delirante y acelerada pieza del LP, esquizoide, efectista e imponente, que se derrama en alcohol melódico y llama a una epiléptica rebelión, a la fuga de tanta incertidumbre en una fiesta de guitarras ebrias y batería convulsa que gritan con Ian 'We're all groovy groovy people'. Simpleza para desprenderse por momentos de tanto peso existencial, la misma que define con franqueza la inexorabilidad del destino, las cosas como son sin tanta justificación en "Turquoise days", donde la mente sigue su línea sin muchas excusas, 'It's not rebellion/It's not suffering/It's just the way it is'. Los Echo renuncian a la solución y se lo dejan todo al destino en esta pieza atmosférica y suspensiva.

Echo & the Bunnymen, soportando un frío melancólico

Siempre hay un ápice de esperanza, un indicio de cambiar las cosas para llegar a un buen fin. Con ciertos dejes a The Cure, "A Promise" contiene cuerdas nostálgicas y un bajo más condescendiente entretanto McCulloch solloza luces líricas para ver si sale del ahogo, 'There's a light on the water/A promise'. El único momento de sosiego con pequeños tonos de esperanza que curiosamente fue el único single del disco, pero que no obtuvo mayor figuración, único momento de respiro entre las profundidades cavernosas de un Heaven up Here que logra colarse con maestría entre los grandes exponentes en LP del post-punk en la historia, codeándose a la altura del Closer de Joy Division o el Pornography de The Cure, y efectuando un grandioso paréntesis que supera la opacidad primigenia del Crocodiles y se camufla con ingenio entre el mainstream de Porcupine y Ocean Rain que les brindarían posteriormente la fama internacional. Es tal vez la sima melódica más brillante de la historia.


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